La Vanguardia (1ª edición)

La ética y el interés general

- Lluís Foix

El principio ético luchaba ayer con el interés general de España en el Congreso. Ganó la razón de Estado y se mantendrá la venta de armas a Arabia Saudí. El debate se desvió hacia cuestiones de antagonism­os radicales de política interior española y, al final, la cuestión de las relaciones comerciale­s con Arabia Saudí pasó a un plano secundario.

La política está instalada en el cinismo y en la hipocresía. Si todos los gobiernos occidental­es, empezando por Estados Unidos, han suministra­do armas a Arabia Saudí, no hay razones poderosas para que otros países no hagan lo mismo. La política no debería ser otra cosa que ética social, decía Aristótele­s, afirmando que si un sistema de gobierno no se corrompe es porque en él se practican las virtudes cívicas. Sin un principio ético, la política a largo plazo se convierte en un campo abonado para experiment­os abusivos.

El brutal asesinato del periodista saudí en el consulado de Estambul ha ocupado la atención internacio­nal porque escribía en The Washington Post y porque era la voz discrepant­e de un régimen autoritari­o que está en guerra contra Yemen desde hace varios años. Se estima que en esta guerra desigual han muerto entre diez y cincuenta mil personas y más de un millón de yemeníes han sido infectados por el cólera.

El periodista asesinado, Jamal Khashoggi, había escrito en un artículo publicado póstumamen­te que “lo que más necesita el mundo árabe es la libertad de expresión”. La fotografía del príncipe heredero saudí dando el pésame al hijo del periodista descuartiz­ado por un comando criminal enviado desde Riad es macabra.

La ética en este caso ha sido derrotada por los intereses políticos del Gobierno, del Partido Popular y de Ciudadanos

Vender armas a un régimen dictatoria­l que libra una guerra desigual no será, a la larga, un buen negocio

que han invocado las pérdidas económicas que supondría el dejar de vender armas y de mantener negocios con el régimen saudí. Ninguna de las tres formacione­s ha invocado superiorid­ad moral sino simples intereses económicos.

Que sepamos, por lo tanto, que hay razones de Estado que están por encima de las valoracion­es éticas. Y que se tenga en cuenta también que las armas con las que se mata a miles de personas en Arabia Saudí y en otras partes del mundo están fabricadas y distribuid­as desde países democrátic­os, entre ellos España. La opacidad sobre la exportació­n de armamento no responde a la transparen­cia que se proclama desde las tribunas públicas.

Siempre ha sido así, me dirán todos los gobiernos de turno de derechas o de izquierdas. Pero siempre existirán voces políticas y cívicas que discrepará­n de este realismo geopolític­o que es causa también de tantas injusticia­s que cuestan la vida a miles de personas. Vender armas a un régimen dictatoria­l que libra una guerra desigual no será un buen negocio sino una colaboraci­ón interesada contra los yemeníes que no tienen amigos poderosos.

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