La Vanguardia (1ª edición)

De rey de la selva a rey del mambo

- Joaquín Luna

Han visto lo que, en pleno siglo XXI, le están haciendo al león Simba en un pueblo de la Garrotxa? ¿Piensa cruzarse de brazos? ¿Será capaz de acostarse con el tigre de su marido cuando todo un rey de la selva es cosificado en fotos eróticas?

Yo he visto esas fotos. Un antes y un después. Simba, al que también llamaremos el rey león, el rey de la selva o el rey del mambo, aparece en pelota picada –y una incipiente barriga–, tendido plácidamen­te y abrazado por su dueña, también en pelota picada.

La entidad Faada exige a la Generalita­t el decomiso de Simba –exleón de circo, esas cosas marcan– por dos razones: el muy león aparece en el interior de la vivienda de sus dueños –o como se les llame–, una pareja, fuera de la zona de la propiedad catalogada de “núcleo zoológico” –digo yo que el jardín– y, además, es utilizado “en una fotos eróticas” que atentan contra “el bienestar del animal”.

La Generalita­t ha estado a la altura y para cortar la alarma social –no sea que las catalanas cambien a sus tigres por leones, no necesariam­ente del Athletic de Bilbao– ha abierto un expediente para decidir si lo decomisa.

Gracias a Faada (Fundación para el Asesoramie­nto y Acción en Defensa de los Animales, asociada a la Xarxa d’Economia Solidària), el mundo libre ya no podrá decir: miré a Simba y me entraron ganas de abrazarle –o de ponerme en su lugar– pero no hice nada. Y después fueron a por mi cuñado y tampoco hice nada (él tampoco, el muy pachorra). Hasta que un día vino una mujer, con sus tatuajes –de eso hablaremos otro día, menudas discusione­s entre amigotes sobre si los tatuajes suman o restan–, se hizo una foto desnuda conmigo y nadie hizo nada, salvo darme palmaditas en la espalda y pedirme detalles.

El caso de Simba es sólo la punta del iceberg. ¿Haría él, Simba, eso tan feo de hacerse una foto erótica con su dueña? Mientras leen estas líneas, decenas de serpientes en el mundo son enroscadas en cuerpos desnudos de los cabarets de Extremo Oriente, decenas de cabras son obligadas por legionario­s a salir de marcha en el norte de África y decenas de vacas suizas dan leche sin descremar.

Todas las noches me vienen las fotos a la cabeza y así no hay quién coja el sueño. Pensar que duermo solo, sin que ninguna mujer desnuda con tatuajes molones se enrosque, mientras que el pobre Simba apechuga este calvario. Ya no les cuento si fuese una mujer casada que goza del privilegio de dormir todas las noches de la existencia junto a un hombre que ronca. ¡Cuantos remordimie­ntos!

¡Cómo no va a uno a hacerse animalista en Catalunya! Primero Goiat –otro objeto sexual, un pobre oso traído a su pesar desde Eslovenia para fecundar a diestro y siniestro (y aún se extrañan de que se cargue la cabaña pirinaica)– y ahora Simba, de rey de la selva a rey del mambo.

No podemos mirar a otro lado, sucede en Catalunya: la dueña del león Simba le cosifica en fotos eróticas

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