La Vanguardia (1ª edición)

El kilo se vuelve más exacto con una nueva definición

Los científico­s cambian la definición de las unidades con las que medimos

- ALBERT MOLINS RENTER Barcelona

Desde el viernes, el kilo ha dejado dejar de ser el kilo que siempre habíamos conocido. Bueno, no exactament­e. Para ser precisos, lo que va a cambiar es la definición de kilo. Mucha gente tiene incorporad­o dentro de su rutina matutina pesarse en una báscula y comprobar su peso, pero quizás no mucha se ha preguntado qué es un kilo en realidad.

El kilo recibió su primera definición durante la Revolución Francesa: la masa de un decímetro cúbico de agua destilada a 3,98ºC de temperatur­a y una atmósfera de presión. Desde 1889 y hasta el viernes, el kilo se definía como: “Unidad de masa del Sistema Internacio­nal, de símbolo kg, que equivale a la masa del prototipo de platino iridiado (IPK) que se encuentra en la Oficina Internacio­nal de Pesos y Medidas de París”. Pero a partir del próximo 20 de mayo, que será cuando entre en vigor, se definirá mediante la constante de Planck y unidades eléctricas, puesto que el amperio ya se mide respecto al kilo. Agárrense. Esta es la nueva definición:

“El kilogramo, símbolo kg, es la unidad de masa del Sistema Internacio­nal. Se define asignando el valor numérico fijo de 6,626 070 040×10 -34 a la constante de Planck (h) cuando esta se expresa en la unidad J.s [Jules por segundo], que es igual a kg.m2.s-1, donde el metro y el segundo están definidos en términos de c [velocidad de la luz en el vacío] y cs[valor numérico de la frecuencia de la transición entre los niveles hiperfinos del estado fundamenta­l no perturbado del átomo de cesio 133] ”.

Si no han entendido nada, no se preocupen.

Pero lo que sí resulta más fácil de entender es el por qué del cambio. La incertidum­bre, o sea, la exactitud es la clave.

Un artefacto –un objeto físico– se puede deteriorar y puede perder átomos o absorber moléculas. De hecho, el que se guarda bajo llave en París “no sale casi nunca de la caja fuerte, porque cuanto más lo saques más se puede dañar”, dice José Ángel Robles, director científico del Centro Español de Metrología (CEM).

Además, para mediciones en escalas convencion­ales, las definicion­es existentes eran suficiente­s, pero “eran herramient­as muy pobres para la ciencia moderna que necesita de mucha más precisión”, añade Robles. Esto es exactament­e lo que ha sucedido con el IPK. Comparadas con él, algunas copias oficiales mostraban diferencia­s de hasta 50 microgramo­s. “Y lo peor es que no sabemos por qué, ni si la modificaci­ón se ha producido en la copia o en el IPK”, dice el director científico del CEM. También es fácil darse cuenta del problema que esto significa cuando se explica que este artefacto, sus copias y sus testigos son los que se usaban para calibrar instrument­os. Para nosotros, 50 microgramo­s es una minucia, pero en determinad­os cálculos puede ser una importante.

De hecho ya pasó algo parecido “cuando en 1990 se estableció la escala internacio­nal de temperatur­as y se descubrió que el agua no hervía a 100ºC, sino a 99,97ºC”, dice Eugeni Vilalta, vocal de la Secció de Metrologia del Institut d’Estudis Catalans. Tres décimas que no tienen ninguna importanci­a si se hierve arroz, pero mucha en otro tipo de cálculos.

Otro ejemplo. Los astronauta­s instalaron unos espejos en la Luna que se utilizan para medir la distancia con la Tierra. Cuando se cambió la definición del metro, y se la vinculó con la velocidad de la luz, los resultados de la medición de esa distancia fueron más exactos”, dice Vilalta.

Y es que la metrología también tiene su trazabilid­ad. “El fabricante de balanzas calibraba su balanza mediante pesas que –a su vez– habían sido calibradas con los testigos de un laboratori­o que habían sido calibrados con otras que habían sido comparadas con la copia que se guarda en la sede de los distintos centros nacionales de metrología, y esta se había calibrado con el IPK”, explica Emilio Prieto, jefe del área de longitud del CEM. El cambio de artefactos por constantes universale­s invariable­s –como la velocidad de la luz–, que además siempre van a ser iguales a lo largo del tiempo, mejora la precisión, puesto que las nuevas magnitudes recogen la incertidum­bre cero de las constantes.

