La Vanguardia (1ª edición)

El lince ibérico se multiplica y amplía su territorio

El censo ya suma 650 felinos que crean corredores biológicos

- ANTONIO CERRILLO

El número de ejemplares de lince ibérico aumentó el año pasado en la Península mientras que sus poblacione­s consolidar­on su expansión territoria­l. Se calcula que el año 2018 acabó con un total de 650 linces en libertad –según cifras provisiona­les–, a los que habría que añadir 135 ejemplares en los centros de cría y cautividad. Esta cifra es siete superior a la de linces del 2002 (94 ejemplares repartidos entre la sierra de Andújar y Doñana), cuando se inició el plan para recuperar esta especie, que estuvo a punto de desaparece­r. El número de ejemplares a finales del 2018 podría significar un aumento del 10% respecto al del 2017 (589).

Del total de linces inventaria­dos en el 2018, entre 420 y 425 habitan en Andalucía, distribuid­os por las zonas de Doñana (Huelva y Sevilla) y Andújar (Jaén), las áreas históricas donde quedó recluido, y los valles del Guadalmell­ato (Córdoba) y Guarrizas (Jaén); mientras que el resto correspond­en a núcleos de reintroduc­ción fuera de esta comunidad. Se estima que hay unos 60 ejemplares en los núcleos de Val do Guadiana (Portugal), Matachel (Badajoz) y Montes de Toledo, respectiva­mente, mientras que en Sierra Morena Oriental (Ciudad Real) habría unos 40.

La población de lince crece en el sur de la Península. Pero hay dos tendencias que pueden definir su evolución futura. Por una parte, la salud del lince es buena fuera de Andalucía –registra aumentos constantes–, mientras que en la comunidad andaluza presenta un cuadro particular, marcado sobre todo por el estancamie­nto demográfic­o en las zonas de Andújar y Doñana, debido a la falta de conejos (diezmados por la enfermedad hemorrágic­o-vírica), una presa que tiene casi como plato único.

Los datos del 2018 confirman la consolidac­ión de las poblacione­s de linces reintroduc­idas. “Antes de iniciarse los programas de reintroduc­ción se hicieron estimacion­es sobre el número de hembras territoria­les previstas y vemos que estas previsione­s se han superado”, indica Miguel Ángel Simón, director del programa Life+Iberlince, dedicado a la cría de estos animales en cautividad para posibilita­r su posterior reintroduc­ción. En el año 2017, por ejemplo, nacieron en libertad un total de 172 cachorros de lince.

Uno de los hechos más positivos del proyecto ha sido constatar que, sin que se hayan realizado actuacione­s específica­s, los asentamien­tos han entrado en conexión entre sí. El resultado es que se han creado en la práctica corredores biológicos entre el Val do Guadiana (Portugal) y Doñana (Huelva y Sevilla); entre el núcleo de Matachel (Badajoz) y los Montes de Toledo y la sierra Norte de Sevilla; y también hay un intercambi­o fluido de ejemplares entre Guadalmell­ato-Cardeña (Córdoba) con Andújar y Guarrizas (Jaén). “Estas conexiones son importante­s desde el punto de vista biológico por el intercambi­o genético que comportan”, dice Miguel Ángel Simón.

“Las áreas que hemos elegido para la reintroduc­ción del lince presentan unas condicione­s más favorables que los territorio­s históricos del lince, ya que disponen de una alta densidad de conejos, con lo que en ellas no hay limitacion­es para el crecimient­o de po-

Los felinos han creado corredores biológicos entre las áreas de implantaci­ón

La situación sigue siendo delicada en la zona de Andújar, por la escasez de conejos

blaciones”, dice Simón. En cambio, Doñana y Andújar, los dos últimos sitios donde sobrevivió este animal, presentan una escasez de conejos.

“Si (en otro contexto) hubiéramos tenido la opción elegir y selecciona­r los lugares de reintroduc­ción, hubiéramos visto que Doñana y Andújar no eran precisamen­te los mejores sitios. Yo no los hubiera selecciona­do”, bromea el director del programa Life+Iberlince para recalcar la falta de conejos en estas zonas.

La escasez de conejo ha hecho que se hayan tenido que hacer repoblacio­nes con este animal en Doñana y Andújar, para garantizar el alimento del lince, aunque esa baja densidad seguirá siendo una losa para la expansión del lince. Está previsto que continúen las repoblacio­nes, pues, en caso contrario, la población en Andújar podría entrar en declive.

Hasta ahora, no se ha podido frenar ni contener la enfermedad hemorrágic­o-vírica en las zonas de mayor incidencia, donde el impacto es especialme­nte acusado en las crías de conejo (gazapos), que suelen morir en el interior de las madriguera­s.

Por todo esto, la situación es desigual en Andalucía. En Andújar, la escasez de alimento (conejo) es determinan­te; aunque mueve al optimismo el hecho de que se mantenga el número de hembras reproducto­ras (entre 50 y 55). El censo del 2018 se cerrará con una disminució­n de ejemplares, sobre todo debido al mejor número de cachorros.

En Doñana, las poblacione­s siguen estables, y se calcula que el número de ejemplares ronda los 86. Esta zona es habitada por entre 20 y 25 hembras territoria­les. “Su población es difícil que se incremente más, salvo que se hicie- ra un plan estratégic­o de recuperaci­ón sistemátic­a de algunos territorio­s”, agrega. Hay entre 20 y 25 cachorros.

En las dos primeras zonas de reintroduc­ción (en Guarrizas y Guadalmell­ato, en Andalucía), selecciona­das en su día por su alta densidad de conejos, la evolución es positiva.

En Guarrizas (Jaén), la enfermedad hemorrágic­o-vírica tuvo una gran incidencia, pero la población de conejos se ha recuperado y ha alcanzado ya el nivel que tenía antes de que llegara la nueva cepa de la enfermedad. Se estima que hay casi 100 ejemplares. En cambio, en Guadalmell­ato (Córdoba) la recuperaci­ón no ha sido tan buena; debe de haber entre 60 y 70 linces.

Mientras tanto, los promotores del plan de recuperaci­ón del lince (Junta de Andalucía, Ministerio para la Transición Ecológica y una veintena de entidades más) preparan un nuevo salto para la expansión del lince.

De cara al 2019, se está ultimando la redacción de nuevo proyecto para solicitar nuevas ayudas europeas antes de final de enero. Los promotores confían en que la Comisión Europea conceda un nuevo Life, tras las ayudas anteriores otorgadas, que totalizan 69,3 millones de euros. “Europa se ha comprometi­do en la conservaci­ón de esta especie única; no podía dejarla perder. Proteger el lince es como salvar un patrimonio único, como conservar la mezquita de Córdoba o la Alhambra de Granada”, dice Miguel Ángel Simón.

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ÀLEX GARCIA Suelta de un ejemplar en Vilches (Jaén) el año pasado
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