Barcelona, la gran batalla
El panorama de candidatos a la alcaldía de Barcelona empieza a aclararse. Van a ser unas elecciones en las que se dirimirá la hegemonía del independentismo y la vitalidad del movimiento de izquierdas surgido del 15-M.
Las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina. Y Barcelona se presenta como uno de los escenarios más disputados. Aquí se va a dirimir tanto la hegemonía del independentismo como la vigencia política del movimiento del 15-M que propició el surgimiento de Podemos y los comunes.
La alcaldía de Barcelona sería un auténtico altavoz para el independentismo y ERC ha hecho una apuesta nostálgica con la candidatura de Ernest Maragall, que pretende aglutinar un voto que vaya más allá de la reivindicación separatista. Los republicanos vuelven a jugar fuerte, conscientes de que esta vez pueden lograr el anhelado sorpasso sobre Junts per Catalunya. Si el independentismo suma (no hay que olvidar a la CUP) y si logra un porcentaje de voto superior al 50%, sería un espaldarazo impresionante para esa causa. Ahora bien, si pierde, también dificultaría la defensa de cualquier estrategia de unilateralidad, ni siquiera retórica. Si la capital del Estado que se quiere construir no comulgara con la independencia, se afianzaría el discurso de quienes sostienen que es preciso ir más despacio en la reivindicación independentista.
El otro terreno de juego es el de la supervivencia de los comunes, la gran sorpresa electoral de las últimas municipales. Ahora mismo, Catalunya en Comú es Ada Colau. Si la alcaldesa perdiera su puesto, el espacio político que un día pareció eclosionar hasta ganar incluso las generales en Catalunya entraría en una crisis profunda. Por eso, Colau va a situar a Manuel Valls, el gran interrogante de estos comicios, como su principal rival. Con un PP casi en vías de extinción y Ciudadanos en un papel secundario dentro de la lista del ex primer ministro francés, Colau presentará a Valls como el candidato de las élites, aunque él se defina como socialista. Los comunes lo presentarán como el exponente de la derecha, incluso extrema gracias al apoyo de Vox a Ciudadanos en Andalucía. A su vez, Valls utilizará un resorte similar al presentar a la alcaldesa como muestra del populismo de izquierdas ineficaz en asuntos como el orden o la seguridad.
Esas dos batallas ideológicas van a marcar la pugna de Barcelona. Pero estas elecciones van a ser especialmente concurridas. La entrada de Vox en el Ayuntamiento será una de las incógnitas que despejar. La otra es cómo se configura el antiguo espacio convergente, hoy atomizado hasta extremos impensables si se tiene en cuenta que hace sólo cuatro años CDC gobernaba la ciudad con Xavier Trias al frente. En pocas semanas se dirimirá esa lucha interna. El exconseller Quim Forn, que fue número dos de Trias, hoy encarcelado y pendiente de juicio por el 1-O, es la figura de consenso entre el PDECat y la Crida de
Carles Puigdemont para encabezar la lista. En el segundo puesto se afianza la consellera de Presidència, Elsa Artadi, persona de confianza del expresident. Trias había propuesto el tándem entre Forn y Neus
Munté, que ganó las primarias en el PDECat, pero ese reparto no era del agrado de la Crida, desde donde algunos habían puesto sobre la mesa nombres como el de la consellera
Laura Borràs o la periodista Pilar Calvo. Resuelto el embrollo de la lista entre el PDECat y la Crida, queda por averiguar si esta será capaz de incorporar a Ferran Mascarell, que por ahora presenta su propia candidatura, y a Jordi Graupera –que cuenta con el apoyo de la ANC–, aunque él lo descarta con rotundidad.
Artadi sería, así, la candidata de facto a la alcaldía, ya que Forn está en prisión. Si una pieza clave en el Palau de la Generalitat como la consellera es enviada al Ayuntamiento de Barcelona es porque Puigdemont y su entorno creen que tiene posibilidades de tocar poder, aunque sea como socia de ERC. Y es un síntoma de que las elecciones catalanas están lejos, ya que Artadi es el único nombre que ha destacado por ahora como posible candidata a la presidencia de la Generalitat, dado que
Quim Torra no desea repetir. Quien aspire gobernar Barcelona, sea como alcalde o como aliado, deberá alcanzar pactos complicados. Colau espera llegar primera a la meta y gobernar con apoyo de ERC. Ernest Maragall cuida el flanco de los comunes y del PDECat, por si puede elegir entre el acuerdo de izquierdas o el independentista. Valls intenta acercarse al PSC, pero este se decanta más por ERC y los comunes. Ensamblar el rompecabezas no será fácil. Pero antes habrá que saber quién gana la gran batalla.