La Vanguardia (1ª edición)

Más pasillos y menos correos

Pepsico estrena en su nueva sede la organizaci­ón sin despachos

- MAR GALTÉS Barcelona

La cultura de una empresa puede tener poco o mucho que ver con la arquitectu­ra. La sede de la multinacio­nal de bebidas y snacks Pepsico en Barcelona estaba ubicada desde 1998 en un edificio de oficinas, alto y estrecho, donde ocupaba 13 plantas. El pasado agosto, los 518 empleados, pertenecie­ntes al negocio del sur de Europa y a diferentes servicios centrales europeos, se han trasladado a un nuevo espacio en el World Trade Centre de Cornellà: dos plantas, sin apenas escaleras ni ascensores, ni despachos cerrados, ni mesas fijas. Un cambio de sede que la compañía ha transforma­do en un cambio de cultura. O al revés.

“El decorado es lo de menos. Pero la anterior oficina no nos representa­ba a las marcas, a los valores, a las personas”, dice Belén Moreu, directora de recursos humanos de Pepsico en el Suroeste de Europa. “Con el nuevo espacio hemos mejorado los flujos de comunicaci­ón”. Tanto, que “los emails internos han caído un 40%: la gente se encuentra y habla. Hay comunicaci­ón fluida, y eso se traduce en agilidad”. El trabajo colaborati­vo se ha incrementa­do, pero están todavía en proceso de cuantifica­rlo.

Ahora trabajan en espacios abiertos, identifica­dos por “barrios”, de colores, que marcan los departamen­tos, “tenemos tendencia a instalarno­s cada uno en nuestro barrio, pero puedes sentarte donde quieras”, añade Moreu. Hay 442 puestos de trabajo físicos individual­es, pero también 68 salas y espacios de reuniones y 26 cabinas para hablar por teléfono. Y cocinas donde comer, tomar un café o hacer un break (en el resto de las oficinas está prohibido comer). Tampoco se pueden ”decorar” los espacios con “trofeos” ni objetos personales. Y al final de la jornada, cada uno encierra sus utensilios en una taquilla. En el mismo recinto del WTC, Pepsico ha iniciado la construcci­ón de un auditorio para 150 personas.

También se ha generaliza­do la implantaci­ón de los horarios flexibles y un día de teletrabaj­o a la semana. “Antes había interés en aplicarlo, pero la organizaci­ón no ayudaba”, prosigue Moreu. Ahora, “cada vez es más importante que la gente tenga libertad –añade–. Si trabajamos por objetivos, la gente tiene claro qué tiene que hacer, y aprovecha las ventajas”.

Como cualquier cambio, no ha sido todo fácil. “Hemos formado a agentes del cambio, unas 60 personas se han involucrad­o para explicar las novedades”, explica la responsabl­e de recursos humanos. Y otro hito: “IT (el área tecnológic­a) ha conseguido que todo funcionara desde el primer día”. La responsabl­e de personas está convencida de que con este cambio de sede y todo lo que ha implicado, “ha cambiado la energía de la empresa”.

Del total de la plantilla en Cornellà, el 60% son de la división de Sudeste de Europa, y el resto, de áreas de tecnología y personas, dependen de la central europea en Ginebra.

Pepsico, que tiene su sede central en Nueva York, tiene unos ingresos anuales de más de 60.000 millones de dólares, 285.000 trabajador­es y sus productos llegan a 200 países. Desde este verano, el consejero delegado del grupo es el catalán Ramon Laguarta.

Los cambios en la forma de trabajar incluyen, además, la implantaci­ón de horarios flexibles y el teletrabaj­o

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