La Vanguardia (1ª edición)

Lopetegui estuvo aquí

- Carlos Zanón

De haber coincidido en tiempo y espacio, William Shakespear­e y Florentino Pérez, tendríamos algún drama menos con nombre de rey pero sin lugar a dudas, otro personaje inolvidabl­e. El presidente del Real Madrid es algo así como el cruce imposible entre Tony Soprano, Buster Keaton y Bartleby, el escribient­e. Es letal como el primero, cae de pie como el segundo y mientras te estrangula preferiría no hacerlo como el personaje de Melville. Su última víctima ha sido Julen Lopetegui. Nunca sabremos de él si fue un buen entrenador del mismo modo que nunca pudimos saber si Caín era buen campesino. Es lo que tiene el Pecado Original. De Caín dicen que se cargó a su hermano repelente y vagó por la tierra sin hallar la paz y con una marca en la frente. De Lopetegui cuentan que traicionó a su Patria y su Patria perdió un Mundial que ya estaba ganado (eso es bastante usual en esa Patria). Lo que es cierto es que si uno empieza engañando, negando y disimuland­o sin que nadie te crea la cosa no acaba bien ni en la vida real ni en Ricardo III. Darth Vader atrajo a Lopetegui hacia la Estrella de la Muerte sin importarle cuándo ni cómo y hasta los propios aficionado­s de su equipo arrugaron la nariz. De haberlo hecho el Barça nos volvían a amarrar el Piolín en el Moll de la Fusta al lado de las Golondrina­s. En la propia presentaci­ón de Macbeth como entrenador blanco, todos sabíamos que el bosque de Durham se iba a acercar al Santiago Bernabéu antes de los turrones. De hecho, llegó antes que las castañas siempre y cuando tres goles de Suárez, uno de Vidal y otro de Coutinho no los considerem­os castañas.

Florentino siempre pone esa cara de yo hice lo que pude pero me engañaron con el producto en mal estado que les serví. E intoxicado le agradeces la informació­n. Algo de Yago tenemos ahí. Supongo que ésa es una virtud. La otra es tener a la prensa de su ciudad con un permanente estrés post traumático con deriva Síndrome de Estocolmo. Y a Tomás Roncero ahora como Juan Bautista o Jeremías hablando del Armagedón. La Reina Roja segó de un tajo la cabeza de Lopetegui que vivía como un alma en pena por cambiar de trabajo cuando no debía ni quería ni sabía. Uno, ante esa soledad del entrenador levantado de su banquillo en el Camp Nou, que espera su ejecución con alivio, como la única posibilida­d de que se le quite esa tristeza esencial. Los reos cuando cumplen condena saben que no se les puede exigir nada más. Cometieron la pena y pagaron por ello pero la pena se queda. Por eso es posible que aún decapitado sueñe cada noche con que estamos en el mes de junio y es entrenador de una selección y todo el mundo dice que lo hace fetén. El problema es que, como en el día de la Marmota, cada día recibe a las 5.59 h una llamada en el móvil y al descolgar nunca es Sonny & Cher quien canta I got you, babe.

Florentino siempre pone esa cara de yo hice lo que pude pero me engañaron con el producto en mal estado

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