La Vanguardia (1ª edición)

La cocina del maratón

Un grupo de chefs participa en la carrera de Nueva York en la que Geoffrey Kamworor busca repetir éxito

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

El maratón de Nueva York tiene unas 50.000 historias para contar. En cambio Geoffrey Kamworor, keniano de 25 años, quiere hacer historia. Su mentor se llama Eliud Kipchoge, el mismo que hace unas semanas asombró al mundo desde Berlín al batir el récord en la distancia de los 42 kilómetros y 195 metros con un registro estratosfé­rico de 2h01m39s.

Kipchoge estuvo el pasado año en la meta de Central Park, aunque iba vestido de paisano, frente a toda esa tropa de atletas. Una fotografía inmortaliz­ó el momento en que el mentor abrazó al discípulo. Qué felicidad transpira esa imagen. Kamworor ganó el maratón más famoso del planeta por sólo tres segundos (2h10m53s).

Ha vuelto este 2018 y afronta un lance trascenden­tal. No se trata de que le quite la marca a su referente, cosa compleja tanto por las diferencia­s deportivas –quién sabe si alguna día llegará, porque es ocho años más joven– como por el lugar. La carrera que pasa por los cinco boroughs o distritos de la Gran Manzana no está diseñada para alcanzar tiempos de los que dejan huella.

No, el reto que afronta Kamworor consiste en revalidar el título del 2017. Sobre este maratón pesa una especie de maleficio y él lo quiere romper convirtién­dose en el segundo corredor masculino que repite en el podio en el último par de décadas y el séptimo en 48 años de trayectori­a.

Según los archivos de esta prueba, en la primera convocator­ia de esta cita en 1970 hubo 55 participan­tes que acabaron. Hoy, con una previsión de condicione­s meteorológ­icas ideales –un día luminoso, sin lluvia, ni demasiada calor, ni excesiva humedad ni viento– se espera que cinco decenas de miles concluyan su periplo sin más objetivo, en su inmensa mayoría, de llegar al final o batirse a si mismos en el crono.

A diferencia de Kipchoge y Kamworor, entre los amigos y socios Romain Fornell, de 42, y Óscar Manresa, de 56, se invierten los términos. El más joven fue el que animó al otro.

“Esto es como mi Ramadán, dos meses sin excesos de comida o de bebida”, señala Fornell. “Dos meses sin pan, sin dulces, sin vino y sin fritos”, tercia Manresa.

El encuentro con ellos se produce en el Reservoir de Central Park y luego hay una caminata hasta el Great Lawn, de donde sale la fotografía que ilustra esta página, con el nuevo sky line, el de los millonario­s, al fondo.

El gran jardín de Manhattan siempre, a diario, incluso con lluvia o nieve, es un polo de atracción de corredores. Estas jornadas, sin embargo, gozan de más colorido, por el otoño y por la cantidad de runners procedente­s de todos los continente­s.

Fornell (una estrella Michelin por el Caelis de Barcelona) y Manresa (Torre de Altamar) ejercen en este caso como portavoces de un grupo de chefs que acostumbra­n a venir a cumplir con este ritual. En la lista de previstos figuran David Muñoz (tres estrellas por el DiverXo de Madrid), y otros de renombre como Michel Bras, Daniel Humm o Christian Etchebest.

Tanto probar platos y menús, se gana peso. En este periodo de preparació­n, Fornell ha perdido siete kilos, en tanto que Manresa se ha dejado casi catorce para quedarse en los cien.

“Yo no hacía nada, él me regaló el dorsal hace cinco años y me salvo la vida. Ahora estaría en 200 kilos”, suspira Manresa.

Para su colega esta es la décima vez que se apunta al maratón. Pero será la novena en que participe ya que la del 2012 se suspendió por el impacto del huracán Sandy. Empezó porque un amigo (Ariel) le dijo que corría. “Le comenté que si el podía, yo también. Al día siguiente me registró”, rememora Fornell, que tiene una marca de cuatro horas y treinta y pico minutos. Manresa hizo la primera en siete y ha bajado a cinco horas. “Se trata de acabar, mientras llegue a la cena”.

De eso se trata: correr y reponer fuerzas con su maestría en los fogones. Kipchoge y Kamworor les superan en el asfalto, pero “nosotros somos los kenianos de la cocina”, bromea Fornell. “Ahí podemos hacer podio”.

48 AÑOS DESPUÉS En el primer maratón, en 1970, apenas acabaron 55 participan­tes y hoy se espera que sean 50.000 CHEFS A LA CARRERA Varios cocineros, con estrellas Michelin o no, se citan en la Gran Manzana para correr y... para comer UNA MEDIDA TERAPÉUTIC­A “Yo no hacía nada y Fornell me regaló el dorsal hace cinco años y me salvó la vida. Ahora estaría en 200 kilos”, suspira Manresa

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FRANCESC PEIRÓN Los chefs Romain Fornell y Óscar Manresa se toman un respiro en el Great Lawn de Central Park de Nueva York

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