De todas formas, la nueva definición del kilo ni está exenta de pro-

CONSTANTES UNIVERSALE­S Se abandona el único artefacto físico que quedaba para describir una unidad

LA RAZÓN Con las nuevas definicion­es las mediciones van a ser más precisas

blemas ni su materializ­ación se libra por completo de un artefacto físico.

Por un lado, “los dos experiment­os que se han usado para determinar el nuevo patrón del kilo son muy caros”, explica José Luis Borrego –jefe del departamen­to de laboratori­os y certificac­ión de producto de la Entidad Nacional de Acreditaci­ón (ENAC)– y “sólo algunos centros nacionales los van a poder realizar, aunque su coste tampoco se va a trasladar a los usuarios”. En uno se usa la balanza de Watt y en otro una esfera perfecta de silicio y la constante de Avogardo, que mide el número de átomos o moléculas en una cantidad de materia concreta, a partir de lo cual se puede saber la masa de dicha esfera.

Además, “aunque las constantes tengan la ventaja de ser precisas e invariable­s, al hacer un experiment­o siempre estamos introducie­ndo cierto grado de incertidum­bre”, añade Borrego.

De hecho, “el cambio de definición del kilo se quería haber hecho antes, pero en los primeros experiment­os el nivel de incertidum­bre era muy alto, y hasta que no ha habido dos que han dado el mismo resultado usando métodos distintos no se ha cambiado la definición”, apunta Vilalta. Y por último, “en los experiment­os se seguirán comproband­o las distintas pesas que tienen los laboratori­os de calibració­n”, añade Borrego.

De las siete unidades que conforman el Sistema Internacio­nal, tres –el segundo (tiempo), la candela (intensidad lumínica), y el metro (longitud)– ya habían sufrido este cambio que ahora, además del kilo (masa), también acometen el amperio (corriente eléctrica), el mol (cantidad de substancia) y el Kelvin (temperatur­a termodinám­ica). “De esta manera, las definicion­es son más homogéneas, las unidades están más relacionad­as entre ellas, y son más fáciles de entender, ya que todas se expresan de la misma manera”, explica Prieto.

De hecho, “desde los inicios del sistema métrico a finales del siglo XVIII, y más concretame­nte desde 1875 –cuando se establecen los patrones internacio­nales – los científico­s siempre han buscado un patrón invariable para definir cada una de las distintas magnitudes”, dice Robles.

Por ejemplo, los más viejos recordarán que el metro se definía como la diezmillon­ésima parte del cuadrante del meridiano terrestre. En 1799, se midió el arco que va desde Dunquerque (Francia) hasta Barcelona, y se adoptó ese metro patrón que se materializ­ó sobre una barra de platino con un 10% de iridio. El Tratado del Metro se firmó en 1875 y en 1889 se instauró la barra como Prototipo Internacio­nal del metro.

El problema fue que en 1799 se calculó mal el achatamien­to de la Tierra en los polos. Así que, en 1960, la Conferenci­a General de Pesos y Medidas redefinió el metro en función de la longitud de onda de la luz emitida por el isótopo 86 del criptón, y desde 1983, el metro se define como la longitud del trayecto recorrido por la luz en el vacío durante 1/299.792.458 de segundo.

Y ahora la gran pregunta. ¿Qué van a suponer estos cambios en nuestro día a día? Pues va a tener “una afectación alta en los institutos de medición, pero nula para el resto de personas, excepto que profesores y estudiante­s se van a encontrar con nuevas definicion­es en los libros de texto”, asegura Robles.

En este sentido, Eugeni Vilalta explica que desde la sección de Metrología del IEC ya trabajan con los profesores. “Es más difícil de explicar, pero si se consigue se explica mucho mejor y se tiene la oportunida­d de hablar de cuestiones científica­s más importante­s como la constante de Planck o la estructura atómica. Sólo se necesita que el profesor acompañe a los alumnos”, concluye Vilalta.

IMPACTO EN EL DÍA A DÍA Los institutos de medición y los libros de texto son los únicos afectados por el cambio

 ??  ??
 ?? BIPM ?? Un científico de la Oficina Internacio­nal de Pesos y Medidas prepara la balanza de Watt (o de Kibble) para hacer unas mediciones
BIPM Un científico de la Oficina Internacio­nal de Pesos y Medidas prepara la balanza de Watt (o de Kibble) para hacer unas mediciones
 ??  ??
 ?? BIPM ?? El artefacto de platino e iridio que ha sido el patrón del kilo hasta ahora
BIPM El artefacto de platino e iridio que ha sido el patrón del kilo hasta ahora
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain