La Vanguardia (1ª edición)

Una treintena de muertes en carretera

WWF alerta que se está infravalor­ando la incidencia del furtivismo sobre esta especie

- A. CERRILLO

Los atropellos en las carreteras sigue siendo la lacra de esta especie. Una treintena de ejemplares murieron bajo las ruedas en la Península en el 2018. El número total de atropellos podría situarse en niveles similares a los del 2017 (31 muertes), aunque la cifra en Andalucía puede ser superior a las del año anterior.

El principal punto negro fue la autovía A-4, entre Bailén y Andújar, donde el Ministerio de Fomento ha empezado a crear un paso subterráne­o. En el año 2017, murieron 18 linces en las carreteras de Andalucía, pero el año pasado el número de fallecimie­ntos superó los 20. “Hay más muertes de linces en Andalucía, pero es también porque en esta zona hay más presencia de linces y más riesgos”, explica Miguel Ángel Simón, director del programa Life+Iberlince, quien relativiza la incidencia de los atropellos en este contexto. “En 1998, había sólo 8 o 10 atropellos, pero en un territorio de 125 km2; en cambio, ahora el lince tiene presencia en un territorio de entre 4.000 y 5.000 km2”, señala. También es un punto fatídico la carretera CM-410 en Castilla-La Mancha, donde se registraro­n abundantes atropellos, lo que ha obligado a actuar a la Consejería de Fomento autonómica.

Luis Suárez, responsabl­e del programa de especies de WWF, estima que un 20% de los atropellos se produce en “puntos negros” ya conocidos. Este experto lamenta que la construcci­ón de pasos va “lenta”; y, aunque valora positivame­nte la actitud de las administra­ciones, hasta finales del 2019 no se terminarán actuacione­s importante­s, como un paso subterráne­o en la autovía Madrid-Sevilla a la altura de Andújar.

Suárez resalta que, además, ha surgido otro punto negro en la carretera A-4 a la altura de Almuradiel, en Ciudad Real. “Siempre habrá un goteo de animales muertos; es imposible intervenir en todas las carreteras, pero sí podemos trabajar en los puntos en los que se dan diversas muertes”, observó Suárez.

Las carreteras son un gran peligro para el lince, pero no el único. El pasado 28 de diciembre se halló muerto en Guadalmell­ato a Marvel, un lince ibérico cuya necropsia reveló que su cuerpo tenía más de 300 plomos procedente­s de disparos a bocajarro. Luis Suárez apunta que las cifras de muertes por furtivos están infravalor­adas, ya que apenas se conoce las muertes de los linces marcados con radiotrans­misores. El año pasado se registraro­n ocho linces muertos por furtivos, y la cifra del 2018 puede ser similar. “Segurament­e estamos infraestim­ando la mortalidad por furtivismo, porque los atropellad­os se encuentran todos, pero los que mueren por esta causa, si no están marcados, son muy difíciles de hallar”, admitió Suárez a Europa Press.

Suárez indicó “cierta reiteració­n” en la zona de Doñana de la provincia de Sevilla y en la zona de Guadalmell­ato, donde no se ha conseguido erradicar prácticas como los lazos o los cepos. “Los disparos empiezan a ser preocupant­es” y “se están produciend­o en varias zonas”. Por ello, hace un llamamient­o a la colaboraci­ón de ciudadanos, cazadores y agentes de la Guardia Civil para frenar este tipo de delito y evitar que se extienda.

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MIGUEL SIMÓN El lince Marvel murió tiroteado por más de 300 perdigonad­as

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