Sensible y combativa
La dimensión paramusical de Chan Marshall, es decir, de Cat Power es intensa y a veces sobrecogedora, ya que en ella hay capítulos de hospitalización a causa desorden bipolar o reiteradas sesiones de rehabilitación (por depresión, no por adicción alcohólica según aseveró recientemente). Su obra artística, de un modo u otro, ha reflejado a lo largo de su carrera la cruda realidad. Y por eso, es una constatación feliz ver que en su nuevo álbum, aparecido seis años después de su anterior disco Sun, la cantante hace exhibición de un estado doble de calma y a la vez de fortaleza. Y de sensible satisfacción como madre, que le lleva a hacer aparecer a su hijo en el tema que da título al álbum.
Y es que a lo largo de Wanderer, a Marshall se la puede ver y oír al mando de su contenido musical, de esa inconfundible amalgama de folk, blues y soul siempre inconfundible en sus manos. Pese a que en algunos cortes del volumen, como Me voy u Horizon, las líricas no invitan al optimismo ni a la esperanza, a lo largo de la audición del álbum se hace más o menos palpable un regreso a los sonidos más enraizados en ella. Y ello se hace más visible ya que en su anterior álbum había asomado su interés por desplazarse del soul a las arenas electrónicas, más cálidas y a una accesibilidad sonora mucho mayor. Aún así, Wanderer algún guiño a las grandes audiencias, como cuando Lana del Rey aporta lejanos ecos vocales en la admirable Woman, ejemplo de blues-rock de primer nivel.