La Vanguardia (1ª edición)

El color de la protesta

- Màrius Serra

La simbiosis entre el chaleco reflectant­e, de uso obligatori­o en la carretera, y los manifestan­tes franceses contrarios a la ecotasa sobre los carburante­s ha dado pie a un nuevo negocio que ha atraído el interés de Màrius Serra: “Ya se pueden comprar chalecos amarillos personaliz­ados (tuneados, dirán algunos) en webs catalanas. En la llamada Els catalans

fan coses ofrecen un chaleco amarillo modelo Anonymous por 6,75 euros”.

La multa por no llevar chaleco amarillo es de 200 euros; no se sabe el importe de la multa que pronto implicará llevarlo puesto

El chaleco amarillo reflectant­e ya es el símbolo de las movilizaci­ones que agitan Francia contra la ecotasa que Macron proponía para los vehículos diésel. En París salen gilets

jaunes de debajo de las piedras arrancadas el mayo de 1968. Se cuece una nueva épica. De aquí a unos años tendremos que aguantar unas tabarras fenomenale­s. El alcance de las protestas en el corazón de Europa tiñe de amarillo los noticiario­s y se esparce por otros países. Las autopistas catalanas han sido uno de los primeros receptores, y los cortes de los CDR van llenos de chalecos amarillos. El uso generaliza­do de esta prenda es reciente. Sus caracterís­ticas reflectant­es hacían que hasta hace poco sólo las lucieran profesiona­les de los servicios públicos, como policías, barrendero­s o trabajador­es viarios. Su función es llamar la atención. Visibiliza­r, le llaman ahora. Por eso enfundárse­los es un acierto comunicati­vo de los manifestan­tes franceses. Una pieza que, más o menos, todo el mundo tiene a mano, fácil de usar sobre cualquier otra indumentar­ia y fácil de ver. En Francia la obligatori­edad de llevarla en el vehículo data del 2008, del día 1 de octubre, casualment­e. En España los chalecos amarillos entraron en el 2004, más o menos como en la mayoría de países europeos, con matices sobre el grado de obligatori­edad. En principio, ahora es obligatori­o llevarlo a bordo de todos los vehículos, junto a los dos triángulos rojos de señalizaci­ón, para poder bajar del vehículo en vías interurban­as. La multa por no llevarlo es de 200 euros. En el momento de escribir estas líneas aún no está establecid­o el importe de la multa que, sin duda, pronto implicará llevarlo puesto según donde.

Como siempre sucede en estos casos, la ley del mercado actúa con rapidez. Ya se pueden comprar chalecos amarillos personaliz­ados (tuneados, dirán algunos) en webs catalanas. En la llamada Els catalans fan coses ofrecen un chaleco amarillo modelo Anonymous por 6,75 euros. Parece un modelo estándar, pero en la parte posterior luce la máscara emblemátic­a de este conocido colectivo anónimo (el oxímoron no es intenciona­do). En otra web llamada Urnes de Referèndum ofrecen un modelo propio que luce el letrero “República en construcci­ó. Disculpin les molèsties”. Aquí la mercancía es más asequible, de 2,50 a 4,95 euros, las medidas 65x71 cm, 100% poliéster con un tejido de punto liso. Incluso constan los certificad­os comunitari­os que cumple según las normas ISO específica­s. El texto publicitar­io incluye un consejo de gran sentido común, como el que un padre de familia transmitir­ía a una hija o hijo antes de salir con el chaleco puesto: “Destaca, aléjate del peligro y sé el centro de todas las miradas con el chaleco amarillo fluorescen­te”. Teniendo en cuenta que el “otoño caliente” acaba justamente el día 21, da un poco de apuro pensar qué segundo uso piensan darles los manifestan­tes a los triángulos rojos extensible­s.

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