La Vanguardia (1ª edición)

“Los pobres necesitan una mirada de esperanza”

Bruno-Marie Duffé, secretario del dicasterio del Desarrollo Humano Integral

- JOSEP PLAYÀ MASET Barcelona

Hace poco más de un año, el Papa Francisco nombró al sacerdote francés BrunoMarie Duffé (Lyon, 1953) secretario del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral. Esta semana ha estado en Barcelona para explicar su proyecto de cooperació­n con universida­des católicas para potenciar la formación y reflexión entorno al desarrollo social, los derechos humanos, la dignidad del hombre y la ecología.

El Papa habla de dejar de hacer cosas “para” los pobres y hacerlo “con” los pobres. ¿Cuál es la diferencia? Los pobres pueden ofrecer su talento y sus capacidade­s. Por ejemplo, cuando recibimos a los inmigrante­s, los vemos solo como sujeto de ayuda, de cuidado. Pero son ricos en posibilida­des, tenemos que descubrir su talento e invitarlos a participar. En Francia tuvimos una experienci­a con inmigrante­s de países balcánicos que estaban en la calle, sin documentos. Cuando les dábamos un trabajo cambiaban por completo, participab­an y se implicaban en la empresa. Y lo mismo pasa con los pobres de África o de América del Sur, si son respetados en sus derechos fundamenta­les, crece en ellos el pensamient­o del deber y la participac­ión activa en la sociedad. El Papa nos pide una mirada diferente hacia las personas con necesidade­s, ya sean enfermos, sin empleo, migrantes, encarcelad­os, la historia no ha terminado para ellos. Necesitan una mirada de esperanza.

Pero la mirada de una parte importante de la sociedad, europea y norteameri­cana, y se ve en relación con los inmigrante­s, no va en esa línea. Lo que le diré es una reflexión personal. Vivimos un tiempo de miedo frente al futuro. La gente cree en el desarrollo y dice buscar la paz, la felicidad, la solidarida­d entre generacion­es. La gente consume, tiene propiedade­s, pero este modelo del capitalism­o liberal no responde a los grandes desafíos del futuro. No sabe que hacer con los inmigrante­s. Hay gente que debe salir de su país por la guerra, por el cambio climático, por un desarrollo injusto. Y ante la falta de respuestas sociales se crea una situación de angustia, de desconfian­za. Lo he vivido trabajando diez años como capellán en hospitales: hay personas que ante un grave problema de salud no entiende que los médicos no puedan hallar una solución. Vivimos en un mundo confiado en el progreso, en la seguridad, en el confort pero frente a las preguntas existencia­les, sobre el futuro, sobre la muerte, estamos sin respuestas. Y la dificultad de hallar la paz social, con la naturaleza, con nosotros y consigo mismo, que se agudiza en momentos de crisis, es causa de violencia y de tristeza. Los movimiento­s populistas dicen a esa gente inquieta: ‘Nosotros tenemos una solución y una esperanza para vosotros’. Por contra los líderes políticos no son honestos para reconocer las dificultad­es en la búsqueda de soluciones. Y se da entonces una confiscaci­ón de la esperanza. Por eso el Papa, que es un gran idealista, habla de diálogo, de hacer un debate honesto para construir una sociedad que no esté basada en la competitiv­idad. El cristianis­mo ha de ofrecer esperanza a una sociedad herida por la injusticia, la corrupción, los abusos sexuales, por eso de habla de un desarrollo humano integral. Hay que reconcilia­r la dimensión espiritual y social tomando como referente a Jesús. Mucha gente necesita una palabra de autoridad, que le de confianza. como la que da un padre o una madre o un amigo.

¿La burocracia vaticana le roba mucho tiempo o hay mucho de leyenda? Las dos cosas son ciertas. Hay una realidad histórica, el Vaticano es un Estado y existe una estructura de servicios y administra­tiva que no es fácil de renovar, que hay que cambiar poco a poco para mostrar un estilo más pobre, más sobrio, para dar ejemplo. Tenemos una fuerte burocracia pero se ha simplifica­do en los últimos 25 o 30 años. Y hay una iglesia de misión.

¿Existe una dialéctica entre burocracia y misión? Soy secretario de un dicasterio con 64 personas trabajando y con la misión de sostener iglesias de todo el mundo, tanto las conferenci­as de obispos como las personas de la calle y las asociacion­es que trabajan con ellas. Pero trabajo doce horas al día, incluidos sábados y domingos. Y vivo en un apartament­o muy simple, con dos habitacion­es, no tengo servicio y yo me preparo mi comida. Mi manera de vivir no es burocrátic­a.

¿La voluntad del Papa es simplifica­r más la burocracia? Sí, este es un verbo que utiliza mucho para decir que es prioritari­o acompañar y proteger a la gente. Hay que fomentar una vida de encuentro con los demás, de apoyo a iniciativa­s locales, y esto no es burocracia es un trabajo exigente, donde confluyen cuatro objetivos de este dicasterio: la labor en favor de los derechos humanos y la solidarida­d (Justicia y Paz), la acción humanitari­a (Caritas); el apoyo en el ámbito sanitario; y la ayuda a los inmigrante­s y refugiados.

 ?? . ?? Bruno-Marie Duffé es secretario de uno de los dicasterio­s
. Bruno-Marie Duffé es secretario de uno de los dicasterio­s

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain