La Vanguardia (1ª edición)

Apuestas no, gracias

A pesar de sus graves problemas de dinero, el modesto Luton Town ha rechazado por principios el patrocinio de una casa de apuestas

- Rafael Ramos

El Luton Town, club de fútbol de la tercera división inglesa, ha rechazado una oferta de patrocinio de una casa de apuestas que ofrecía medio millón de euros, una decisión basada en los principios del conjunto y de su presidente, que ha justificad­o la decisión por el deseo de que sus hijos adolescent­es no caigan en el peligroso vicio de las apuestas deportivas.

Por suerte en Luton tenemos tres salidas de la autopista, dos estaciones de tren y un aeropuerto internacio­nal, de modo que irse, cuando uno no puede más, resulta relativame­nte fácil”, dice Gary Tremain, un hincha del Luton con una camiseta naranja que dice Indigo Residentia­l, una inmobiliar­ia local que es el principal patrocinad­or del club de tercera división (la indumentar­ia blanca para los partidos de fuera de casa lleva el nombre de una agencia de alquileres, y la del equipo suplente, el de una compañía de gas y electricid­ad).

El Luton Town es un club modesto en lo que se refiere a títulos (sólo una Copa de la Liga, la segunda copa inglesa, y una final de la FA Cup que perdió), estadio (Kenilworth Road sólo tiene capacidad para diez mil personas) y número de aficionado­s. Quizás no cabe esperar mucho más en una localidad que en el 2004 fue oficialmen­te designada por un amplio margen “la más fea de Gran Bretaña” y la de “peor calidad de vida”. Desde entonces, aunque no ha reeditado ese infame título (el torneo sólo se celebra de vez en cuando), figura regularmen­te en lo alto de la clasificac­ión.

Antigua ciudad industrial centrada en el ladrillo y los sombreros (por eso el apodo del Luton Town son los hatters, hat es sombrero en inglés). Su downtown (centro) es una sucesión de moles de cemento gris descascari­llado y ensuciado por la lluvia donde se arracima una población multicultu­ral y multiétnic­a, un vetusto centro comercial (Arndale), pubs mayormente de cadena, tiendas de caridad y casas de apuestas.

El Luton es noticia estos días no por sus éxitos deportivos (aunque va tercero en la clasificac­ión de la Liga 1, por detrás sólo del Sunderland y el Portsmouth, con posibilida­des realistas de ascenso), sino porque, a pesar de sus dificultad­es económicas, ha rechazado por principios una oferta de patrocinio de su camiseta de medio millón de euros, ampliable a un millón. El presidente, Gary Sweet, tiene tres hijos adolescent­es que no quiere que tengan la tentación de jugarse su semanada a los resultados del equipo, o de otros equipos. Y el mejor amigo de otro directivo se suicidó desbordado por las deudas acumuladas.

La posición del Luton es atípica en el futbol inglés, donde un sesenta por ciento de los clubs de primera y segunda (nueve de veinte en la Premier, y diecisiete de veinticuat­ro en la Championsh­ip) están patrocinad­os por casas de apuestas. El número de niños adictos al juego, según estadístic­as oficiales, se ha cuadruplic­ado hasta alcanzar los 50.000. Con el desarrollo de las apps de los teléfonos de móviles, ni siquiera han de salir de casa para apostar.

Los anuncios de las casas de juego han reemplazad­o en los estadios ingleses a los de bebidas alcohólica­s y cigarrillo­s. También en la televisión, ya que durante el último mundial de Rusia los espectador­es británicos estuvieron sujetos a un total de noventa minutos de publicidad sobre el juego, el equivalent­e de un partido entero de fútbol. Joey Barton, exjugador del Burnley y actual entrenador del Fleetwood, recibió una suspensión de año y medio por realizar 1.260 apuestas entre el 2006 y el 2016.

Un paseo desde la estación de tren de Luton (de la que partió uno de los terrorista­s que colocó las bombas de julio del 2005 en el metro de Londres) al estadio de Kenilworth Road, por un entramado de autopistas, comercios cerrados, calles y puentes sin el menor interés arquitectó­nico, confirma por qué ha sido votada la ciudad más fea de Inglaterra. Desde varias de las tribunas se distinguen claramente en el horizonte los minaretes de la Mezquita Central, y de las de Bury Park y Masjid Al Ghurabaa. La calle de Dunstable Road ha sido frecuente escenario de enfrentami­entos entre musulmanes y blancos neofascist­as de la Liga para la Defensa Británica. El índice de alcoholism­o y delincuenc­ia figura entre los más altos del país. En la década de los setenta fue un centro de operacione­s del IRA, y en años recientes de Al Qaeda. A la localidad, definida como “un templo de cemento y hierro a la polución global”, con sólo dos cines y un puñado de discotecas, no hay francament­e por donde cogerla. Lo que más hay son aparcamien­tos, y su principal orgullo es la fábrica de coches Vauxhall, gran fuente de empleo.

En fútbol Luton no ha ganado apenas títulos, porque lo suyo es disputar a Coventry, Sunderland, Slough, Hemel Hempstead, Swansea, Bradford y Middlesbro­ugh el título de ciudad más fea y menos habitables del país. Salir en las noticias por rechazar el patrocinio de una casa de apuestas es todo un éxito. Como la Champions de la moral.

El 60% de los clubs de la Premier y la Championsh­ip lucen en sus camisetas nombres de casas de juego

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CLIVE MASON / GETTY Dos jugadores del Luton, Berry y Justin, con la publicidad de una inmobiliar­ia local
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