No era Piqué, era Messi
El defensa concentró los abucheos, pero fue el argentino quien destrozó al Espanyol con dos goles magistrales
Cornellà de Llobregat
Los empleados del RCDE Stadium pueden despreocuparse esta semana del mantenimiento de las porterías porque Messi se encargó de dejarlas limpias de telarañas. En su mejor actuación en Cornellà, el argentino clavó dos fabulosos lanzamientos de falta en las escuadras de Diego López. El primero, en el primer acto, limpió el ángulo izquierdo del portero. El segundo, en la reanudación, entró por el derecho. Messi abrió y cerró el marcador, pero entre medio desprendió constantes descargas de energía que extenuaron al sistema defensivo españolista. Piqué se llevó los abucheos, constantes y multitudinarios, pero no es el defensa la bestia negra del Espanyol, sino Leo.
El argentino es el futbolista que más goles ha infligido al equipo blanquiazul en toda la historia del campeonato. Veinte dianas totaliza, a pesar de que sus visitas al nuevo estadio de Cornellà no se han caracterizado por su productividad. En las ocho anteriores había firmado dos goles, tantos como los que facturó ayer. “Es incontrolable”, concedió el defensa Óscar Duarte al final del partido. Diego López, con una envergadura fuera de lo común, se estiró hasta el infinito, pero todo resultó estéril a la hora de detener unos lanzamientos que llevaban el sello del gol marcado a fuego desde que salieron de la bota izquierda del argentino.
La efectividad del astro desde 25 metros es asombrosa. En este campeonato suma cuatro tantos a pelota parada desde esta distancia, metro arriba, metro abajo, y en todas sus actuaciones en Liga acumula 39. Ha celebrado más goles de falta en los últimos años que cualquier equipo de las grandes ligas. El silencio con que la grada de Cornellà aguardaba los lanzamientos es significativo del pavor que producían. El primero resultó transcendental puesto que colocó el derbi, parco en oportunidades hasta entonces, cuesta abajo para el Barcelona. Todavía estaba el Espanyol en proceso de recuperación del golpe cuando Messi protagonizó una
El argentino es el jugador que más goles ha infligido al Espanyol; ayer, con dos obras de arte de falta “No les dejamos jugar nunca, tuvimos la pelota y fuimos superiores en todos los sentidos”
serie de recortes en el área, cayéndose y levantándose, rodeado de adversarios, pero luchando por la pelota como si fuera un pedazo de alma. Acabó con la asistencia que Dembélé convirtió en el segundo gol.
Jugó hipermotivado. Cuando el equipo extravió una posesión en zona de ataque, Messi reculó más de 30 metros a toda velocidad hasta recuperarlo para desbaratar un contragolpe. Un trabajo de gregario impagable y una orden para todo el equipo. Si el mejor expone este sacrificio, nadie está autorizado a esconderse. “Salimos todos muy metidos, muy enchufados, porque sabíamos al campo que veníamos y el rival que teníamos, no sólo por ser el derbi”, afirmó el argentino antes de pormenorizar sobre el plan blaugrana: “No les dejamos jugar nunca, tuvimos la pelota, y el Espanyol cuando no tiene la pelota es un equipo que sufre porque le gusta jugar arriba. Fuimos superiores en todos los sentidos”.
Cuando Messi transformó su segundo gol, buena parte de la afición había evacuado en dirección a la conflictiva rotonda de acceso al estadio. El silencio resultó sobrecogedor. Ya nadie se acordaba de Piqué ni de Shakira, ni siquiera del VAR que desentrañó la ilegalidad de un gol de Duarte.
“Leo desatasca cualquier partido. Estamos viviendo una época que es irrepetible por ver a un jugador como él”, elogió Ernesto Valverde. Sea por los marcajes, tradicionalmente abruptos, o por cualquier otra cuestión, Cornellà no había visto la versión demoledora de Messi. Ayer, el argentino vació el estadio antes de hora. Las primeras fugas tuvieron lugar en el intermedio. Demasiada exhibición.