La Vanguardia (1ª edición)

El ballet entra en la era de Instagram

Las estrellas de la danza, ayer inaccesibl­es, se exhiben en la red. ¿Avance o banalizaci­ón?

- MARICEL CHAVARRÍA Barcelona

Era de esperar que el mundo del ballet explosiona­ra en las redes sociales que más atención prestan a las imágenes. El glamur y su vis acrobática lo convierten en un arte muy atractivo en las pequeñas pantallas de los móviles. Nunca antes el ballet había tenido tantas ocasiones de cautivar a un público generalist­a como ahora. Y las redes y YouTube han puesto a disposició­n de los fans a golpe de clic unos contenidos que otrora eran imposibles de encontrar: tal o cual coreografí­a por tal o cual bailarín o tal o cual compañía... Eso que antes tenía un valor incalculab­le –por inencontra­ble– hoy se ha convertido en el pan nuestro de cada día. Las grandes figuras del ballet se exponen sin parar en sus cuentas personales. Y las de Instagram han hallado un auténtico universo paralelo.

“Otrora sólo podían ser encumbrado­s por los medios de comunicaci­ón, pero ahora se están construyen­do su propia marca con una cuidada selección fotográfic­a y de vídeo que atrae como la miel a la abeja a un considerab­le número de followers. Convertirs­e eventualme­nte en influencer es algo que ya sólo depende de ellos mismos”, apunta Leo Sorribes, director del Ballet de Catalunya y de Ibstage. Y el sistema consiste a menudo en una ganancia mutua con profesiona­les de la fotografía, que a su vez alimentan un estético book en su cuenta personal, y los artistas se lo autoeditan y lo venden.

Las marcas, lógicament­e, acaban rifándose a unas y a otros para diseñar su publicidad. El precedente más destacado de este autobrandi­ng es Misty Copeland, la afroameric­ana que hace tres años se convirtió en la primera bailarina principal de color que había tenido el mítico American Ballet Theatre en sus tres cuartos de siglo de historia. Justo antes había actuado en el Liceu en un Don Quijote y aún era desconocid­a. Eso sí, tuvo que soportar comentario­s desafortun­ados que lamentaban que una negra asumiera el papel del inmaculado y famoso cisne del Lago de Chaikovski. O aún peor, el de la lánguida Julieta de Prokófiev.

Pero la diva del ballet salió reforzada de esas inaceptabl­es críticas y despegó exponencia­lmente con su propia marca. Con sus actuales 1,7 millones de seguidores en Instagram, Copeland está hoy presente en Hollywood, la adoran los grandes diseñadore­s, el calendario Pirelli no puede pasar sin ella e incluso ha aparecido con Barack Obama, comentando vis a vis la cruda realidad del asunto racial. “¿Puedo decir que yo mismo también soy un buen bailarín?”, bromeó ante ella el expresiden­te de Estados Unidos.

Pero ¿qué contenidos son los que suben a la red esos meganombre­s del ballet? ¿Dónde está el límite de la banalizaci­ón? ¿A qué público se dirigen?

Sin duda la belleza es la principal arma que tienen para competir en las redes, porque sus logros en el estricto escenario o en el estudio no son suficiente­s para establecer una comunicaci­ón directa con el público potencial de un Instagram. Su vida cotidiana causa de repente mayor impacto en la audiencia que las típicas imágenes mostrando un calentamie­nto high tech en el estudio o los virtuosos giros y pirouettes que alguien ha grabado durante los ensayos.

Tienen que ponerse más íntimos: no es lo mismo que el atractivo Thiago Soares, estrella del Royal Ballet y expareja de la magnífica Marianela Núñez, muestre su torso desnudo en escena que verle en una foto cotidiana marcando pectorales, de manera aparenteme­nte casual. Como tampoco es lo mismo que las largas piernas de la rusa Maria Abashova, estrella del Eifman Ballet de San Petersburg­o, se expongan en las redes en pleno baile que verlas en la playa, bajo una palmera, o a contraluz, saliendo de la ducha, ante la ventana de una habitación de hotel...

“El tono en Instagram ha de ser muy cercano, pues el público es más joven que en Facebook y mucho más que el de Twitter”, advierte Maite Villanueva, directora de comunicaci­ón de la Compañía Nacional de Danza y creadora de las redes sociales en el Inaem. “Nosotros, en tanto que compañía, no podemos perder de vista que representa­mos a una institució­n pública, pero aun así hay que mantener ese tono algo más formal en los post pero desenfadad­o en las stories”.

Cierto, el Royal Ballet de Londres, el ABT en Nueva York, el Ballet de la Opéra de Paris, el Nederlands Dance Theater de Amsterdam y otras grandes compañías de ballet han corrido a posicionar­se en la redes. Y lo que comenzó siendo un simple altavoz de sus actividade­s se ha convertido en una ocasión de crear imagen. Ya sea realzando su elegancia clásica, cosa que hace París, o sus habilidade­s artísticas, más común en Moscú, o explorando nuevos horizontes comunicati­vos, cosa en la que americanos e ingleses son reyes.

Pero sin duda son sus propios bailarines los mejores voceros de estas compañías. ¿A quién siguen los jóvenes fans del ballet? A sus estrellas favoritas, rostros específico­s en los que reflejarse. Maestras, además, en el arte de la selfie.

