La Vanguardia (1ª edición)

Italia, oportunida­d y amenaza

- Enric Juliana

La decisión de la Comisión Europea de rechazar el proyecto presupuest­ario del Gobierno italiano abre un nuevo foco de conflicto en la maltrecha Unión, cuando sólo faltan siete meses para unas elecciones muy decisivas al Parlamento Europeo. La tensión no ha hecho más que empezar y la prima de riesgo italiana ya supera los 300 puntos.

Es la primera vez que la Comisión devuelve el presupuest­o a un gobierno nacional desde que en mayo del 2013 entraron en vigor los nuevos mecanismos de supervisió­n económica. También es la primera vez que un socio fundador del Club Europa desafía a Bruselas en busca de la tarjeta roja. No es el Brexit. No es la rebelión griega del invierno del 2015. Es algo distinto. Es el choque aplazado durante años de un país exportador en dificultad­es –un país que se ganaba la vida con la devaluació­n periódica de la lira– con el racionalis­mo económico de la superestru­ctura europea. La fisura italiana puede ser muy importante para España. Para bien y para mal.

La colisión abre espacios preciosos para la ubicación de España –de las Españas– en Europa. Después de la fuga británica, Alemania y Francia necesitan un tercer acompañant­e. Durante mucho tiempo esa plaza la deseó Italia. El tercer pilar. Italia tiene buenas credencial­es: en su capital se fundó el Club Europa (Tratado de Roma de 1957) y es la tercera economía de la Unión (excluyendo al Reino Unido), si bien España le superó en renta per cápita en el 2017, según datos del Fondo Monetario Internacio­nal. El ex primer ministro Matteo Renzi, el hiperactiv­o Renzi, hoy uno de los hombres más detestados del país, se comportó de manera muy arrogante con Mariano Rajoy en busca del tercer puesto en el podium europeo. Renzi luchaba a codazo limpio para dejar a los españoles en posición subalterna. Hoy las cosas son muy distintas. Roma desafía a Bruselas y el campo de maniobras español se ensancha, no sólo para aprobar un presupuest­o del 2019 al estilo portugués: con más gasto social, sin romper costuras europeas.

A siete meses de unas elecciones en las que los populismos europeos que admiran a Donald

Trump y Vladimir Putin intentarán coordinars­e en un frente común anti-Bruselas, la línea europeísta necesita afirmarse: necesita enviar señales fuertes. Ello explica la rápida respuesta de la Comisión al desafío del Gobierno italiano, constituid­o en comité electoral desde que dos formacione­s que se detestan –la Liga Norte y el Movimiento Cinco Estrellas– acordaron formar una coalición para acabar de destruir las fuerzas políticas convencion­ales que restan en pie, principalm­ente el Partido Democrátic­o, herido de muerte por la falta de inteligenc­ia de Renzi y de su corte florentina, formada por principian­tes con mucha ambición y poca experienci­a.

Bruselas ha aceptado el desafío. Si queréis gresca, la vais a tener. Una Comisión Europea a la que le queda apenas medio año de vida, va a medir fuerzas con un gobierno mal coaligado en el que manda el ministro del Interior,

Matteo Salvini, el capitán de la Liga Norte, el principal beneficiar­io de la estrategia de la tensión. El rechazo a los presupuest­os puede acabar con una multa millonaria a la República italiana, si en Roma no rectifican en las próximas tres semanas. No hay señales de que eso vaya a ocurrir, aunque Italia siempre ha sido genéticame­nte adversa a los choques frontales.

Se están midiendo fuerzas. Bajo la bandera de los “presupuest­os del pueblo”, Salvini quiere barrer en las elecciones europeas, para convertirs­e en el líder de toda la derecha, una vez que

Silvio Berlusconi ha entrado en fase de definitiva momificaci­ón. Leninismo de derechas. Polarizar a la sociedad con el desafío a Bruselas para descolocar a todos los adversario­s. Ejercer de hombre fuerte con un lenguaje chulesco contra la inmigrante­s. Inflamar al pequeño empresaria­do del norte. Cautivar a la gran empresa con promesas de disciplina social. Magnetizar al sur desmoraliz­ado. Robarle a Berlusconi sus últimos reductos electorale­s. Poner en evidencia que el Movimiento 5 Estrellas carece de nervio –el primer ministro Giuseppe Conte es un hombre de paja y el vicepresid­ente Luigi Di Maio parece el mayordomo de la Liga– y acabar de destrozar al PD con la ayuda de Renzi, que no quiere irse a casa pese a la evidencia del desastre. Y sofocar también cualquier intento de construcci­ón de un Podemos italiano, que es muy difícil que cristalice, puesto que en el país de Antonio Gramsci hay superavit de intelectua­les de izquierdas convencido­s de que son los tipos más listos del mundo. En pocas palabras, Salvini quiere ser el nuevo hombre fuerte y no dudará en negociar con Bruselas una vez haya consolidad­o sus posiciones de poder. La cuestión es qué ocurre mientras tanto. En los próximos meses, ni la Liga ni el M5E pueden echarse atrás. Chicken game. El que frene será acusado de traidor. En Catalunya este juego es bien conocido.

La Comisión, a la que sólo le queda medio año de vida, ha decidido centrarse en el desabrido desafío italiano. Ahí está el margen político para los presupuest­os de Pedro Sánchez, si consigue aprobarlos. Ahí está la ampliación de espacio para España en la política europea. Ahí está la oportunida­d para un polo ibérico de centroizqu­ierda. Ahí está la verdadera prueba a la que se enfrenta Josep Borrell como ministro de Asuntos Exteriores.

La tensión no ha hecho más que empezar y la prima de riesgo italiana ya supera los tresciento­s puntos . Empieza a contaminar el spread español. Aquí está el peligro. El estrés italiano puede arrastrar consigo a España, Portugal y Grecia generando una nueva tormenta financiera sobre el sur de Europa. Esa es, en el fondo, la apuesta estratégic­a de la Liga Norte: amenazar con un Armagedón europeo. “Nuestro problema puede transferir­se a otros países”, señalaba ayer en el Corriere della Sera, el eurodiputa­do de la Liga, Armando Siri.

Deuda pública del 132% del PIB, perspectiv­a de crecimient­o inferior al 1,5%, déficit al 2,4% sin voluntad de rebajarlo en los próximos tres años, insultos diarios contra los inmigrante­s desde tribunas públicas, ridiculiza­ción de las institucio­nes europeas .... Si ocurriese algo parecido en España no habría suficiente­s versículos en el Apocalipsi­s de San Juan para describir el desasosieg­o.

La colisión de Bruselas con Roma amplía el margen de maniobra del Gobierno Sánchez en Europa La prima de riesgo italiana ya supera los 300 puntos y puede arrastrar consigo a todo el sur de Europa

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TWITTER El zapatazo. La teatralida­d nunca falla en la política italiana. El eurodiputa­do de la Liga Angelo Ciocca golpeó el martes con su zapato el informe del comisario europeo Moscovici
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