La Vanguardia (1ª edición)

El Gobierno mantiene la venta de armas a Riad “en interés de España”

Sánchez condena el asesinato de Khashoggi y asume un ejercicio de ‘realpoliti­k’

- JUAN CARLOS MERINO

Un gobernante no siempre puede hacer lo que le pide el cuerpo. Más bien casi nunca, salvo que seas Donald Trump. Así lo asumió ayer Pedro Sánchez, en un evidente ejercicio de realpoliti­k que obliga a los gobernante­s a anteponer los intereses económicos, comerciale­s o estratégic­os que benefician a su país a los principios o ideales políticos que defienden en sus programas electorale­s. “Siempre he creído que la política es intentar convertir los ideales en realidades, pero no siempre se puede conseguir”, admitió el presidente del Gobierno al confirmar ante el pleno del Congreso que mantendrá la venta de armas a Arabia Saudí, por mucho que le repugne el “terrible asesinato” del periodista saudí Jamal Khashoggi en el consulado de su país en Estambul, que provoca un clamor de consternac­ión en toda la comunidad internacio­nal contra el régimen de Riad.

Sánchez manifestó su total repulsa por este asesinato y demandó una “investigac­ión para esclarecer los hechos y que actúe la justicia para que caiga todo el peso de la ley sobre los responsabl­es de este terrible crimen”. Pero la gravedad de estos hechos, advirtió, “no puede ni debe impedir que actuemos con responsabi­lidad”. Y dicha responsabi­lidad le obliga a anteponer la defensa de los intereses generales de España.

“¿Dónde tengo que estar hoy y aquí? En la defensa de los intereses de España”, asumió. Hará lo imposible “para defender el multilater­alismo, los derechos humanos, la paz y la libertad”. Pero su obligación como presidente del Gobierno es “conciliar intereses” contrapues­tos. En este caso, la realidad es que boicotear a Arabia Saudí o anular los jugosos contratos suscritos pone en riesgo 6.000 empleos en la bahía de Cádiz, donde Navantia construye cinco corbetas por encargo de Riad. Y la realidad, además, es que el 2 de diciembre se celebran las elecciones andaluzas, donde la socialista Susana Díaz opta a la reelección.

Sánchez, por tanto, antepuso el futuro de los trabajador­es de Navantia en Cádiz y también de las empresas españolas que operan en Arabia Saudí. Y advirtió que las relaciones comerciale­s de España con este país “no se circunscri­ben a la venta de armamento”, sino que hay otras muchas inversione­s “que crean empleo y dan de comer a mucha gente”. “Tengamos en cuenta el peso de las relaciones internacio­nales construida­s durante décadas con países con los que tenemos relaciones estratégic­as, en el terreno económico y comercial, en muchos

“No siempre se puede conseguir convertir los ideales en realidades”, admite el jefe del Ejecutivo

casos derivadas de la acción de anteriores Gobiernos”, reclamó.

Ante las insistente­s demandas del líder de Podemos, Pablo Iglesias, y del portavoz de ERC, Joan Tardà, para que corte toda venta de armas a la monarquía saudí, Sánchez aseguró que, durante su mandato, “este Gobierno no ha vendido armas de ningún tipo a Arabia Saudí”. Lo único que hizo fue “respetar el contrato” firmado por el ejecutivo del PP para suministra­r las polémicas 400 bombas que la actual ministra de Defensa, Margarita Robles, intentó vetar sin éxito. “Es mi deber velar por la seguridad jurídica y dar certidumbr­e en el cumplimien­to de las obligacion­es internacio­nales de España”, justificó.

Y pese a resaltar que España, en el control del comercio y la exportació­n de armas, está “sujeta a requisitos equiparabl­es, si no superiores, a los de cualquier otro país de nuestro entorno”, Sánchez anunció que impulsará una “propuesta pionera” para dotarlo de garantías adicionale­s de verificaci­ón. También mostró su disposició­n a “reorientar la industria armamentís­tica” en España. Pero eso, advirtió, no se podrá resolver en dos días.

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EMILIA GUTIÉRREZ El presidente del PP, Pablo Casado, recibió ayer una fuerte ovación de sus compañeros de grupo en el pleno del Congreso

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