El Gobierno mantiene la venta de armas a Riad “en interés de España”
Sánchez condena el asesinato de Khashoggi y asume un ejercicio de ‘realpolitik’
Un gobernante no siempre puede hacer lo que le pide el cuerpo. Más bien casi nunca, salvo que seas Donald Trump. Así lo asumió ayer Pedro Sánchez, en un evidente ejercicio de realpolitik que obliga a los gobernantes a anteponer los intereses económicos, comerciales o estratégicos que benefician a su país a los principios o ideales políticos que defienden en sus programas electorales. “Siempre he creído que la política es intentar convertir los ideales en realidades, pero no siempre se puede conseguir”, admitió el presidente del Gobierno al confirmar ante el pleno del Congreso que mantendrá la venta de armas a Arabia Saudí, por mucho que le repugne el “terrible asesinato” del periodista saudí Jamal Khashoggi en el consulado de su país en Estambul, que provoca un clamor de consternación en toda la comunidad internacional contra el régimen de Riad.
Sánchez manifestó su total repulsa por este asesinato y demandó una “investigación para esclarecer los hechos y que actúe la justicia para que caiga todo el peso de la ley sobre los responsables de este terrible crimen”. Pero la gravedad de estos hechos, advirtió, “no puede ni debe impedir que actuemos con responsabilidad”. Y dicha responsabilidad le obliga a anteponer la defensa de los intereses generales de España.
“¿Dónde tengo que estar hoy y aquí? En la defensa de los intereses de España”, asumió. Hará lo imposible “para defender el multilateralismo, los derechos humanos, la paz y la libertad”. Pero su obligación como presidente del Gobierno es “conciliar intereses” contrapuestos. En este caso, la realidad es que boicotear a Arabia Saudí o anular los jugosos contratos suscritos pone en riesgo 6.000 empleos en la bahía de Cádiz, donde Navantia construye cinco corbetas por encargo de Riad. Y la realidad, además, es que el 2 de diciembre se celebran las elecciones andaluzas, donde la socialista Susana Díaz opta a la reelección.
Sánchez, por tanto, antepuso el futuro de los trabajadores de Navantia en Cádiz y también de las empresas españolas que operan en Arabia Saudí. Y advirtió que las relaciones comerciales de España con este país “no se circunscriben a la venta de armamento”, sino que hay otras muchas inversiones “que crean empleo y dan de comer a mucha gente”. “Tengamos en cuenta el peso de las relaciones internacionales construidas durante décadas con países con los que tenemos relaciones estratégicas, en el terreno económico y comercial, en muchos
“No siempre se puede conseguir convertir los ideales en realidades”, admite el jefe del Ejecutivo
casos derivadas de la acción de anteriores Gobiernos”, reclamó.
Ante las insistentes demandas del líder de Podemos, Pablo Iglesias, y del portavoz de ERC, Joan Tardà, para que corte toda venta de armas a la monarquía saudí, Sánchez aseguró que, durante su mandato, “este Gobierno no ha vendido armas de ningún tipo a Arabia Saudí”. Lo único que hizo fue “respetar el contrato” firmado por el ejecutivo del PP para suministrar las polémicas 400 bombas que la actual ministra de Defensa, Margarita Robles, intentó vetar sin éxito. “Es mi deber velar por la seguridad jurídica y dar certidumbre en el cumplimiento de las obligaciones internacionales de España”, justificó.
Y pese a resaltar que España, en el control del comercio y la exportación de armas, está “sujeta a requisitos equiparables, si no superiores, a los de cualquier otro país de nuestro entorno”, Sánchez anunció que impulsará una “propuesta pionera” para dotarlo de garantías adicionales de verificación. También mostró su disposición a “reorientar la industria armamentística” en España. Pero eso, advirtió, no se podrá resolver en dos días.