La Vanguardia (1ª edición)

¿ El buen marido nace o lo hacen?

- Joaquín Luna

La otra noche, una señora educada y simpática se me acercó en la barra para decir que su marido lee las columnas que perpetro y tiene por costumbre invitarla a que haga lo propio, lo que en alguna ocasión ha propiciado discusione­s conyugales.

–Es que mi marido es un poco machista y le gustan los toros.

Ante todo, debo decir lo que se dice en estos casos: usted, anónimo lector, no se merece la esposa que tiene (aunque alguna virtud tendrá usted para que su esposa nos soporte).

Una amiga de la señora añadió, sin invocar a marido alguno:

–¡Se mete mucho con las mujeres! Algún día podría hablar bien...

Nos hicimos una foto en son de paz, pero el comentario inicial truncó el estado melancólic­o –inevitable en estas fechas “festivas” en que las noches ni son noches ni son ná– para hacerme sentir responsabl­e indirecto de sus discusione­s conyugales.

Yo lo que quiero es que los matrimonio­s sean armónicos y no discutan por tonterías que escribo, aunque, al mismo tiempo, me hace sentir orgulloso

Gracias a las mujeres, existen en el mundo los maridos, y ya sólo por eso merecen un aplauso

porque si los matrimonio­s discuten por tonterías no lo hacen por si ella se ha echado un novio de Cienfuegos o compra entradas para ir al teatro sin preguntar si se juega el Barça-Madrid. Anhelo que se quieran mucho y discutan poco, pero no hasta el punto de verles cenando felices y pensar:

–¡Se compenetra­n tanto que ni se han hablado en toda la cena!

Este 2019 me he propuesto hablar bien de las mujeres y muy mal de los hombres –cosa que ya hago aunque se note poco–, así que no voy a extenderme ahora sobre la capacidad –formidable– que observo en las mujeres para hacerte sentir culpable de lo que sea. Así, por ejemplo, descarto que la simpática esposa quisiera hacerme sentir culpable de lo que escribo, y a su marido de lo que lee...

Gracias a las mujeres, existen en el mundo los maridos, y ya sólo por eso se merecen un reconocimi­ento. Mi duda es: ¿el buen marido nace o lo hacen? Diría que lo segundo, porque ningún varón viene al mundo con la ambición de llegar a ser, el día de mañana, un gran marido, lo cual habla y bien de la paciencia de las mujeres para formar, educar y moldear a un ser humano asilvestra­do, cuya aspiracion­es vitales suelen ser una birria: trabajar mucho, alimentars­e de forma irresponsa­ble, gansear los domingos –con ánimo de ofender a los gansos–, salir con amigos y echarse novias sin compromiso.

Yo pertenezco a esa parte de la humanidad que vive solo y sin perro porque no ha tenido una mujer que, con perseveran­cia y la lista de la compra los sábados, haya hecho de él un marido virtuoso. Con las virtudes de un solterón sólo podría salir un marido defectuoso... A veces, eso sí, uno echa de menos discutir por tonterías. Cómo dijo aquel en no sé qué película:

–Si me gustase discutir, ya me habría vuelto a casar.

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