“Sólo nos dan migajas”
Los ‘chalecos amarillos’ exigen un vuelco político total y no reconocen legitimidad al actual poder
Los chalecos fluorescentes son expresiones de autoestima y pancartas políticas. Muchos activistas llevan escritas, con bolígrafo o rotulador, las fechas de las ocho manifestaciones habidas en París desde el pasado 17 de noviembre. Quienes han asistido a todas ellas se sienten especialmente satisfechos y presumen de ello.
Charlotte, una profesora universitaria de 64 años, llevaba escritas ayer estas frases en su chaleco: “Sobrevivir no es un proyecto de vida. Sueño general”. La activista jugaba con la similitud entre las palabras
rêve (sueño) y grève (huelga). La docente, que se manifestaba delante del Ayuntamiento de París, iba bien equipada. Llevaba unas gafas de buceo y una mascarilla sanitaria, para protegerse de los gases lacrimógenos que ya empezaban a lanzar los antidisturbios. Sorprendía la corona de cartón dorado sobre la cabeza. Charlotte había querido añadir este detalle de humor. Con sus amigas, se acababa de comer una galette
des rois, el típico pastel de Reyes, equivalente al roscón.
–¿No le parecen suficientes las concesiones hechas por Macron y el Gobierno?
–Sólo nos dan migajas. Los impuestos han reducido mi sueldo en 60 euros cada mes. Pero esta no es la única razón por la que estoy aquí. Defiendo el derecho a manifestarse en este país.
–¿Qué pasará? ¿Hasta dónde llegará este movimiento?
–No lo sé. Hacen todo lo que pueden para pararnos, para intimidarnos, para desacreditarnos, con un despliegue policial y militar impresionante para disuadirnos, para provocar miedo. Y nos desacreditan también a través de los medios de comunicación afines. Quizás en España hay más libertad de prensa que en Francia.
Entre quienes se manifestaron ayer, el núcleo duro, el más recalcitrante, de los chalecos amarillos, predominaba la idea de que es necesario un vuelco político total, que conllevaría la aceptación del llamado “referéndum de iniciativa ciudadana (RIC)” para decidir todas las cuestiones importantes. En la práctica, el Parlamento quedaría relegado a un papel secundario. “Queremos la VI República”, puntualizaba un activista; es decir, un cambio constitucional de mucha envergadura, otro régimen político.
–¿De dónde viene este malestar francés?–, le preguntamos a Philippe, mecánico, de 57 años.
–Es muy simple, desde hace 20 años se hacen reformas para los más ricos. El ascensor social no funciona. Todas las medidas que toman nos empobrecen y hacen caer nuestro nivel de vida. Y sabemos de dónde viene Macron, eh. Es un banquero. Forma parte de la oligarquía.
“Si hace falta hacer la revolución, haremos la revolución”, remachó Frédéric, conductor de ambulancia, de 35 años.
Los reproches a la Unión Europea son habituales entre los chalecos amarillos. Jean-Baptiste enarbolaba una gran pancarta a favor de “la abolición de los privilegios a los políticos y a las élites”. “JeanClaude Juncker (presidente de la Comisión) es un corrupto –denunció este pensionista, de 62 años–. Fue primer ministro de Luxemburgo y sabía que era un paraíso fiscal. Es culpable. Europa no puede tener un presidente como Juncker. Estoy a favor de Europa, pero una Europa ética, democrática, social y ecológica. Los eurodiputados y los comisarios deben perder sus privilegios”.
Olivier, empleado del coloso de comunicaciones Orange, de 52 años, era más radical: “La condición para recuperar nuestra soberanía es abandonar Europa. Los ingleses ya lo han hecho y los italianos han dejado de obedecer, Macron está ahí para aplicar la política de Bruselas. Sabe, durante años fuimos soberanos en Francia y nos iba muy bien. Estoy orgulloso de los franceses porque empiezan a mostrar al mundo que hay una alternativa”.
Son frecuentes los reproches a la UE por la corrupción, los privilegios y la pérdida de soberanía