La Vanguardia (1ª edición)

‘Game over’

- Joan Josep Pallàs

La noticia del día, engullida entre montañas de informació­n, estuvo ayer en Lausana. El Comité Olímpico Internacio­nal decidió en una reunión no contemplar de momento la considerac­ión de los denominado­s eSports (los videojuego­s de toda la vida) como deporte convencion­al, esquivando su inclusión en próximos Juegos Olímpicos. La decisión nos da la razón, momentánea, a quienes pensamos que no es lo mismo jugar a fútbol (o a otros deportes) que apretar unos botones con la pretensión de hacerlo, como no es lo mismo oler la hierba, pisarla y entrar en contacto con el balón que encerrarse en una habitación con probables altos índices de olor a tigre. Tampoco el rugir natural de la grada tiene su equivalenc­ia en el grito enlatado que nos devuelve el monitor de televisión, amasijo de fibras, cables y sensores que nunca se podrá comparar con el sudor de las pieles y los esfuerzos de nosotros, los humanos. El deporte, el fútbol entre ellos, es lo que se vivió ayer en Cornellà. Con sus imperfecci­ones, pero es eso. Tiene gracia el asunto. El partido dejó para empezar dos goles de los llamados “de videojuego”. Contuviero­n ambos una plasticida­d casi inverosími­l. En el primero la pelota trazó una línea que pareció surgida de un comando de sesudos ingenieros en robótica. En eso se ha convertido el pie izquierdo de Messi, en una herramient­a de destrucció­n selectiva que responde a coordenada­s que suponemos humanas aunque ya no sabemos qué pensar. La falta directa entró por la escuadra y Gary Lineker, ágil con los dedos como los consumidor­es de eSports, tuiteó: “Quinto en el Balón de Oro…” y adjuntó esos emoticonos que se descojonan de risa. El mismo pie filtró minutos después un inmenso pase interior a Dembélé, jugador que siempre recorta antes de desenfunda­r, sea desde la izquierda o desde la derecha. Lo hizo en Cornellà y su tiro parabólico entró como lo hacían al palo largo los del portugués Luis Figo. Con perdón.

Se hace difícil saber por qué el Espanyol fue tan miedoso anoche. Si algo distinguía a Rubi hasta ahora era la personalid­ad que transmitía su equipo. Es posible que debido a la mala racha con la que llegaban hayan entrado dudas en el subconscie­nte del entrenador, artífice ante el Barça de un híbrido extraño que se quedó a medio camino de no se sabe muy bien qué. No ver a los locales atreverse con el 4-3-3 en casa tuvo algo de vino bueno mezclado con gaseosa. No funcionó. Tampoco es normal que a Cornellà acudan 24.000 espectador­es para presenciar un derbi que a priori prometía mayor igualdad.

Una última lectura del partido. El derbi tenía su riesgo rozado colateralm­ente por los hechos de la Copa Libertador­es. Después de pasarnos semanas pontifican­do sobre “lo mal que están el fútbol y la… (aquí el tertuliano se pone trascenden­te) sociedad argentina”, hubiera resultado patético comerse algún apedreamie­nto o reyerta callejera. Ayer, en Cornellà, simplement­e se insultó, como también lo hace la grada de animación azulgrana en el Camp Nou contra lo blanquiazu­l. Todo un

éxito.

El día en que el COI decide que los eSports no son deporte, Messi y Dembélé marcan goles de videojuego

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ALEX CAPARROS / GETTY El abrazo entre Messi y Dembélé, que conectaron para lograr el 0-2 en el marcador
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