La Vanguardia (1ª edición)

El Barça marca distancia en la Liga y deja al Madrid a 10 puntos

El Barça recurre al sufrimient­o para someter a un duro Getafe y amplía su ventaja en la Liga

- ANTONI LÓPEZ TOVAR UN JUEGO DE EXTREMOS

A falta de una jornada para la conclusión de la primera vuelta, el Barça se ha proclamado campeón de invierno, ha incrementa­do a cinco puntos su ventaja sobre el Atlético y distancia al Madrid a unos humillante­s diez puntos. La repercusió­n de la victoria del líder en Getafe con goles de Messi y Luis Suárez en la primera parte es tremenda, pero tuvo que masticar el carbón de los Reyes Magos el equipo de Valverde para sobrevivir a un segundo acto no apto para corazones delicados.

Si existe un equipo competitiv­o, pragmático y disciplina­do, es el Getafe, el ejército de Bordalás. La distancia filosófica entre Barça y Getafe es tan extrema que salió un partido previsto, pero con dos mitades contrapues­tas. Inicialmen­te, con un porcentaje descomunal de posesión por parte de los de Valverde frente a un adversario que no desea el balón más que para salir a la contra. Después, con las fuerzas igualadas por la tensión y la agresivida­d locales, que pusieron en cuestión la victoria del líder.

La ausencia de Busquets, que el viernes no se entrenó a consecuenc­ia de un cuadro de malestar general y vómitos, fue la sorpresa de una alineación en la que Sergi Roberto recuperó el lateral derecho después de varias semanas de baja. Se evidenció que Ernesto Vaverde había examinado con detenimien­to al conjunto de Bordalás cuando Rakitic no hizo exactament­e de Busquets. El croata ejerció prácticame­nte como tercer central para reforzar la contención frente a las avalanchas locales, en tanto Arthur administra­ba en la medular.

En un Coliseum atestado, una enorme pancarta con el lema “Seguimos cabalgando entre gigantes” mostraba el orgullo de una afición que llevaba seis jornadas sin lamentar una claudicaci­ón. Pronto se llegó a la conclusión de que el Getafe iba a proponer, más que un partido, una batalla, con presiones al hombre, faltas, interrupci­ones habituales y mucho juego subterráne­o. Antunes cosió a patadas al bueno de Sergi Roberto, mientras el banquillo azulgrana protestaba con cajas destemplad­as. Alba, por su parte, jugó con fuego con sus quejas al árbitro cuando se había cargado con una amonestaci­ón muy prematura.

En un escenario como el Coliseum la concentrac­ión y la constancia son los principale­s factores del éxito. Los episodios de relajación mental pueden ser suicidas porque el Getafe, aunque pueda no parecerlo, siempre está activado.

Un gol invalidado a Mata por una leve falta previa de Ángel fue la primera advertenci­a del peligro azulón, que volvió a manifestar­se con una cesión de enemigo de Vidal a Ter Stegen que el portero tuvo que controlar con el pecho bajo palos y presionado por un rival. Afortunada­mente para el Barcelona, Messi mantenía la cabeza fría y el instinto afinado y sus aparicione­s eran pura delicia. El argentino realizó un alarde de picardía al capturar un rechace en el área y driblar al portero para convertir en gol el primer intento sobre la meta de David Soria.

El Getafe acusó el golpe. El Coliseum quedó en silencio y los jugadores entraron en una fase de deriva que facilitó diversas oportunida­des al Barça. Soria desvió un remate de Suárez originado en una asistencia prodigiosa de Messi, a continuaci­ón desbarató un remate a bocajarro de Piqué y, de nuevo Suárez, envió una rosca que salió ligerament­e desviada. Nada pudo hacer el portero cuando en el 38 Suárez empalmó una volea espectacul­ar desde la media luna que tuvo aire de sentencia.

Pero el Getafe no se rindió y repitió la jugada del gol anulado, un centro al segundo palo de Antunes des-

Messi y Suárez marcaron en la primera parte y después el partido enloqueció

de la izquierda bajado al césped por Ángel y convertido en gol por Mata. Un gol que colmó de oxígeno a la legión de Bordalás para llevar la segunda parte al manicomio. Pudo empatar Ángel en la reanudació­n, pero cruzó un centímetro de más ante Ter Stegen, y el portero alemán dio lo mejor de sí para desviar un testarazo de Cabrera en un córner. Y Bordalás añadió pólvora a la fórmula con la inclusión del delantero Jorge Molina. Definitiva­mente, el Barça, arrastrado a los bajos fondos por el estilo agresivo e incansable del Getafe, había perdido el control y jugaba a la ruleta rusa en medio de un correcalle­s. Tuvo que trabajar para sobrevivir.

La situación, alarmante, obligó a Valverde a introducir a Busquets en lugar de Vidal para aplicar un poco de orden. El decorado, sin embargo, apenas experiment­ó ningún cambio. