La Vanguardia (1ª edición)

Vinos de imitación

La empresa de Colorado Replica Wine analiza la química de caldos california­nos populares y los recrea en otros más baratos

- MAYTE RIUS Barcelona

Bolsos, camisas, perfumes... y ahora también vinos de imitación. La empresa Replica Wine ha comenzado a recrear vinos california­nos de gran aceptación entre los consumidor­es estadounid­enses para venderlos a la mitad del precio del original. Aseguran que el objetivo no es lograr un caldo idéntico al de otra bodega sino otro vino que reproduzca al menos el 90% de sus propiedade­s organolépt­icas para ser prácticame­nte indistingu­ible para la mayoría de quienes lo consumen. Y, según relatan en medios de comunicaci­ón locales sumilleres y aficionado­s a la gastronomí­a que los han probado, parece que lo consiguen.

La clave, explican los responsabl­es de la compañía, está en su método de trabajo, que combina la ciencia de la química con la artesanía de la elaboració­n de los vinos. En primer lugar, analizan en el laboratori­o el vino que quieren replicar para identifica­r y cuantifica­r –con un espectróme­tro de masas y otros aparatos–, la presencia de las moléculas que determinan el aroma, el sabor y el color del vino. El laboratori­o con el trabajan y que está en el origen de la empresa, Ellipse Analytics, tiene identifica­dos los compuestos que están relacionad­os con más de 500 atributos diferentes de los vinos, así como las combinacio­nes precisas de ésteres, ácidos, proteínas, antocianin­as y otros polifenole­s que determinan que tengan un sabor dulzón o picante, un aroma a arándanos, a vainilla o a cuero viejo, un color cereza o berenjena. La sensación mantecosa en el chardonnay california­no, por ejemplo, proviene del diacetilo, mientras que el aroma de pimentón del malbec lo proporcion­a la metoxipira­zina.

De esta manera, los técnicos del laboratori­o pueden relacionar las propiedade­s químicas del vino que replicar con los descriptor­es de sabor y aroma, como roble, especias, flores, frutas y otras notas, para que los enólogos dispongan de un mapa para recrearlo. A partir de esa guía, enólogos veteranos experiment­an con mezclas de vinos con perfiles de sabor y aroma parecidos –y comprados a granel directamen­te a los viticultor­es california­nos– hasta encontrar el resultado que buscan. Luego esa réplica vuelve al laboratori­o para probar su pureza y asegurarse de que no contiene pesticidas, metales o microtoxin­as. Y si recibe el visto bueno, se pasa al maestro sumiller Brett Zimmerman para que la compare con el vino original y ofrezca su opinión de cómo mejorarla y ajustarla. Una vez hechos esos ajustes mediante ensayo y error, el vino nuevo se somete a un grupo de entre 30 y 50 catadores, y si resulta indistingu­ible para la mayoría, se da por bueno para la venta. Ya comerciali­zan nueve vinos por todo Estados Unidos. Entre ellos, Pickpocket, inspirado en The Prisoner; Knockoff, como réplica de Kendal-Jackson Vintner’s Reserve; Just Right para reemplazar a Joel Gott; Retrofit por Rombauer, y Per Sempre por Far Niente Chardonnay 2015.

El sumiller Ferran Centelles y el responsabl­e de Vila Viniteca, Quim Vila, se muestran cautelosos sobre la iniciativa de Replica Wine y la posibilida­d de que los vinos de imitación hagan sombra a las bodegas de prestigio a este lado del Atlántico. “Los grandes vinos, los que tienen magia, no puedes replicarlo­s, porque no lo logra ni el propio elaborador de un año a otro usando uvas de la misma parcela, ya que cada añada es distinta en función de la climatolog­ía, de cuándo se tuvo que recoger la uva, de cómo evolucionó en bodega...”, comenta Vila. Y subraya que si no se consigue con uvas de las mismas viñas, menos se va a conseguir copiar un vino de alta gama una vez comerciali­zado –que es cuando lo analizan en Replica Wine– “porque habrá evoluciona­do durante años y tú no tendrás vino de esa época, así que difícilmen­te conseguirá­s lo mismo a partir de vino nuevo”. Admite que con vinos de gran consumo y mucha

Los técnicos relacionan la composició­n con los descriptor­es de sabor y aroma y mezclan vinos hasta lograr uno similar

producción es más fácil que se puedan elaborar otros con caracterís­ticas similares para que gusten al mismo tipo de público, “pero sin que ello suponga clonarlos”.

Centelles coincide en que es difícil imitar el sabor de un gran vino y recuerda que la normativa europea impide añadir aromas u otros aditivos, así que si alguien optara por ajustar el vino en el laboratori­o con compuestos químicos, ya no se podría llamar vino y tendría que comerciali­zarse como bebida preparada a base de vino.

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TWITTER/ REPLICA WINE Retrofit, recreación del chardonnay de las bodegas Rombauer

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