Un Messi de oro hunde al Espanyol.
Liderado por un Messi mayúsculo, el campeón golea a un Espanyol blando
El argentino, en gran forma, dirigió ayer al Barça en su victoria sobre el Espanyol por 0-4. Messi anotó dos tantos; Dembélé y Suárez, los otros dos.
Cornellà de Llobregat Cornellà se quedó mudo. Al descanso todas las ilusiones de los aficionados blanquiazules se habían ido al traste. El Barça tomaba el camino de los vestuarios con un 0-3 fenomenal producto de su pegada, de su arte y del duende de su genio: Lionel Messi. El Espanyol había recibido una clase ofensiva del Barcelona, liderado por una estrella desmelenada que estuvo secundada por un Dembélé conectado y por un Luis Suárez que reapareció con garra. Dos goles de falta del argentino, uno también estético del francés y otro sin ángulo del uruguayo certificaron la victoria.
El equipo barcelonista provocó la cuarta derrota seguida de su vecino, que pierde el empuje con el que inició la temporada. En cambio, los blaugrana apuntalan su liderato gracias a su puntería y a las facilidades dadas por un rival que se hizo un lío entre ser ofensivo o defensivo, quedándose a mitad de camino.
Cuando el dios del fútbol toca arrebato todos se ponen firmes, los compañeros y los contrarios. Cuando Messi salta a un campo con ganas de ser el protagonista suele conseguirlo. Cuando el rosarino, mejor exponente balompédico de un país que vive pendiente de un duelo de la Libertadores de nunca acabar, pisa el césped con el deseo de anoche poca cosa se puede hacer por parte de los adversarios. Hay que disfrutarlo, aplaudirlo y contemplarlo. El crack abrió el marcador con un lanzamiento de falta magistral, imparable. La infracción la provocó él mismo. La posición era ideal, centrada en la frontal. Armó la pierna, fijó la mirada y la clavó. Se estiró Diego López pero le fue imposible sacarla. La grada protestó una falta previa de Lenglet a Melendo y ciertamente existió.
El Barça ya mandaba pasado el cuarto de hora, ya iba por delante tras unos inicios de tanteo. Valverde apostó, con buen criterio, por seguir contando con un Dembélé engrasado antes que por el desangelado Coutinho. Mientras, Rubi sorprendió con los hombres y con el sistema. El aplaudido entrenador blanquiazul intentó cerrar los espacios del Barça poblando el centro del campo con Víctor Sánchez por la izquierda, Hernán Pérez por la derecha, con Roca y Darder en el doble pivote y Melendo en la mediapunta. Una táctica más conservadora de lo habitual. No funcionó.
El ritmo del derbi fue blaugrana casi siempre. No es que los de Valverde estuvieran siempre primorosos a la hora de transportar la pelota de la defensa al ataque pero cuando se plantaban en campo contrario Messi se hartaba a conducir el balón con libertad, a zigzaguear y a ser el amo.
Tras el 0-1 todos los nervios del Espanyol, producto de sus anteriores resultados, se reflejaron. Los blanquiazules generaban sensación de peligro en córners y centros laterales pero detrás se convertían en un flan y perdían balones.
Esas recuperaciones eran un tesoro para el Barcelona. Luis Suárez, que volvió tras sus problemas en la rodilla, pudo firmar el segundo tras pase de Messi pero estrelló su remate en el cuerpo de Diego López. Se veía venir que el Barça po-
día hacer mucho daño y a continuación Messi caracoleó con magia a dos pasos del área. El argentino se cayó, se levantó y metió un balón en diagonal hacia el flanco izquierdo para Dembélé. El francés, con una sangre fría reseñable, se cambió el balón de pierna y con la derecha lo estampó en la red con un bello chut de rosca.
El nuevo mazazo antes de la media hora sólo hizo que convertir el partido en una sabana de espacios para el Barça, unos latifundios muy golosos para darse un festín. Messi lo interpretó así y puso otro balón de escuadra y cartabón para Luis Suárez, que remató de volea al palo. Después fue Rakitic el que cabeceó con todo a favor y Diego López salvó al límite.
Pero al borde del descanso el portero no pudo desbaratar un remate sin ángulo de Suárez, que recibió una asistencia al espacio de Dembélé y se deshizo en el cuerpeo de un blando David López. El chut pasó por entre las piernas del guardameta blanquiazul, que desvió la pelota hacia su portería.
Cinco remates a puerta en el primer acto del Barcelona y tres goles de bonita factura. El derbi quedaba visto para sentencia a expensas de una reacción de orgullo del Espanyol, que lo intentó a base de arrojo e ir para arriba.
Pero no logró nunca meterse en el partido porque Messi siguió con su habitual clase. Se quedó cerquita de batir a Diego López con la derecha pero volvió a hacerlo con la izquierda. Llegó el cuarto blaugrana con otro tiro libre espectacular, rotundo, un auténtico cursillo en su bota. Admiración del Barça e impotencia blanquiazul. Rubi acababa de meter en escena a Piatti y Sergio García en busca de más pólvora pero el día ya estaba perdido para el españolismo.
Con todo resuelto Valverde se decidió a relevar a hombres y colocó a Coutinho por Dembélé. El Espanyol no tuvo ni el consuelo del gol del honor. Lo hizo, por mediación de Óscar Duarte, pero el VAR apreció que había fuera de juego tras una espera que se alargó más de dos minutos. El público fue abandonando paulatinamente su localidad. Su equipo había sido muy inferior contra un Barcelona contundente.
EL AMO DEL PARTIDO Messi clavó dos goles de falta, asistió a Dembélé en otro y se dio un festín de conducciones y desbordes
MÁS PROTAGONISTAS El delantero francés y Luis Suárez completaron el resultado para un Barcelona superior
BAJÓN BLANQUIAZUL Rubi confundió con una táctica híbrida al Espanyol, que sumó su cuarta derrota consecutiva