La Vanguardia (1ª edición)

TRUMP SE SOMETE A SU PRIMER PLEBISCITO

LAS ELECCIONES DE MEDIO MANDATO REVELARÁRA­N SI EL PRESIDENTE HA GANADO O PERDIDO APOYOS

- Beatriz Navarro y Francesc Peirón (correspons­ales en Washington y Nueva York)

Igual que con la llegada del hombre a la luna o el asesinato de John F. Kennedy, el recuerdo de dónde estaban cuando descubrier­on que Donald J. Trump había ganado las elecciones presidenci­ales acompañará por siempre a los estadounid­enses. Dos años y muchos tuits después, a punto de terminar una larga y tóxica campaña electoral, no saben con qué América se van a encontrar cuando el martes por la noche se abran las urnas y se cuenten los votos de las elecciones legislativ­as de mitad de mandato. En una sociedad tan polarizada como esta, las esperanzas de unos son la pesadilla de otros aunque muchos votantes están desencanta­dos con los partidos, incapaces de ponerse de acuerdo sobre una agenda básica positiva para todo el país.

¿Superará Trump su primer plebiscito? ¿Validarán los estadounid­enses su estilo y su gestión, satisfecho­s con la situación económica? ¿O se habrá pasado de la raya con su retórica del miedo y odio nacionalis­ta y se impondrá la América abierta y solidaria que no cree que los inmigrante­s sean casi todos unos criminales, gente como la que esta semana donó dinero y se acercó al entierro de un desconocid­o, Patricio Salazar, un inmigrante que murió defendiend­o a una mujer de una agresión en Washington?

Aunque los demócratas tienen opciones de conquistar la Cámara de Representa­ntes del Congreso y los republican­os, de mantener el Senado, hay demasiadas carreras empatadas (unas 30) como para dar nada por seguro. Podría acabar siendo un resultado muy ajustado. O, quizás, bascular en bloque en un sentido, admiten los encuestado­res. La volatilida­d ha sido máxima en algunos distritos en las últimas semanas, con altibajos favorables a los republican­os tras el nombramien­to del juez Brett Kavanaugh y, en la recta final, a los demócratas.

Con su arrollador­a victoria en el 2016, Trump rompió todas las previsione­s y está echando el resto para volver a hacerlo en estas elecciones, que tradiciona­lmente castigan al partido que ocupa la Casa Blanca. “Todos me dicen que hable de la economía. Vale, tenemos la mejor economía de la historia de nuestro país pero no es tan excitante hablar de eso”, explicó el viernes en un mitin antes de volver a llevar su arenga hacia la inmigració­n, el tema que más excita a sus bases, que necesita que voten en masa para contrarres­tar la ola de indignació­n que su llehombre gada a la Casa Blanca ha provocado en las filas progresist­as. La movilizaci­ón es máxima en ambos partidos. El voto por anticipado en algunos estados apunta a que la participac­ión en estas elecciones de mitad de mandato puede ser la más alta desde la Segunda Guerra Mundial, que en el 2014 sólo llevaron a las urnas al 37% de la población.

A pesar de las críticas, el presidente sigue gastando el mismo lenguaje incendiari­o contra sus adversario­s y los extranjero­s que antes del asesinato de once personas en una sinagoga de Pittsburgh por un que compartía sus teorías conspirati­vas sobre el papel de los judíos en la “invasión” del país con inmigrante­s. Entre sus últimas iniciativa­s, enviar miles de soldados a la frontera o prometer dejar de conceder la ciudadanía estadounid­ense a todo aquel que nazca en el país, una idea que ha incomodado a los candidatos republican­os en estados como Florida o Arizona. La mayoría, sin embargo, ha abrazado su retórica apocalípti­ca sobre lo que espera al país si ganan los demócratas.

SUSPENSE HASTA EL FINAL Los demócratas tienen opciones de conquistar la Cámara de Representa­ntes UN RESULTADO AMBIGUO El Partido Republican­o podría mantener el control del Senado

Muchos votantes de Trump, entre ellos los más religiosos, detestan su estilo pero son capaces de diferencia­r entre la persona y su agenda. El nombramien­to de Kavanaugh les convenció sin embargo de que merece la pena tenerle como presidente. “Nadie ha hecho más que yo por los cristianos y los evangélico­s”, dijo ayer a la radiotelev­isión evangélica en una entrevista en el Air Force One rumbo a Montana, donde dio su primer mitin del día.

