La ‘suciedad’ en la que vivimos
Dos artículos recientes me permiten escribir este deprimente título. Espero que los lectores comprendan el desánimo que me embargó y muy probablemente la tristeza que me produjeron y que perdurará bastante tiempo, puesto que desgraciadamente se trata de un tema de notable actualidad, que por incalificables intereses, no suelen divulgarse con total veracidad, incluso por algunas onegés.
Xavier Aldekoa, corresponsal de La Vanguardia, publicó un artículo sobre la RD Congo titulado “El paraíso era el infierno” en el que describe el dramático cambio que sufrió una oenegé fundada por una entusiasta treintañera, Katie Meyler, situada en uno de los barrios más pobres de Monrovia. Katie, decidida a sacar del infierno a niñas prostituidas y víctimas de abuso sexual, recolectó más de ocho millones de dólares para proporcionarles los medios para una mejor vida y educación. Un empleado liberiano, Macintosh, cofundador de la oenegé, coordinador local de aquella, se aprovechó de su previsible honestidad laboral gracias a su cargo, violó a decenas de niñas y contagió el VIH al menos a una de ellas. El violador fue detenido. Al menos se tiene constancia de abuso sexual, de violación, en alrededor de treinta casos de niñas a partir de 10 años.
Es triste comprobar que tan lamentable machismo constituya un dramático suceso, en el día a día, de la sociedad actual. Es difícil sugerir medidas efectivas que abarquen a toda la población afectada. El primer obstáculo nace en las diferentes formas de acoso sexual. Es frecuente que aquel sea ejecutado dentro del mundo laboral de la mujer. Quizá sea pura utopía, pero sigo considerando que el machismo que puede aprenderse ya en la escuela primaria, y más lamentablemente en el seno de la propia familia, suele ser el primer eslabón que conduce a una triste escalera que lleva a actos que en nada respetan al sexo femenino.
Las cosas no son fáciles, y se convierten en verdaderos delincuentes personajes de los que por su currículum podía esperarse una conducta ejemplar.
Hemos despedido el 2018, año en el que acontecimientos terribles para muchas mujeres despertaron el movimiento #MeToo, que ha de contar, a pesar de los conflictos políticos y la crispación social, con el apoyo eficaz de la comunidad mundial en el 2019.