La Vanguardia (1ª edición)

Descubrien­do

- Pedro Nueno

Qué oportunida­des vendrán en el futuro? En su día, no hace muchos años, nos pasamos con las inversione­s inmobiliar­ias. Lo inmobiliar­io es cíclico, sube y baja. Si te pasas sube un montón y luego cae otro montón, eso ocurrió, todavía nos acordamos, y de momento no nos pasamos. Es verdad que es más fácil de entender y llevar a cabo la compra de un piso en Barcelona que invertir lo mismo en un start-up digital en Silicon Valley.

El desarrollo de un mercado enorme como es el de China ha ofrecido muchas oportunida­des. Cada día menos porque los emprendedo­res chinos saben aprovechar­las, pero también porque los emprendedo­res globales ya están allí y solos o con socios chinos han encontrado oportunida­des transformá­ndolas en empresas. También mucha gente ha entendido que internet puede facilitar ciertas compras, estudiar algunas cosas, seguir a pacientes con enfermedad­es crónicas y, aunque no es inmediato, pasar del cara a cara al cara a pantalla, los huecos están bastante ocupados y con largas colas de emprendedo­res esperando que el hueco crezca.

Mirando qué hacen mis exalumnos emprendedo­res, veo que cada día hay más que se interesan por África. Algunos ya tienen cosas por allí. Después de seguir África durante los últimos 10 años me atrevería a decir que se han puesto las pilas como un día hicieron muchos latinoamer­icanos y en los últimos veinte años los chinos se las han puesto y se las han ido cambiado para mantenerse en forma emprendedo­ra. Irse a hacer negocios a África es más complicado que irse a China. África es un mosaico de países con idiomas, culturas, tamaños y oportunida­des distintos. Pero hay antiguos alumnos que están construyen­do por allí, o que actúan como inversores en proyectos de empresario­s africanos. Buscaron la forma de conocerlos en entornos serios, algunos relacionad­os con exalumnos de la filial que mi escuela de China, Ceibs, tiene en Accra (Ghana) o con escuelas que Iese ha montado allí, como en Lagos (Nigeria), por ejemplo, que ofrecen garantía de seriedad, profesiona­lidad, aspiración internacio­nal y cierta seguridad de que como miembros de un grupo unido de exalumnos, buscarán hacer las cosas muy bien.

Alguno se ha lanzado a proyectos más complejos como la minería y la logística que implica llevar minerales a puertos y de allí a Europa o a China. Pero algunos han simplement­e trasladado allí sucursales de lo que hacen por aquí, unos concesiona­rios (el crecimient­o de la venta de coches es importante en África), tiendas de productos de consumo, franquicia­s de marcas internacio­nales. El sector de la construcci­ón va bien en África y esto implica desde la arquitectu­ra hasta financiaci­ón de proyectos y unidades vendidas, pasando por materiales, transporte­s, instalacio­nes (eléctricas, de agua), equipos (ascensores, por ejemplo). Una vez conté en un hotel las marcas internacio­nales que había en el edificio, no creo que llegase a todas pero los sanitarios (eran Roca, por cierto), los ascensores (alemanes), la grifería y las cerraduras de las puertas (también alemanes), la caja de seguridad (americana), y me salían más de 30 marcas que alguien había llevado allí para construir el hotel y seguro que no las vi todas.

En África hay que mejorar la sanidad, faltan hospitales, la educación, faltan universida­des. Los africanos emigran en condicione­s deplorable­s y acaban trabajando en Europa. A medida que las cosas avancen en África y nuestros emprendedo­res aprovechen oportunida­des allí, pasará como en China, el consumo tirará de la economía y creará puestos de trabajo, calidad de vida y negocios atractivos. Algo vemos ya en países como Marruecos, que mejora su calidad de vida y recupera emigrantes que se fueron desesperad­os y han regresado formados. En España podríamos tomarnos África más en serio como hicimos con Latinoamér­ica y no nos fue mal.

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