Fusión yihadista en el norte de África
De todos los frentes que conforman la guerra global declarada por el yihadismo que impulsan el Estado Islámico y Al Qaeda hay dos que preocupan especialmente a los organismos implicados en la defensa de Europa. El que afecta a las calles y ciudades de la Unión Europea y países asociados, y que se sustancia con atentados habitualmente del tipo low cost y con la desarticulación de células extremistas; y el que se refiere a la gravísima situación africana, que amenaza la frontera sur de Europa. Dicho en breve, el integrismo violento progresa en su intento de controlar e imponer su ley en el norte de África y su evolución es tal que los centros de análisis e información de Europa no descartan la fusión de los grupos para alcanzar el yihadismo global. Una evolución temida que supondría la conexión definitiva de Al Qaeda con el Estado Islámico y sus satélites.
Durante el ciclo de conferencias sobre seguridad y defensa organizado en Barcelona por la Universidad Abad Oliba CEU en el marco de la Cátedra Unesco de Paz, Solidaridad y Diálogo Intercultural; el General Francisco J. Dacoba, director del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), comentó con este periodista la permanente situación explosiva del Sahel y el Magreb. “Se trata de una amenaza protagonizada por el Estado Islámico y por Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y grupos afines que está instalada en la región con la pretensión de consolidar sus declarados Emiratos del Magreb y del Sahel y que se mezcla con el reto que plantea la explosión demográfica africana”, expuso el analista.
La situación de la región africana señalada por el general Dacoba –de la que reiteradamente nos vamos ocupando en esta sección– es una constante incluida en todos los planes estratégicos para la defensa del flanco sur de Europa. Las dramáticas oleadas de migrantes que huyen hacia nuestro continente en busca de los más elementales derechos humanos no son más que una muestra evidente del clima de inestabilidad, terror y desorden que el yihadismo, mezclado con la corrupción y las mafias de traficantes de seres humanos y de todo tipo de mercancías, en el que están sumiendo a un gigantesco territorio que en el caso del Sahel se extiende por Senegal, Mauritania, Mali, Burkina Faso, Argelia, Níger, Nigeria, Chad, Sudán y Eritrea. Y que por el Magreb infecta en distinta medida a Marruecos, Túnez –siempre bajo el fuego del Estado Islámico– Mauritania y al desastre de Libia.
Un territorio enorme en el que el yihadismo trata de imponerse para que sus proclamados Emiratos del Sahel y del Magreb no se queden en una mera declaración retórica de intenciones y recuperen el califato de Siria e Irak. Para ello tratan de eliminar o neutralizar a los musulmanes que no se avienen a su doctrina, a los que consideran apóstatas, de tal suerte que, como señaló el director del IEEE, “no se puede perder de vista ni un solo instante que las principales víctimas de esta guerra son musulmanas, característica determinante para enmarcar este conflicto, en el que la proporción de muertes causadas por el yihadismo es de 450 musulmanes por cada no musulmán”. Un dato demasiadas veces olvidado que ubica esta guerra interminable.
El analista internacional Eduard Yitzhak participa de este pesimismo africano. Desde su punto de vista, la expansión del Estado Islámico, incluso la de la coalición islamista-salafista siria Ahrar al Sham y del Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS en sus siglas en inglés) demuestra que los esfuerzos actuales de contraterrorismo de Estados Unidos y Europa no logran impedir el crecimiento del yihadismo en África.
El ISGS (Islamic State in the Greater Sahara, denominación formal para el Estado Islámico en el norte de África del Gobierno de EE.UU. desde que lo incluyó en mayo pasado en su lista de organizaciones terroristas globales) “creció rápidamente después de atacar a una patrulla conjunta de Estados Unidos y Nigeria en el oeste de Níger en octubre del 2017. Luego, las operaciones de contraterrorismo debilitaron algo al ISGS, pero el grupo obtuvo apoyo popular en el norte de Mali y contribuyó a una creciente insurgencia en Burkina Faso, donde Al Qaeda también está logrando propagarse”, explica Yitzhak.
Mientras tanto, añade este analista, el objetivo de Al Qaeda de arraigarse en la zona del Sahel se ve facilitado –por ejemplo en Mauritania– debido a la rápida proliferación de escuelas islámicas radicalizadas, financiadas desde países árabes, que parecen estar más allá del control de las autoridades locales pues “sus ulemas (eruditos musulmanes) predican que cualquier forma de participación en la yihad contra los infieles es un deber sagrado”.
Proliferan en la zona las escuelas coránicas radicalizadas en las que se predica la yihad contra los ‘infieles’ Analistas europeos temen que el Estado Islámico y Al Qaeda se unan en toda la franja del Sahel al Magreb