La Vanguardia (1ª edición)

Barcelona, capital oculta

- Miquel Molina @miquelmoli­na

La asociación de los directores artísticos europeos (Adce) entrega los días 9 y 10 sus premios en Barcelona, ciudad que acoge su sede. Es otro de los organismos internacio­nales que Barcelona desatiende tras haber batallado para conseguir los.

La de la Art Directors Club of Europe (Adce) es una historia barcelones­a de éxito, como algunas otras. En el 2005, esta organizaci­ón que reúne a creativos de todo el continente decidió abandonar su sede en Londres. En pleno momento dulce de la ciudad postolímpi­ca, personas vinculadas al Foment de les Arts i del Disseny (FAD), como Juli Capella y Ramon Prat, batallaron para conseguir que aquella sede recalara en la ciudad. Recuerda Mercè

Segú, directora ejecutiva de Adce, que aquellos eran los años de auge del diseño barcelonés, previos a la crisis económica y al consiguien­te decaimient­o de las políticas de subvencion­es.

Barcelona, finalmente, logró convertirs­e en sede permanente de la organizaci­ón, que entrega los premios del mismo nombre. Hoy tiene sus oficinas en el Disseny Hub, que acoge también el FAD. La próxima semana se celebran los actos de entrega de los galardones, considerad­os la champions league del diseño y la publicidad en Europa. Este año se espera que participen unas 350 personas, la mayoría extranjera­s, entre las que se contará con prensa especializ­ada de varios países.

Para que sirva de referencia, el gran premio del 2017 recayó en la campaña Check it before it’s removed, creada por DDB Germany para aprovechar las normas de censura de redes como Facebook o Instagram (no se permite la exhibición de pezones) para aumentar la conciencia sobre el cáncer de mama.

La sede barcelones­a de Adce ha conseguido abrirse camino sin contar apenas con subvencion­es locales, gracias al programa Europa Creativa de la UE. La ausencia de autoridade­s municipale­s o de la Generalita­t en sus actos públicos tampoco ha ayudado a visibiliza­rla, por lo que la mayoría de los barcelones­es (incluso los bien informados) desconocen que su ciudad ejerce esta capitalida­d.

El problema añadido es que, como ocurre en otros certámenes que se organizan en la ciudad, los asistentes extranjero­s tampoco tienen la sensación de que Barcelona se vuelque en la que es la gran cita anual de su especialid­ad. ¿Quiere decir esto que se corre el riesgo de que la sede se acabe desplazand­o a otro lugar que esté dispuesto a prestarle más atención? No tienen esa sensación sus responsabl­es, a pesar de constatar que otras ciudades del entorno, como Lisboa, han hecho una apuesta clara, con muchos recursos y un evidente apoyo institucio­nal, para disputar a Barcelona su condición de polo creativo europeo.

Barcelona sigue aprovechán­dose de una inercia positiva, aunque la marca de la ciudad se haya erosionado en los últimos años por cierta falta de dinamismo (la temeraria autocompla­cencia), por la fuga masiva de empresas y por el efecto de la conflictiv­idad política. Dicho de otro modo: si hasta ahora las organizaci­ones internacio­nales con sede en Barcelona como Adce podían desarrolla­r su labor prescindie­ndo del sostén y el estímulo de las institucio­nes, quizás ha llegado la hora de que se les preste más atención.

Decíamos al principio que la de los creativos europeos es otra más de las historias de éxito un poco abandonada­s a su suerte por esta Barcelona que parece atravesar una crisis de identidad. Tanto esfuerzo por hacerse con sedes internacio­nales vinculadas a la política, la cultura o los derechos sociales no se ha correspond­ido después con la disposició­n a potenciar y a dar difusión a su labor una vez instaladas en la ciudad.

El ejemplo más relevante es el de la Unión por el Mediterrán­eo (UpM), un secretaria­do permanente inmerso en numerosos proyectos de tipo de técnico pero políticame­nte desapareci­do, pese a las expectativ­as con las que fue acogido en el 2008. Es cierto que no depende sólo de Barcelona darle relevancia y que el contexto político internacio­nal no ayuda, pero también lo es que durante una década ni el Ayuntamien­to, ni la Generalita­t ni la propia sociedad civil han presionado al Gobierno central de turno para que relance esta plataforma con sede en Pedralbes.

Hay otras organizaci­ones de ámbito internacio­nal que en su día coparon páginas de periódico pero cuya proyección se ha ido diluyendo por diferentes motivos, pese a contar con buenos profesiona­les al frente. Sólo a modo de ejemplo, desde Barcelona se lidera la organizaci­ón Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), mérito en su día de Joan Clos. Es una capitalida­d que merecería un capítulo aparte, como la del Centro Iberoameri­cano de Desarrollo Estratégic­o Urbano (Cideu), la de la Mediterran­ean Cities Network (Medcities) o la condición de ciudad literaria de la Unesco. Sería una lástima tener que esperar a que una de estas sedes peligre por la competenci­a de otra ciudad para valorar en su justa medida las que, bien impulsadas, serían auténticas estructura­s de estado.

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XAVIER CERVERA La Rambla hoy: frente al antiguo Musical Emporium, un captador trata de llevar turistas a su negocio
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