La Vanguardia (1ª edición)

¿Romperá Brasil los Brics?

- Pascal Boniface P. BONIFACE, director del Instituto de Relaciones Internacio­nales y Estratégic­as de París. Traducción: José María Puig de la Bellacasa

En el 2001, un economista de Goldman Sachs definía una nueva categoría a fin de reasegurar a los mercados después de los atentados del 11-S: los BRIC, para designar a cuatro países, Brasil, Rusia, India y China, de modo que el grupo presentaba un fuerte potencial de desarrollo y una gran población.

Esta creación era, al inicio, puramente artificial. Estos países presentan en realidad numerosas diferencia­s: Rusia y China son países miembros permanente­s del Consejo de Seguridad de la ONU al que India y Brasil aspiran a sumarse. Moscú y Pekín son potencias nucleares oficialmen­te, Nueva Delhi es una potencia oficiosa y Brasilia ha renunciado a las armas nucleares. Las relaciones chino-rusas eran difíciles y las chino-indias mostraban tentacione­s hostiles. Por otra parte, la naturaleza de sus respectivo­s regímenes políticos las distinguía asimismo de modo considerab­le. Sin embargo, la ficción se hizo realidad y los BRIC constituye­ron una realidad totalmente inequívoca con un peso real en el panorama internacio­nal. Se les unió Sudáfrica para constituir, de este modo, los Brics, entidad que incorporab­a así al continente africano.

Los Brics comenzaron a celebrar reuniones cumbre, de forma anual, en el 2011. Han creado un banco internacio­nal de desarrollo que se ha convertido en razón de su capital en el tercero del mundo y, a diferencia del Banco Mundial o del FMI, no hace depender sus préstamos de condiciona­mientos políticos. Se han convertido rápidament­e en una especie de G-7, con mayor entidad si cabe después de la expulsión de Rusia del G-8, a raíz de la anexión de Crimea. En septiembre del 2014, Rusia, que padecía los efectos de las sanciones occidental­es, fue recibida de manera casi triunfal en la cumbre de los Brics en Fortaleza, Brasil.

Los Brics no tienen apenas nada que ver con lo que había imaginado el economista de Goldman Sachs. No solamente porque ya constituye­n una estructura que celebra reuniones cumbre, sino también porque los equilibrio­s internos se han visto trastocado­s. La China de hoy ya no tiene nada que ver con la del 2001. Se ha diferencia­do ampliament­e y presenta un peso incomparab­le, de modo que sigue interesada en mantener esta estructura.

Más allá de sus diferencia­s, estos países cuestionan el monopolio occidental del poder y, asimismo, el papel del dólar como moneda de intercambi­o internacio­nal. Consideran que los occidental­es ya no pueden controlar el mundo sin tener en cuenta sus intereses y se mantienen unidos pese a sus diferencia­s. Se plantea la cuestión de saber si este club mantendrá su auge en los próximos años, lo cual se suscita sobre todo con el acceso al poder de Jair Bolsonaro, quien ha proclamado en varias ocasiones su proximidad ideológica a Donald Trump y su voluntad de reducir la influencia china en Brasil. Si el presidente de un país importante como Brasil dejara de aplicar la política de distanciam­iento de los Brics con respecto a los países occidental­es, ¿seguiría siendo pertinente este club?

Con ocasión de la última cumbre de los Brics celebrada en Sudáfrica, Bolsonaro hizo decir a Temer, en ese momento presidente en funciones, que la próxima cumbre de los Brics tendrá lugar en Brasil y por su parte ha señalado que no tiene interés en quebrantar esta dinámica. La tercera parte de las inversione­s extranjera­s en Brasil proviene de China y un tercio de las exportacio­nes brasileñas tiene China como destino. Los mercados americanos y europeos corren peligro de estancamie­nto, mientras que los mercados chino e indio pueden desarrolla­rse. Sería, pues, peligroso cortar esta vía. En América Latina, Brasil es un líder lusófono

Es probable que Bolsonaro deje de lado su retórica antichina y mantenga sus relaciones con Pekín

sin discusión (los demás son hispanófon­os). La creación de los Brics contribuyó a conferir una dimensión mundial a Brasil. Fue la mejor operación internacio­nal de relaciones públicas en el momento de su emergencia. Quebrantar esta dinámica podría incrementa­r la crisis.

Es pues, probable, que Bolsonaro deje de lado su retórica antichina y mantenga sus relaciones con Pekín, demasiado importante­s como para barrerlas de un manotazo. Habrá que ver, en todo caso, cómo reaccionar­á Trump si Bolsonaro no se le une en su campaña antichina.

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