El uso de redes sociales incide en una mayor infelicidad de los adolescentes
El uso de las redes sociales entre los adolescentes se está traduciendo en niveles más altos de infelicidad, ansiedad y depresión entre los jóvenes. Así lo asegura el informe sobre el impacto de las redes sociales en la salud del adolescente elaborado por Nicoletta Balbo, del Centro de Investigación en Dinámicas Sociales de la Universidad Bocconi (Milán) y una de las expertas de Population Europe, la red colaborativa europea de institutos y centros de investigación demográfica que asesora a la Comisión Europea.
La autora advierte que estar conectado conlleva cierto peaje para la salud mental de los jóvenes, que ven qué hacen sus compañeros y conocidos en todo momento, incluso cuando no están en la escuela, lo que aumenta la presión para proyectar un estilo de vida “emocionante e innovador”, les expone al ciberacoso, hace más fáciles las comparaciones y puede provocar que el adolescente se sienta inadecuado, que piense que su vida no es tan interesante. A ello se suma, según Balbo, que por no perderse nada muchos chavales viven pegados a su móvil e incluso lo revisan en mitad de la noche por si tienen nuevos mensajes, lo que afecta a sus horas de sueño y a la calidad de este, así como a la liberación de melatonina, lo que también impacta en su salud mental porque al no dormir bien tienden a sentir más ansiedad y tienen más riesgo de desarrollar depresión.
Para elaborar su informe, la experta de Population Europe ha revisado informes de la Organización Mundial de la Salud sobre la salud mental de los jóvenes, estudios que vinculan las enfermedades mentales en la adolescencia con problemas de salud en la edad adulta e investigaciones sobre el impacto de las redes sociales entre los escolares, la mayoría de ellos referidos a población de Estados Unidos y el Reino Unido. Admite que no hay suficiente información para asegurar con certeza que el uso de las redes sociales está “directamente vinculado” con los mayores niveles de depresión y problemas de salud mental que se detectan entre los jóvenes de 15 a 24 años, pero sí reivindica de la Unión Europea más programas para educar a los jóvenes en el uso de las redes sociales y para informarles sobre salud mental y sobre cómo buscar ayuda si es necesario. También reclama más fondos para hacer estudios longitudinales en otros países de la Unión Europea que permitan entender el impacto que tienen a largo plazo en la salud los hábitos y las angustias que se sufren en la adolescencia.