La Vanguardia (1ª edición)

Victoria de rebote entre silbidos

Una acción de Vinicius sirvió para ganar un partido en el que el Valladolid estrelló dos balones en el larguero

- CARLOS NOVO Madrid

El Madrid de Solari logró una victoria in extremis gracias a un gol en propia puerta de Kiko Olivas que desvió a su portería un centro chut de Vinicius. El gol llegó a siete minutos del final, cuando el Madrid era ya un equipo exhausto, sin alma, pitado por su público y a merced del Valladolid, que había estrellado dos remates en el larguero de Courtois. La victoria deja pocos síntomas de mejoría en los blancos pero permitirá a Solari probarse una semana más a la espera de intentar consumar la reacción en Pilsen y en Vigo.

Al Valladolid le faltó algo más de picante para sacar algo positivo de un Bernabeu que empieza a mostrar desapego hacia los suyos. Algunos jugadores son claramente señalados, como Ramos, que recibió silbidos aislados cada vez que tocó el balón, en una versión menor de lo que le pasaba a Piqué, o a Bale, que prolongó su picnic del Camp Nou con otra tarde de asueto. La falta de compromiso del galés con este equipo resulta ya insoportab­le para un sector del madridismo.

La revolución de Solari en Melilla se quedó por el camino frente al Valladolid. Con el regreso a la Liga volvieron las vacas sagradas y el equipo empeoró. Obviamente tampoco estaba delante el Melilla y el Madrid no encontró caminos para hacer daño al equipo presidido por Ronaldo, bien construido desde atrás. Con un Modric bastante mejorado al que no se le puede negar que se dejara el alma, el Madrid tuvo en Odriozola y en Reguilón sus mejores bazas. Los laterales corrieron bien las bandas pero encontraro­n poca colaboraci­ón en Bale y Asensio. El balear volvió a pasar desapercib­ido, todo lo contrario que en Melilla, cuando de media punta por detrás de Benzema pareció renacer.

La primera parte transcurri­ó entre larguísima­s posesiones del Madrid que no podía nunca acabar la jugada. En el mejor de los casos todo terminaba en un centro a la olla, algo inútil dado que Benzema no ataca nunca los balones aéreos y cuando lo hace suele meter mal la cabeza. En todo el primer tiempo el Madrid no inquietó de verdad a Masip, que fue un espectador más.

Pasada la primera media hora el Valladolid se atrevió a cruzar el medio campo y suyas fueron las dos mejores oportunida­des antes del descanso. Antoñito pilló mal colocada a la defensa blanca en una contra y se plantó ante Courtois. Le picó el balón, pero se le fue alto. Luego, Enes Ünal tuvo un cabezazo sin marca dentro del área y también se le marchó fuera. Ya no aguantó el Bernabeu, que silbó con fuerza a sus jugadores, como también lo haría cuando Gil Manzano decretó el tiempo de descanso.

La segunda parte se jugó con más ritmo porque los dos equipos alternaron los ataques. El Madrid tuvo menos posesión pero más peligro y el equipo mejoró con la entrada de Isco por Casemiro.

Con la posesión del Madrid cada contra del Valladolid era una puñalada para el Bernabeu. Si los postes le jugaron una mala pasada a Lopetegui, ayer fueron aliados de Solari. Primero Alcaraz y luego Toni Villa pudieron adelantar a los visitantes pero sus zapatazos lejanos se fueron al travesaño de Courtois.

Para los últimos veinte minutos entraron Lucas Vázquez y Vinicius por Asensio y Bale. El Madrid no mejoró en el juego y cuando daba muestras de agonía y cansancio mental Vinicius dio la razón a los que le reclaman. Culminó una jugada personal con un centro chut que chocó en el central Kiko Olivas y Masip no pudo detener el balón que entró ajustado al palo. Solari respiró, el Bernabeu aplaudió a rabiar al brasileño, que lo celebró con reverencia­s a la grada. Con el Valladolid desmoraliz­ado aún la caería otro gol en un claro penalti a Benzema que Ramos transformó a lo Panenka. Las cosas de Ramos.

RAMOS Y BALE, SILBADOS Ramos se llevó protestas aisladas cuando tocaba el balón en el primer tiempo y Bale recibió una gran pitada EL GOL DETERMINAN­TE Vinicius jugó los últimos veinte minutos y un centro chut suyo provocó el autogol del central Olivas

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JAVIER SORIANO / AFP El portero del Real Madrid Thibaut Courtois se lanza a por un balón que acabaría estampándo­se en su larguero

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