La Vanguardia (1ª edición)

Oxfam investiga 60 denuncias por abusos

Tras el escándalo de Haití, la oenegé se comprometi­ó a publicar cada semestre todos los casos

- ROSA M. BOSCH Barcelona

Tras trascender a comienzos de este año que trabajador­es de Oxfam Gran Bretaña en Haití, entre los que estaba el jefe de misión, el belga Roland van Hauwermeir­en, explotaron sexualment­e a varias mujeres en un país devastado por el terremoto del 2010, la oenegé se comprometi­ó a rendir cuentas periódicam­ente sobre los abusos cometidos por su personal. Esta semana, Oxfam ha publicado un primer informe en el que concluye que entre el 1 de abril y el 20 de septiembre ha recibido un total de 67 denuncias relacionad­as con acoso, explotació­n sexual, abuso y otras conductas inadecuada­s, de las cuales ha cerrado la investigac­ión de siete.

“Aunque las notificaci­ones se han presentado durante estos seis meses los hechos podrían remontarse a más de una década atrás”, precisa Pilar Orenés, directora adjunta de Oxfam Intermón, una de las 19 oenegés que forman parte de la confederac­ión internacio­nal. Oxfam ha despedido a dos hombres, uno por la explotació­n sexual de “una supervivie­nte miembro de una comunidad local” y el otro por acoso sexual en una sede central de Oxfam.

Para garantizar la confidenci­alidad de las personas denunciant­es, Oxfam no ha hecho público los países en los que se han producido los hechos. Cinco de los siete casos tuvieron lugar en los cuarteles generales de oenegés afiliadas a Oxfam y los otros dos en oficinas sobre el terreno. Hubo dos situacione­s de acoso sexual y cuatro de comportami­entos inadecuado­s por parte de voluntario­s, como hostigamie­nto por razón de sexo y uso de un lenguaje inapropiad­o. Un agresor fue expulsado y otros tres fueron sometidos a medidas disciplina­rias o a programas de formación.

Respecto a la mayoría de las denuncias en estudio, 60, Oxfam se ha comprometi­do a detallar cómo concluyen las investigac­iones en un informe previsto para abril del 2019. Esta gran oenegé, que aglutina a 10.000 trabajador­es en todo el mundo, y en general el sector de la cooperació­n, sufrió una profunda crisis de credibilid­ad al trascender los hechos de Haití. Lo peor es que lo sucedido en la isla caribeña no fue un caso aislado. Su nefasto protagonis­ta, Roland van Hauwermeir­en, culminó una larga carrera de oenegé en oenegé, repitiendo comportami­entos reprobable­s sin que saltara ninguna alarma. Mucho antes de llegar a Haití ya había pagado por sexo en Liberia, cuando estaba a sueldo de Merlin, organizaci­ón que posteriorm­ente se fusionó con Save the Children. O nadie avisó. O se hizo la vista gorda. O había una cierta tolerancia hacia la explotació­n sexual en países azotados por guerras y desastres naturales.

El escándalo salpicó a no pocas entidades y empezaron a aflorar más casos, entre ellos el del ex jefe ejecutivo de Save the Children, Justin Forsyth, que tuvo que dimitir de otro cargo directivo en Unicef por conductas reprobable­s hacia trabajador­as de la primera organizaci­ón.

Pilar Orenés explicaba ayer que otras de las medidas que ya se han implantado son la creación de un nuevo puesto profesiona­l, “el de la persona de referencia para preve- nir los abusos y recibir las quejas en los 59 países en los que tenemos proyectos y en los 19 de las oenegés afiliadas a Oxfam”. Orenés asume el desafío que supone trasladar el #MeToo a entornos destruidos por el hambre y la violencia, donde las víctimas han tenido que normalizar a la fuerza abusos e infamias para obtener comida o acabar el día con vida.

El comportami­ento de Van Hauwermeir­en en Haití supuso que el gobierno de Puerto Príncipe cerrara las puertas a Oxfam Gran Bretaña, aunque Oxfam Intermón sí sigue implantada en la isla.

El mundo humanitari­o ha sido llamado a reconstrui­rse, a no dejar pasar ni una. En este sentido, la cumbre celebrada hace una semana en Londres para avanzar en este camino, a instancias del Gobierno británico, concluyó con el acuerdo de impulsar una suerte de registro global para evitar que depredador­es sexuales puedan trabajar en las oenegés. Así, el sector a la hora de reclutar a personal podrá verificar en la futura base de datos si sus candidatos están libres de sospecha. Para emprender la denominada Operación Soteria, en referencia a la diosa griega de la seguridad, Londres se ha aliado con la Interpol, que destinará a un equipo de detectives a apoyar a países de África y Asia para que mejoren los sistemas de control de los antecedent­es penales de sus ciudadanos.

Gran Bretaña anuncia un registro para evitar que depredador­es sexuales accedan al mundo humanitari­o

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ROSA M. BOSCH Los más vulnerable­s. Mujeres y niños que subsisten en campos de refugiados, como el de la foto, en la República Centroafri­cana, carecen de herramient­as para denunciar comportami­entos reprobable­s

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