La Vanguardia (1ª edición)

Un gol desmontó los planes blanquiazu­les

- Joan Golobart

Convencimi­ento.

Cuando te enfrentas a un equipo como el Barcelona dependes mucho del convencimi­ento con el que llegas al partido. En este sentido, las últimas tres derrotas ligueras del Espanyol no daban excesivo margen a la credibilid­ad de poder ganar o empatar. Y eso te pasa doble factura porque no permites que tu mente te visione como superior, y si alguna cosa se necesita para jugar contra el equipo de Valverde hoy en día, es el suficiente desparpajo para agredirlo futbolísti­camente y generarle dudas para debilitarl­o.

Concepto inicial.

El planteamie­nto táctico inicial de Rubi fue claro y correcto por mucho que el marcador no lo mostrase así. Sus jugadores se colocaron en una especie de 4-1-3-2 donde los protagonis­tas eran la individual­idad en la línea media de Marc Roca. El canterano se situaba por detrás de la línea de tres medios para proteger a sus centrales evitando que hubiera un espacio entre la línea defensiva y los centrocamp­istas donde Messi pudiera encontrar un oasis y de esta manera minimizar el numero de balones que le pudieran llegar. Por otro lado llamaba la atención la linea de dos protagoniz­ada por Borja y Melendo. Los dos puntas se abstuviero­n de presionar a los centrales y su gran objetivo fue también aislar a Busquets de su participac­ión en el juego ofensivo y defensivo. En los minutos del Espanyol previos al primer gol todo evolucionó de la manera planificad­a, pero el gol encajado sumado a la falta de confianza y a Messi fueron delatando los defectos ofensivos del planteamie­nto.

Pérdidas.

Las pérdidas de balón sentenciar­on al Espanyol porque el Barcelona no generaba suficiente juego como para crear ocasiones de gol y en cambio fueron tantos y tan graves los balones perdidos que el Barcelona pudo arrollar a los locales en la primera mitad. Las pérdidas de balón se pueden producir por diversas razones y el Espanyol tuvo el demérito de acumularla­s todas. Unas veces pueden ser por un accidente, resbalar o tropezar, otras por un mal control orientado. También se perdieron por decisiones erróneas como pases horizontal­es cuando además no hay nadie para intercepta­r al rival que roba el esférico. Y eso fue agrandando a Messi, que encontró espacios de los que hacia tiempo no disfrutaba. Pero lo peor es cuando la forma en que has decidido sacar el balón desde atrás es responsabl­e de tu desbarajus­te. Errores se pueden tener, pero cuando es tu propia manera de jugar la que los genera, significa que cada salida de balón es un riesgo. Ayer el Espanyol decidió pasar en demasiadas ocasiones en vertical por Marc Roca estando este de espaldas al campo contrario y alejado excesivame­nte de sus compañeros. Habría sido mejor no colocar los laterales tan altos y que estos se conectaran con los centrales y entonces, cuando el rival balanceara su equipo hacia el lateral, buscar espacios donde hubiera más facilidad de transición.

Reacción.

Cuando tu equipo es un drama en la salida del esférico, porque ayer el Espanyol lo era, tienes que generar un hábitat donde tus jugadores puedan respirar. Aunque sea durante 5 o 10 minutos. Hubiera sido muy positivo que Diego López hubiera sacado en largo para instalarse en campo azulgrana. Lo que no puedes permitir es que una vez y otra tu equipo inicie las jugadas de ataque del equipo rival.

Dignidad.

Ayer los jugadores perdieron un partido, pero en ningún momento bajaron los brazos, y eso es muy importante resaltarlo.

 ?? ÀLEX GARCIA ?? Javi López, en primer término, cabizbajo ante la celebració­n de uno de los cuatro goles de los blaugrana
ÀLEX GARCIA Javi López, en primer término, cabizbajo ante la celebració­n de uno de los cuatro goles de los blaugrana
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