Drogas que suben, armas que bajan
El reportero David Beriain dedica una doble entrega de ‘Clandestino’ al negocio del tráfico de armamento
David Beriain se sumerge en los mundos más herméticos y peligrosos del planeta en la sorprendente y original serie documental Clandestino, que el canal en abierto Dmax emite los miércoles a las 22.30 horas. En la última temporada estrenada ya se ha abordado la problemática de los secuestros en Venezuela, la Baby Camorra en el sur de Italia, las mafias en Albania y esta semana le llega el turno al negocio del tráfico de armas en Estados Unidos, México, Guatemala, El Salvador y Colombia, al que se dedicarán dos episodios que se emitirán los días 12 y 19 de diciembre.
Desde que empezó el siglo XXI, “América Latina ha sufrido dos millones y medio de homicidios”, la mayoría de ellos con armas de fuego “y de estas, la mayor parte vienen de EE.UU., donde existe una legislación muy laxa”, relata Beriain. “Allí puedes comprar las armas que quieras siempre que no tengas antecedentes penales: rellenas un formulario que sólo pasará a manos del Estado si esas armas aparecen en la escena de un crimen”, explica el reportero para que se entienda que “es una tentación muy grande convertir ese derecho constitucional norteamericano en una fuente lucrativa vendiendo armas en el mercado negro para que crucen la frontera hacia el sur”.
En el primer episodio, que se estrena este miércoles, Beriain se traslada a Arizona, donde tiene una cita con uno de los traficantes de armas que abastecen al cartel de Sinaloa y será testigo de cómo este entra con normalidad a una tienda de armas y compra un fusil de asalto. Después, sigue al traficante hasta un motel donde este desmonta el arma y se pega las piezas al cuerpo para cruzar con ellas a México. Lo que arranca como una legalidad se convertirá en ilegal cuando cruce la frontera, lo cual no será muy complicado porque, “como existen muchos controles para evitar que la droga viaje de sur a norte, apenas existe para que las armas crucen de norte a sur”.
A partir de aquí, Clandestino será testimonio del camino que toman estas armas hasta los centros de poder del cartel Sinaloa. “Veremos cómo los sicarios del cartel cortan carreteras para convertirlas en pistas de aterrizaje donde las avionetas traen armas y se llevan droga”, detalla. Las armas serán utilizadas para proteger a los líderes y a los laboratorios y los cargamentos de droga, para luchar contra los enemigos “y también para lo que ellos llaman ‘limpieza social’”, revela el periodista mientras recuerda este momento como “uno de los más tremendos y difíciles que nos ha tocado vivir en Clandestino”.
Cuando Beriain pidió a uno de los sicarios del cártel de Sinaloa a qué se refería con lo de la ‘limpieza social’ le contestó que “aquellas actividades que hacemos para ganar el apoyo de la población como matar rateros, ladrones y violadores”. En un momento de la conversación le dijo a Beriain que ahora tenían a uno de ellos en una habitación esperando la decisión de los jefes sobre su futuro: “Entramos en una habitación y allí había un tipo arrodillado con la cara tapada y custodiado por sicarios; te quedas estupefacto y consternado”. A pesar de que preguntaron qué ocurrió finalmente con esa persona, nunca obtuvieron respuesta.
En el segundo episodio dedicado al tráfico de armas, el programa muestra cómo este negocio no se detiene en México sino que extiende sus tentáculos hacia Sudamérica y hacia países como Guatemala, El Salvador o Colombia. “Veremos cómo las armas llegan a manos de las maras de El Salvador y a los escuadrones de la muerte civiles o paramilitares que quieren precisamente eliminar esas maras, lo que provoca una auténtica orgía de sangre”.
La parada final será Colombia, donde el programa accederá a la última gran guerrilla en activo de América Latina, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), de ideología marxista-leninista. Curiosamente, la lucha contra “el imperio” de Estados Unidos la llevan a cabo con armas que vienen de ese mismo imperio. Y las utilizan también para combatir con otros colombianos armados por el Estado que sí ha comprado armamento de forma legal a ese mismo país. “Es decir, te encuentras con la paradoja de colombianos matando a colombianos con armas norteamericanas”, concluye Beriain.
América Latina ha sufrido 2,5 millones de homicidios en el siglo XXI, la mayoría con armas estadounidenses