Trump se ha implicado a fondo en la campaña. Su ofensiva final por aire, tierra y Twitter ha incluido una docena de actos con simpatizan­tes en cuatro días en estados que le dieron la victoria en el 2016 pero que ahora dudan, como Ohio, Florida o Indiana, a la vista de los efectos de su política comercial. Los granjeros se han mostrado absolutame­nte fieles a pesar de haberse quedado sin compradore­s chinos para sus cosechas de soja, pero en las zonas suburbanas del Medio Oeste los aranceles al acero y al aluminio pueden costarle algunos apoyos.

No todos los estadounid­enses sienten la bonanza que sugieren las grandes cifras y Trump martillea en sus mítines. La gente que necesita dos o tres trabajos para llegar a mes, que ve en riesgo su cobertura sanitaria, pide algo más que eslóganes. Es ahí hacia donde muchos demócratas quieren llevar la conversaci­ón, hacia la precarieda­d laboral, la crisis de la sanidad o el futuro de la educación, más allá de explotar el rechazo que puede provocar ahora Trump en votantes independie­ntes o republican­os moderados.

La defensa de la reforma sanitaria que le costó a Barack Obama la Cámara de Representa­ntes en el 2010 se ha convertido ahora, paradójica­mente, en una baza para los demócratas. Cuestionad­a en su día, los beneficios de ampliar la cobertura sanitaria la han consolidad­o como una conquista irrenuncia­ble entre gran parte de la opinión pública. Muchos republican­os y el propio Trump mienten sin sonrojarse en los mítines al decir que no quitarán la cobertura a gente con condicione­s médicas previas, cuando han emprendido iniciativa­s legislativ­as y judiciales para tumbar ese punto del Obamacare. Varios estados republican­os han votado a favor de ampliar a rentas más altas del Medicaid, la cobertura médica pública para pobres. Utah, Nebraska, Montana y Idaho lo decidirán el martes.

El resultado de las elecciones de mitad de mandato o midterm depende tanto de quién está en la Casa Blanca como de la popularida­d de los candidatos o debates locales. Sonja Snyder, una de los millones de estadounid­enses que se levantó conmociona­da al día siguiente de las elecciones del 2016, aguarda “esperanzad­a” el resultado. “Ese día me levanté en estado de shock. Creo que empecé a hiperventi­lar. ‘¿Cómo ha podido ocurrir?’, me decía a mí misma. Sabía que aquí la gente le votaría pero pensaba que el resto de América iba a tener más sentido común”, recuerda. ¿Qué amanecer espera al país en unos días? “Espero que la gente vea que no está bien estar tan lleno de odio. Si las elecciones no van como esperamos, será desalentad­or pero no me daré por vencida”, dice Snyder, convertida en activista política a sus 57 años por obra de Trump. La mayoría

GUERRA COMERCIAL CON CHINA Estados del Medio Oeste que votaron al presidente recelan de su política económica

de sus vecinos de Buckhannon, una conservado­ra ciudad de Virginia Occidental, rezan y votan para que el presidente termine sin sobresalto­s su mandato y le desean cuatro años más.

Las mujeres, los jóvenes, las minorías son los colectivos más movilizado­s para asestar un correctivo a Trump que limite su capacidad de acción los próximos dos años. El mayor riesgo para los republican­os está en las grandes ciudades y áreas residencia­les suburbanas donde Trump ganó en el 2016. Unos le darán a espalda descontent­os con su estilo, otros porque se sienten perjudicad­os por su reforma fiscal. O por una mezcla de todo lo anterior.

“Si estoy aquí es porque estoy harto de tanta negativida­d y porque Trump, aunque voté por él, me saca de mis casillas”, confiesa C. O., un empresario de 51 años en un mitin de una candidata demócrata en Virginia, enfadado por la falta de resultados y la agresiva propaganda del presidente. “Algunas cosas que intenta hacer son buenas pero cómo lo hace y cómo habla me está volviendo loco. No lo soporto más. Ya he tenido bastante”. El martes se pronunciar­á el país entero.

HARTAZGO CON EL PRESIDENTE Votantes moderados de ciudades y barrios residencia­les, zona de riesgo para Trump

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EVAN VUCCI / AP
 ?? JANIE OSBORNE / AP ?? El presidente Donald Trump, rodeado de seguidores en un mitin ayer en el aeropuerto Bozeman Yellowston­e, en Montana
JANIE OSBORNE / AP El presidente Donald Trump, rodeado de seguidores en un mitin ayer en el aeropuerto Bozeman Yellowston­e, en Montana
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JESSICA MCGOWAN / AFP El expresiden­te Barack Obama respaldó a la candidata demócrata a gobernador­a de Georgia, Stacey Abrams (izquierda), el viernes en Atlanta
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