El particular Wall Street iraní
El Gobierno iraní intensifica la presión contra el mercado negro de divisas ante las nuevas sanciones de EE.UU.
Irán tiene su propio Wall Street. Y no se trata de la Bolsa de Teherán, que funciona organizadamente en un edificio oficial con sus pantallas y agentes, sino de varios puntos estratégicos de la ciudad donde se negocia el precio del dólar, el oro y hasta los coches de segunda mano. A la intemperie, decenas de hombres pegados a sus teléfonos y gritándose los unos a los otros definen diariamente el precio no oficial del dólar o el euro en el país.
“El valor cambia dependiendo de si hay dólares en el mercado. Por eso les persiguen, no quieren que el rial se deprecie aún más”, explica Ali, un vendedor oficial de monedas de oro del Gran Bazar de Teherán, donde ayer era evidente la campaña del Gobierno para evitar la reunión de estos grupos de hombres, en vísperas de la entrada en vigor de la última etapa de sanciones económicas impuestas por Estados Unidos, mañana lunes.
El nuevo paquete de sanciones contempla, entre otras medidas, que las exportaciones de petróleo iraní se reduzcan a cero, lo que en opinión de algunos expertos será un reto imposible de cumplir por la dependencia de este crudo de países como India o China. El viernes ocho países recibieron un permiso especial de Washington para seguir comprando crudo iraní con la condición de que pongan fin a este vínculo comercial en las próximas semanas. “Sólo porque han demostrado reducciones significantes en el petróleo y cooperación en muchos otros frentes”, dijo el secretario de Estado, Mike Pompeo, que no especificó qué países han sido exonerados.
Semanas antes de que el presidente Donald Trump anunciara que su país se retiraba del acuerdo que limita el programa nuclear iraní, firmado en el 2015, la moneda local empezó a depreciarse a un ritmo acelerado. Se calcula que en el último año ha perdido un 70% de su valor. Hace unas semanas la situación llegó a ser crítica, con el dólar vendiéndose por 190.000 riales. Ayer se cambiaba a 137.000 riales.
En la plazoleta principal del Gran Bazar decenas de vendedores de divisas disimulan hacién- dose pasar por compradores en el mercado ante la estrecha vigilancia de la policía en lo que se considera el corazón económico de Irán. Algunas calles más al norte, frente a la embajada británica, donde opera otra de estas bolsas de divisas informales, varios carteles cuelgan de los edificios aledaños. “De acuerdo con la ley anticontrabando de objetos y de moneda extranjera, cualquier forma de orden, venta y compra fuera del sistema bancario o de las casas de cambio autorizadas
A la intemperie, varios hombres pegados a sus teléfonos definen a diario el precio no oficial del dólar
es ilegal y será castigada por la ley”, se lee.
“Las sanciones tienen la culpa de lo que está pasando, pero también ha habido equivocaciones políticas”, asegura Amin, otro mercader de monedas de oro del Bazar. Uno de esos errores fue fijar una tasa oficial de cambio de 42.000 riales el dólar, lo que dio origen a numerosos casos de corrupción. El régimen reaccionó procesando a decenas de personas, entre ellas muchos vendedores de divisas. Al menos dos han sido condenados a muerte.
La incertidumbre económica es manifiesta. Según las encuestas, el 79% de los actores económicos son pesimistas sobre el futuro y la inflación ha superado el 45%. Y ante la llegada de nuevas sanciones, los iraníes se apresuraron a cambiar sus ahorros en dólares. O a comprar oro.
En la pequeña tienda de Amin, un cliente tras otro hacen cola para comprar monedas de oro, una forma de inversión que está creciendo. “Irán tiene una economía tradicional. Aquí la producción industrial es reducida, dependemos del petróleo y las opciones de la gente para invertir son pocas”, explica Amin, que resalta que por esa razón se está optando también por comprar viviendas o coches. “Los que tienen ahorros intentan salvarlos como pueden, pero muchísima gente lo está pasando muy mal”, concluye.