Creencias

Las religiones forman parte de la historia de la humanidad desde sus orígenes. Y, naturalmente, resultan fascinantes para el conocimiento, tanto desde el punto de vista de las creencias que comparten sus seguidores como de los hechos, mitos o dogmas en que se asientan. En las sociedades enmarcadas en la cultura occidental, el cristianismo es parte intrínseca del pensamiento individual y colectivo desde hace dos milenios. Y en esta religión Jesús es la figura central: un hombre al que se considera hijo de Dios.

En La Contra del lunes 24 de diciembre, Víctor-M. Amela entrevistaba a Antonio Piñero, catedrático de Filología Neotestamentaria y estudioso de la religión cristiana. Bajo el titular “Jesús existió”, la entrevista recorría los detalles comprobados sobre la vida de Jesús, como que probablemente nació en Nazaret y no en Belén; que tuvo un hermano, Jacobo; que era carpintero; que estudió la ley judía por su cuenta; que predicó y tuvo discípulos, y que la autoridad romana le ejecutó, por sedición.

Piñero señalaba también las “invenciones” que acompañan su nacimiento, como la estrella de Belén o la adoración de los Reyes Magos. Y afirmaba que Jesús (Yeshua) se veía a sí mismo como profeta, no como el hijo de Dios, aunque al final de su vida sí pretendió ser el Mesías-Rey que Israel estaba esperando. “Y justamente por eso fue crucificado”, concluía el catedrático.

A algunos lectores no les gustó que se abordara con este enfoque la figura de Jesús. Inés Casado Montes lamentó que se publicara la entrevista la víspera de Navidad y, tras defender la libertad de pensamiento y de expresión para afirmar que “no tengo ningún problema con las opiniones discrepantes”, criticó que no se pusieran en entredicho las aseveraciones de Piñero contrastándolas con los Evangelios.

“Cristo ya anunció que era Hijo de Dios –argumentó Inés Casado para rebatir tesis de Piñero– cuando se pierde en el Templo; cuando acepta al zelote entre sus seguidores no es porque no haga ascos a la violencia sino porque repite hasta la saciedad que viene a sanar a los pecadores; hacer esa comparación tan ridícula de Jesús con Honí es una burla a la inteligencia; el mismo Flavio Josefo que se menciona en la entrevista dice en su libro XVIII: ‘Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús, si es lícito llamarlo hombre, porque realizó grandes milagros y fue maestro de aquellos hombres que aceptan con placer la verdad’”.

También el suscriptor Baltasar Parera i Coll envió una queja en la que señalaba la inoportunidad de que “precisamente hoy, vigilia de Nadal, se entreviste a una persona que niega todo lo que los cristianos creemos y celebramos en estas fechas tan importantes para nosotros”.

Víctor-M. Amela defiende la elección del entrevistado recordando que Piñero “acaba de publicar un libro sobre el Jesús histórico en la muy prestigiosa editorial Trotta y es una autoridad académica en el estudio de los textos bíblicos en su griego original. Ni falta a la verdad, ni critica la fe religiosa de nadie. Habla como filólogo, historiador y exégeta laico, y eso no puede ofender ni agrietar las creencias de nadie, si son sólidas”.

Resulta inevitable que el estudio de la historia ponga en entredicho cuestiones que surgen y se transmiten envueltas en relatos antiguos, a la manera de las leyendas. Pero la esencia de una religión que dio una nueva dimensión al ser humano y cambió el curso de la historia no tiene por qué verse afectada por la revisión de hechos concretos. Desde luego, en lo que concierne al periodismo, siempre es apasionante querer saber más.

A algunos lectores no les gustó que en una entrevista publicada la víspera de Navidad se hablara de Jesús con un estudio estrictamente histórico