La Vanguardia (1ª edición)

Dos hombres y un destino

- TONI LÓPEZ JORDÀ

Ni se hacen llamar Butch Cassidy y Sundance Kid, ni se parecen a Paul Newman y Robert Redford, pero los dos pistoleros más rápidos sobre cuatro ruedas ansían el mismo destino en el oeste sudamerica­no: la estatuilla del tuareg. Carlos Sainz y Nani Roma, los dos únicos españoles que saben qué es ganar un Dakar en coche, son los más mediáticos y también los mejor situados –ambos en el equipo favorito X-Raid de Mini– para buscar el éxito en Perú. Verlos juntos charlando distendida­mente, como en la imagen que propició La Vanguardia en Madrid, es lo más cercano a la amistad que compartirá­n en los 10 días de competició­n a partir de mañana.

Con Sainz –doble campeón en coches (2010 y 2018)– y Roma –campeón en motos, 2004, y en coches, 2014–, el Dakar entra en la dimensión más profesiona­l y elitista. Con ellos, la aventura se convierte en competició­n, en la que acabar el rally no es ningún premio.

Nani Roma, legend con sus 22 participac­iones (9 en moto y 13 en coche), se considera un dakariano exclusivo, un piloto profesiona­l que “vive por y para el Dakar”, que se pasa “todo el año enfocando las actividade­s” que realiza para competir en el rally más mítico. “Aunque haga muchas otras cosas a lo largo del año (competicio­nes, entrenacon­tra mientos, promocione­s), mi objetivo siempre es el Dakar, porque es también el objetivo de mis patrocinad­ores. Para mí el Dakar es una manera de vivir, es como mis Juegos Olímpicos, pero cada año. Así llevo 23 de mis 46 años... Así que no me veo haciendo otra cosa”, confiesa.

Sin el Dakar, Nani, el de Cal Pastor de Folguerole­s, quizás habría sido portero de fútbol (no se le daba mal en el Vic), o piloto de enduro “y lo habría acabado dejando”. O albañil, como de joven, cuando soñaba con ser piloto de coches de rallies y tuvo que conformars­e con una moto, que era más barata. La bonica que le llevó a África con 24 años, y a la gloria –el primer español que conquistó el tuareg–, sólo después de estrellars­e repetidame­nte, ocho años seguidos, contra el mal fario, averías, caídas, extravíos, desesperac­iones... “Ahora me llaman referente del Dakar y me hace sentir un poco mayor”, se ríe Roma, que en su 14.ª edición en coche perseguirá renovar aquel primer triunfo que empieza a quedarle demasiado lejos (2014), tras un 4.º, un 6.º y dos abandonos en los últimos años.

“Mi exigencia es la máxima: voy a ir a ganar la carrera; este año vamos muy bien preparados”, sostiene Nani, a quien no le asusta tener a Carlos Sainz, el vigente campeón, de compañero en Mini. “Toda la vida he tenido la suerte de competir con rivales muy duros, y siempre me han hecho mejorar. Carlos, Cyril y Peterhanse­l van a estar corriendo con Mini (con la versión buggy); para mí no es ningún marrón. Si quiero ganar, me da igual que Carlos lleve un buggy”. Aunque admite que el coche de dos ruedas motrices, más ligero (300 kg menos) y con suspension­es más altas, “en fuera pista es más rápido, pero en las dunas le cuesta más salir. No es un Dakar ideal para un 4x4, pero si no ganamos no será por coche”.

En un rincón de la sala, Sainz escucha con atención a su rival 10 años más joven y una docena de ediciones más veterano. A Roma –con quien mantiene una relación cordial, muy profesiona­l– lo considera uno de los rivales más peligrosos, por experienci­a y por coche, un Mini 4x4 “evoluciona­do y fiable”, lo que más envidia para su buggy. “Si algo me preocupa es la fiabilidad, por su falta de experienci­a en la competició­n”, comenta el piloto madrileño, que a sus 56 años se siente rejuveneci­do con el reto del Dakar, una prueba de la que se ha ido enamorando, y que ahora considera una imprescind­ible en su agenda. “Que sea una carrera anual –como las 24 Horas de Le Mans– lo hace especial. El día que no lo corra deberé inventarme algo; si no lo hago será que me falta algo. Se ha convertido ya en una tradición”, que Carlos renueva año a año.

Para Sainz, el Dakar no está cargado de épica, “es una competició­n más, pero muy especial –admite–, que hay que respetar, que es extrema y suele llevar al ser humano al límite”, comenta el Matador, al que cautivó el espíritu africano del rally en el 2006 y el 2007, después de 25 años dedicados a los rallies.

“Han sido etapas diferentes en mi vida: no es lo mismo competir con 25 o 35 años, que con 50-56; la perspectiv­a cambia. El campeonato del mundo de rallies ha sido mi vida, sin duda, una especialid­ad que me cautivó desde pequeño, y tuve la suerte de dedicarme y de poder triunfar en ella. Y el Dakar es un extra. Cuando acabé el Mundial de rallies (2005), el Dakar era una aventura, un reto que me apetecía probar. Me apetecía intentar ser el primer español que lo ganaba en coches (lo logró en el 2010), y me cautivó”.

En estas 11 ediciones, Sainz ha ido haciendo historia en el Dakar, convirtién­dose en piloto de récords: el que lograba la victoria más ajustada (2m12s sobre Al Attiyah), el más veterano (55 años, en el 2018), y el único bicampeón mundial de rallies y de Dakar. Difícil decidir qué corona le place más. “La sensación es diferente, sobre todo por la edad: cuantos más años tienes, más valoras ciertas cosas; ahora lo disfruto más”, confiesa Sainz, que no se plantea el triple mortal: ganar el Dakar formando dúo con su hijo. “¡No! Si él quisiera correrlo, lo ayudaría y lo aconsejarí­a. Pero los dos juntos no íbamos a llegar muy lejos”.

“Para mí el Dakar es una manera de vivir, es como mis Juegos Olímpicos, pero cada año”, dice Roma

 ?? ÀLEX GARCIA ?? Carlos Sainz y Nani Roma conversan en un acto de Mini en Madrid; ambos posaron a petición de La Vanguardia para esta serie del Dakar
ÀLEX GARCIA Carlos Sainz y Nani Roma conversan en un acto de Mini en Madrid; ambos posaron a petición de La Vanguardia para esta serie del Dakar
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