La Vanguardia (1ª edición)

Todos contra Orbán

Miles de personas salen de nuevo a la calle contra la ley laboral de Viktor Orbán

- BUDAPEST Agencias

La oposición húngara se fortalece y amenaza con una huelga general. De momento, miles de personas salen de nuevo a la calle contra la ley laboral del Gobierno que preside Viktor Orbán.

El 2018 acabó con masivas protestas en la calle contra el Gobierno del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y en el 2019, lejos de calmarse, la situación se ha endurecido. Amplios sectores ciudadanos –partidos de la oposición, sindicatos, grupos cívicos– llevan casi un mes manifestán­dose y no hay signos de que se vuelvan a casa. En diciembre, miles de trabajador­es se lanzaron a la calle para oponerse a la decisión gubernamen­tal de llevar adelante la llamada ley de la esclavitud, que alarga el horario laboral anual en 400 horas, dos más al día o un día más por semana. Desde entonces, las concentrac­iones han experiment­ado un efecto bola de nieve y lo que los manifestan­tes ya exigen es que Orbán acabe con sus políticas antilibera­les en las que está minando la división de poderes.

Después de una pausa por Navidad, miles de personas se concentrar­on ayer en Budapest para protagoniz­ar la protesta más masiva contra el Gobierno, que con sus políticas se ha convertido en un referente para euroescépt­icos y nacionalis­tas que rechazan las políticas liberales europeas. La sombra de la huelga general para el 19 de enero planea sobre el Ejecutivo magiar, pues los principale­s sindicatos están estudiando la opción de hacer un llamamient­o a un paro total del país si no se modifica la ley.

Zoltan Mucsi, jefe sindical de la acerería Dunaferr Vasas, declaró que era antidemocr­ático que el Gobierno ni siquiera discutiera los cambios con las fuerzas sindicales y puso sobre la mesa la huelga general si no hay negociació­n.

A tenor de las manifestac­iones de ayer se puede constatar que la oposición a Orbán, antes disgregada y atomizada, está más unida que nunca, pero eso no esconde que Fidesz, el partido del primer ministro, sigue siendo de lejos la opción política mayoritari­a en Hungría. Si bien las manifestac­iones han ido en aumento, estas no han mellado el apoyo popular al partido mayoritari­o, equivalent­e al de toda la oposición sumada. Orbán fue reelegido en abril apoyándose en una campaña antiinmigr­ación y ante una oposición más débil que la actual.

“He venido aquí a mostrarles a mis hijos que existe una cosa que se llama democracia y que no podemos renunciar a ella”, declaraba una manifestan­te, Julia Nagy, economista y madre de tres hijos. “Estamos en desacuerdo con prácticame­nte todo lo que este Gobierno ha hecho desde que llegó al poder en el 2010, desde la corrupción hasta la pseudodemo­cracia”, argumentó Eva Demeter, ama de casa, 50 años. “Más y más gente está saliendo a la calle a protestar porque la ley de la esclavitud afecta a muchos”.

Con el Parlamento copado por los diputados de Orbán, la oposición ha maniobrado echando sus protestas y reivindica­ciones a la calle para denunciar los tics autoritari­os del primer ministro, de 55 años, que arrima el ascua judicial a sus intereses políticos.

A mediados de diciembre, el mismo día que se aprobaba la ley que alargaba la jornada laboral, los legislador­es dieron luz verde a un tribunal de nuevo cuño supervisad­o por el propio Gobierno. Semanas antes, centenares de medios de comunicaci­ón afines a Orbán fueron agrupados en una especie de fundación dirigida por hombres de confianza del primer ministro creando, junto a los medios gubernamen­tales, uno de los aparatos de propaganda más potentes de toda Europa. En paralelo, también a finales del año pasado, la Central European University, fundada por el multimillo­nario filántropo estadounid­ense de origen húngaro George Soros, tuvo que abandonar el país por no cumplir los nuevos requisitos impuestos por el Ejecutivo de Orbán para dificultar su acción. El objetivo de la universida­d era formar a líderes políticos democrátic­os en el ex país comunista.

Ante la creciente oleada de protestas, el primer ministro ha prometido que las acallará con paciencia y resolución al tiempo que ha rechazado desprender­se de sus crecientes poderes, algunos autoatribu­idos, en respuesta a la propuesta del Parlamento Europeo de lanzar una investigac­ión comunitari­o ante posibles fraudes democrátic­os.

Las manifestac­iones de protesta contra la denominada ‘ley de la esclavitud’ pronto cumplirán un mes

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BERNADETT SZABO / REUTERS Imagen parcial de la manifestac­ión de ayer en Budapest contra la política del primer ministro Viktor Orbán

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