La Vanguardia (1ª edición)

Navantia, la vida misma

Hasta 6.000 empleos de la bahía de Cádiz dependen del trabajo en la naviera pública

- ADOLFO S. RUIZ Sevilla

Para Cádiz, especialme­nte para su bahía, Navantia no es el nombre de una empresa pública, es sinónimo de poder seguir comiendo. La polémica política sobre la construcci­ón y venta de las corbetas a Arabia Saudí se vive con expectació­n, pero sobre todo con angustia, con muchísima angustia. En una zona con un desempleo superior al 30%, esta carga de trabajo supone la vida misma. No sólo para los 6.000 empleos directos o indirectos que se esfumarían si las corbetas no llegaran a construirs­e. También se verían afectados miles de negocios, buena parte del tejido social de la bahía gaditana.

Si no hay dinero para los trabajador­es de Navantia, no lo habrá para nadie. Los trabajador­es lo tienen muy claro: “Todo está en manos del Gobierno y los políticos. Si la situación se tuerce, volveremos a salir a las calles. A todos nos preocupan los derechos humanos en el mundo, pero más nos preocupa tener para comer. Nosotros vendemos barcos militares desde hace más de 300 años, es nuestro pan”, señala Jesús Peralta, presidente del comité de empresa de Navantia. Para el PSOE y para Susana Díaz el problema tiene un evidente reflejo electoral, además del evidente impacto social del problema. Perder el contrato con Arabia Saudí supondría un duro golpe con vistas a las autonómica­s del 2 de diciembre. Por ello, la presidenta andaluza está echando el resto en la defensa de los puestos de trabajo. Y aprovecha, de paso, para meter el dedo en el ojo de Podemos, en la figura de José María González, Kichi , el alcalde de la ciudad. “Pablo Iglesias se da golpes de pecho y solicita el final de la venta de armas a Arabia Saudí mientras el regidor de Podemos mantiene silencio”, dispara la presidenta andaluza. También el PP y Ciudadanos atizan a Kichi en sus declaracio­nes.

La realidad es que el alcalde gaditano ya se manifestó en favor del cumplimien­to de los contratos de Navantia con motivo de la anterior crisis, la entrega de 400 bombas guiadas al régimen de Riad. Los concejales de su equipo tratan de apoyarle: “No tiene que estar repitiendo lo mismo todos los días”.

Los trabajador­es ven de manera positiva que se busquen soluciones para el futuro, pero la construcci­ón de las corbetas es innegociab­le. “En un sector con una crisis tan profunda como es la construcci­ón naval es difícil que podamos elegir. Encontrar un contrato cuesta un mundo y no estamos en condicione­s de rechazar nada”, señala un portavoz del comité. “A todos nos gustaría que el comprador fuera otro, pero esto es lo que hay”, remacha.

Comisiones Obreras, el sindicato de mayor fuerza en la zona, aboga por convertir Navantia en una empresa que pueda optar a construcci­ones civiles, además de la defensa nacional. En una nota, el sindicato asegura que “se pueden buscar nuevos mercados en países que no violen los derechos humanos”, pero considera que, en este caso, “hay que cumplir los contratos vigentes y agilizar los comprometi­dos”.

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