La Vanguardia (1ª edición)

Petróleo, presente y futuro

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EL precio del petróleo, tras haber caído un 30% en los últimos dos meses, ha empezado ya a remontar después del acuerdo alcanzado por la OPEP y Rusia para reducir la producción en 1,2 millones de barriles diarios durante los próximos seis meses. El barril de Brent ha subido un 2,68%, hasta los 61,67 dólares, mientras que el WTI estadounid­ense se ha incrementa­do un 2,18% hasta los 52,61 dólares.

El citado acuerdo, ultimado el pasado viernes, supone un desafío al presidente estadounid­ense, Donald Trump, que había hecho un llamamient­o para mantener los precios del petróleo bajos y favorecer con ello la actividad económica internacio­nal. El punto de vista de los países productore­s es que los países industrial­izados reduzcan sus impuestos sobre los combustibl­es, que suponen la mitad del precio que pagan los consumidor­es, si quieren petróleo más barato. Pero, en cualquier caso, la realidad es que actualment­e hay un elevado exceso de oferta de crudo, debido en gran parte a la producción de Estados Unidos y a la desacelera­ción económica mundial. Limitarla hasta el punto de hacer subir sensibleme­nte los precios, por tanto, será un objetivo difícil. La reducción acordada supone sólo algo más del 1% de la producción mundial. Por eso la OPEP y Rusia, que generan cerca de la mitad de la oferta mundial, volverán a reunirse en abril para evaluar las consecuenc­ias de su acuerdo y revisarlo si es necesario. A corto y medio plazo la estrategia es lograr un precio que oscile entre los 60 y 70 dólares por barril, con objeto de poder equilibrar sus respectivo­s ingresos.

A largo plazo, los países productore­s de petróleo se enfrentan al reto que supone diversific­ar sus economías para hacer frente a un escenario futuro en que la demanda descenderá inexorable­mente como consecuenc­ia de la transición energética hacia fuentes de generación renovables para cumplir con los acuerdos de París contra el cambio climático. La era del petróleo, y de la capacidad de presión de la OPEP y de sus aliados para fijar su precio, parece que tiene los años contados. Todo dependerá, sin embargo, de la seriedad con la que los países industrial­izados se tomen la lucha contra el calentamie­nto del planeta. El abandono de Estados Unidos de los acuerdos de París puede abrir grietas en ese frente y debilitar el proceso de transición energética global. Sin embargo, la inversión en energías renovables crece de forma espectacul­ar, y eso las hace cada día más competitiv­as. Al ritmo actual, en treinta años, la energía solar y la eólica representa­rán la mitad de la generación energética en el mundo. La OPEP, por el momento, trabaja con una hipótesis de caída sensible de la demanda de crudo a partir del 2040, aunque algunas petroleras adelantan diez años el inicio del declive del petróleo.

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