Eike Schmidt
DIRECTOR DE LOS UFFIZI
El director de la Galería de los Uffizi, Eike Schmidt, exasperado por las colas de visitantes, ha diseñado con la Universidad de L’Aquila un algoritmo que, a partir de múltiples factores, indica a cada visitante su hora de entrada.
Cuando el historiador del arte alemán Eike Schmidt visitaba Florencia, lo que más le exasperaba eran las largas colas que se formaban a las afueras de la Galería de los Uffizi. Él siempre conocía a algún trabajador y lograba pasar antes, pero sufría por las decenas de miles de personas que cada día podían esperar unas cuatro horas para ver estos tesoros. Así que cuando fue nombrado director de este centro en el 2015, una de las primeras cosas que prometió fue acortar estas largas filas.
Parece que se encuentra en el camino correcto. El museo está probando un nuevo sistema que, si funciona bien, permitirá acabar con las colas. Se trata de un algoritmo diseñado junto con el departamento de Ingeniería y Ciencias de la Información y Matemáticas de la Universidad de L’Aquila, un equipo especializado en este tipo de trabajos que se puso en contacto con Schmidt tras escuchar su preocupación.
El algoritmo calcula el tiempo que el visitante debería esperar para entrar, imprime un ticket que marca una hora determinada y le insta a presentarse de nuevo a esa hora concreta. De este modo, el visitante puede decidir si tiene tiempo para tomar un café o dar una vuelta por el centro histórico en el rato que esperaría ante la galería. Las esperas son inevitables: de media, cada día entran entre 6.000 y 7.000 personas. El museo reveló el miércoles que en el 2018 ha superado la cifra de cuatro millones de visitantes.
El horario se basa en un modelo estadístico realizado y mejorado en dos años de recolección de datos y experimentación, considerando el tiempo medio de visita de los turistas y las variables de la jornada. Por ejemplo, no es lo mismo cuando hace buen tiempo que en un día de lluvia, cuando los turistas suelen estarse más tiempo en su interior. Lo mismo sucede en días de fuerte calor, por el aire acondicionado. El sistema tiene en cuenta el número exacto de accesos y otros parámetros monitoreados y comparados con datos históricos en tiempo real. El resultado es que el algoritmo es capaz de predecir con exactitud el momento en que será posible dar una cita a los visitantes.
Ya se han hecho algunas pruebas en jornadas clave. En la primera, el primer domingo de octubre –gratuito–, consiguieron eliminar las colas para las más de 7.500 personas que se presentaron a la puerta. “Funciona muy bien, pero hacen falta más pruebas. Hay cuestiones que sólo se pueden solucionar desde el aspecto sociológico o comunicativo”, cuenta Schmidt. Muchos visitantes no entendieron el sistema, y el museo tuvo que habilitar una entrada para la tarde.
En la segunda jornada de prueba, se dieron cuenta de que la tendencia a esperar en fila forma parte de la naturaleza humana. Aunque tuvieran el ticket, había gente que esperaba igualmente en la fila o regresaba media hora antes de lo indicado, sin confiar en que aquello de no hacer colas iba en serio. “Algunas personas son un poco aprensivas y se piensan que van a quedarse fuera, pero cuando ven que no hay cola se tranquilizan”, sonríe el director.
Los Uffizi son los primeros en crear un algoritmo así. Otros museos lo hacen, pero de manera mecánica, estableciendo que cada quince minutos pueden entrar un determinado número de personas. Además de evitarse las colas, el sistema informático tiene otras funciones. La primera, animar a descubrir otros centros de Florencia como el Palazzo Pitti, que en el primer día de pruebas en los Uffizi batió su récord de visitantes. Pero también pillar a los que se aprovechan de las colas para revender entradas. El personal del museo se ha puesto en contacto con el Gobierno italiano para estudiar la ley de Protección de Datos para descubrir a los revendedores que ofrecen entradas a precios escandalosos. Y por último, evitar sustos en época de alerta antiterrorista. “Eliminar colas en esto momentos es una ventaja para todos”, asegura Schmidt.
El sistema calcula el tiempo que el visitante esperaría y le pide volver a esa hora El proyecto busca que se use ese tiempo para visitar otros lugares de Florencia