El Nápoles le compromete el futuro al PSG
El Nápoles se destapó ayer como un equipazo. Lo hizo en el Parque de los Príncipes, el hogar del PSG, tan milhombres en la liga francesa como asustadizo en Europa. No hay manera de que se ensamblen los parisinos, tengan a Neymar, Cavani, Mbappé y un enorme puñado de estrellas en el campo, y a Tuchel en el banquillo. El PSG parece un cervatillo en el bosque. Si las cosas se ponen feas, huye a la carrera.
La excelente actuación de Insigne (se exhibió durante 53 minutos, antes de lesionarse) bloqueó al PSG, casi siempre un juguete en manos de un Nápoles estupendo. Ancelotti saca petróleo de su equipo. Hay pocos claroscuros en los italianos, un bloque que juega como la Italia de antaño. Forma telarañas y en ellas caen las víctimas. Si el rival es una plantilla descompensada, como la del PSG, repleta de astros que van a su bola, el castigo es notable.
Antes de hacerse daño y marcharse al banquillo, Insigne había sido el dueño del encuentro. El cerebro de los italianos fue y vino, y tan lejos llegó que le atravesó el corazón al PSG. Fue excelente la ejecución de su tanto, el que abría el marcador para el Nápoles (28). A la carrera recogió una entrega de Callejón, y bombeó la pelota para sortear la salida de Areola.
Aquel era el 0-1, pero el daño podía haber sido mucho mayor: cinco minutos antes, Mertens había mandado un disparo al travesaño.
Luego Insigne se hizo daño, y entonces el Nápoles perdió pegada. Para entonces, las balas del PSG iban afinando el tiro. Recogía balones Neymar, específicamente motivado tras sus días de surf, y salía en vertical. Lo hacía buscando a Mbappé, más que a Cavani, y algunos de aquellos correcalles llevaban muy mala uva.
Aquel PSG efectista tuvo un instante de luz, ese centro de Meunier que Mario Ruiz convirtió en un autogol (61). Pero de eso no se vive, y menos ante unos italianos que juegan como antes. Una acción oportunista de Mertens, a un cuarto de hora del final, comprometió el futuro del PSG. A los franceses les salvó una rosca de Di María, en el descuento, el 2-2. Un poco más, y se ven con un pie fuera de los octavos.