La Vanguardia (1ª edición)

‘Motoconcho’

- Enric Sierra

Viendo el vídeo del joven circulando en patinete con un menor encima a más de 60 km/h por la calzada de la Diagonal de Barcelona me vino a la memoria los populares motoconcho­s de la República Dominicana. Se trata de motos que hacen de taxi y que se atreven a circular con cuatro o cinco clientes (adultos y niños) sobre el sillín de la motociclet­a. Una vez fotografié a un motoconcho que trasladaba un enfermo del hospital a su casa mientras sostenía el gota a gota con el brazo alzado. Increíble, pero cierto.

Barcelona quiere ser una ciudad smart (inteligent­e) y así lo ha vuelto a demostrar con el éxito de la feria que lleva ese nombre. Está muy bien el propósito de ser inteligent­e, pero también es necesario ser previsor. Y en eso vamos un poco escasos. Lo digo porque estamos a punto de que se nos escape de las manos la expansión de patinetes, bicis eléctricas y gadgets con ruedas motorizada­s en la ciudad. Lo dicen los expertos, lo dice la Guàrdia Urbana y lo percibe cualquier hijo de vecino cuando pasea por Barcelona. La invasión está aquí y es urgente que pongamos orden, vigilancia y sanciones para evitar que se desmadre todavía más la situación. Es verdad que estos artilugios no podrán circular por las aceras a partir de enero y eso dará mayor sentido a las decenas de kilómetros de carriles bici que se han implantado, algunos con pendientes tan pronunciad­as que solo son practicabl­es si vas dopado o motorizado. Pero todavía quedan muchos flancos sin solventar.

El Ayuntamien­to apoya con fervor estos sistemas de movilidad personal, como así lo denominan los expertos. Incluso el Consistori­o va a sacar una tajada de casi medio millón de euros anuales por la tasa que pagarán las empresas de bicis compartida­s. No obstante, nos encontramo­s con cuestiones irresuelta­s como que se vendan modelos de patinetes eléctricos que pueden alcanzar hasta los 80 km/h –como vimos en el vídeo de la Diagonal– o que están trucados. O el tema de la seguridad personal que brilla por su ausencia. No es obligatori­o el uso del casco y en cambio sí lo es para los motoristas. Sin olvidar la cuestión de la responsabi­lidad en caso de accidente porque estas máquinas carecen de seguro obligatori­o, de matrículas y sus conductore­s no necesitan pasar por un mínimo cursillo de normas de circulació­n.

Cualquiera puede coger una bici eléctrica, comprarse un patinete o un cacharro parecido y echarse a la calle sin más. La DGT prepara una normativa que llega tarde y que algunos expertos avisan que será insuficien­te. Mientras tanto, los ayuntamien­tos reclaman, con razón, que estos gadgets sean considerad­os vehículos a todos los efectos por mucho que vayan con electricid­ad. También piden que su velocidad esté limitada de verdad y no solamente sobre el papel.

Es sorprenden­te que en buena parte de la ciudad se haya impuesto el máximo de 30 km/h y que estas motos modernas puedan circular mucho más rápido impunement­e. ¡Pobres peatones!

Y mientras esperamos todo esto, la invasión continúa implacable. Esta semana veremos una nueva andanada gracias a las ofertas del black friday. ¿Adivinen cuál será uno de los productos estrella de este día comercial y de las próximas Navidades?

Barcelona vive una invasión de patinetes y otros ‘gadgets’ a motor que está a punto de escaparse de las manos

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