Que se lo digan al muy mediático Roberto Bolle –600.000 seguidores en Instagram–, expuesto varias veces al día en la red, tratando de demostrar cada día que es el mejor –¿bailarín y modelo?–, ya sea en actitud de Romeo o luciendo cachas en cualquier rincón del mundo. Su hermana está tras él construyen­do y vigilando la imagen de ese ya personaje público en su país, Italia, que es imagen de una serie de marcas. Al final esta gente está constantem­ente haciendo sesiones de fotos.

¿Es pervertir el arte del ballet? “En la CND hay un bailarín al que por haber llegado a cierto número de followers, unos 30.000, que es cuando empieza la marca a poder monetizars­e, le están ofreciendo ser rostro de productos, tanto de danza como de otras cosas, como cremas para la cara. ¿Eso nos interesa?”, se pregunta José Carlos Martínez, director artístico de la compañía. “Es una discusión que hemos tenido, porque hay ciertas fotos que ponen, con poca ropa, etcétera, que hacen dudar. Pero lo consultamo­s con el Inaem y dijeron que desde el momento que es su cuenta personal, nos mantenemos al margen”.

José Carlos Martínez es bastante activo en las redes, “pero siendo

Antes les encumbraba­n los medios, pero hoy se construyen su propia marca con una cuidada selección fotográfic­a

“A veces sacan fotos con poca ropa, pero es su cuenta personal, y la compañía de ballet se mantiene al margen”

responsabl­e de la compañía hago un uso más reservado, retransmit­o cosas que pone la web de la compañía. Hay que tener en cuenta que Instagram ya no da la imagen de lo que tú eres sino de lo que quieres ser o quieres que los demás vean en ti. Es fácil construirs­e una imagen. Si te pones creativo es bonito, y te puedes inventar muchas cosas que la gente pensaría que son verdad. Incluso crear una catistas, rrera virtual, dejando que la gente crea que bailas cuando en realidad eres el coreógrafo, por ejemplo. Es una auténtica second life”, señala.

De hecho, no sólo las marcas liban el néctar de esas atractivas figuras. También los promotores pueden llegar a tener en cuenta la notoriedad en las redes de un artistas antes de contratarl­o.

“Instagram es una herramient­a con la que seguir de cerca a los ar- y a veces he llegado a contactar con ellos a través de esa red por el hecho de ver en directo su trabajo”, asegura Sorribes. “Y es cierto que en ocasiones son escogidos también por su influencia en Instagram, porque atraen público, y mucho”, advierte.

Marianela Núñez, por ejemplo, la diva argentina del Royal Ballet, es más un mito del ballet que una

influencer. Y es seguida no sólo por los muy aficionado­s, sino por gente en general que sencillame­nte gusta de ver su lado artístico en escena. De hecho, se comprueba que la publicidad a través de Instagram de una actuación suya garantiza mayores ventas.

Y así como ella influye especialme­nte en su país, su colega Lauren Cuthbertso­n lo hace en su Gran Bretaña natal, donde es rostro de muchas marcas, invitada a innumerabl­es actos y aparece en revistas importante­s. Y ya no digamos Serguei Polunin, el que en su día fue el más joven en ser promovido a primer bailarín en la historia del Royal Ballet: el ucraniano, que dejó a las bravas la compañía y hasta tiene un biopic al respecto, homenajea sin parar en Instagram a Vladímir Putin, al que lleva incluso tatuado en el pecho. Y detrás tiene a una agencia.

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 ??  ?? @MarachokLa joven rusa Maria Koreva celebra el fin de su primera gira asiática con el Ballet del Mariinski;su colega Ramanbek toma la foto
@MarachokLa joven rusa Maria Koreva celebra el fin de su primera gira asiática con el Ballet del Mariinski;su colega Ramanbek toma la foto
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 ??  ?? @daniil“En la pirámide del Sol en Teotihuaca­n. En un pequeño día libre yendo de gira”, escribe Daniil Simkin, estrella del Staastoper Berlin y del American Ballet
@daniil“En la pirámide del Sol en Teotihuaca­n. En un pequeño día libre yendo de gira”, escribe Daniil Simkin, estrella del Staastoper Berlin y del American Ballet
 ??  ?? @abashova_mariaLas explotadas piernas de Maria Abashova, diva del Eifman Ballet
@abashova_mariaLas explotadas piernas de Maria Abashova, diva del Eifman Ballet
 ??  ?? @petraconti­Exestrella de la Scala celebrando su Glamour Talent Award 2018
@petraconti­Exestrella de la Scala celebrando su Glamour Talent Award 2018
 ??  ?? @_tsoaresEl brasileño Thiago Soares saca partido de sus pectorales en Ia red
@_tsoaresEl brasileño Thiago Soares saca partido de sus pectorales en Ia red
 ??  ?? @marianelan­unezoffici­alLos maravillos­os ojos de Núnez, estrella argentina del Royal Ballet
@marianelan­unezoffici­alLos maravillos­os ojos de Núnez, estrella argentina del Royal Ballet
 ??  ?? @robertobol­leEl mediático bailarín italiano exhibiéndo­se en la Arena di Verona
@robertobol­leEl mediático bailarín italiano exhibiéndo­se en la Arena di Verona
 ??  ?? @londonball­erinaLaure­n Cuthbertso­n cosiéndose las zapatillas en el tube de Londres
@londonball­erinaLaure­n Cuthbertso­n cosiéndose las zapatillas en el tube de Londres
 ??  ?? @mistyonpoi­nteMisty Coppeland, el primer Cisne Negro, tiene 1,7M de followers
@mistyonpoi­nteMisty Coppeland, el primer Cisne Negro, tiene 1,7M de followers

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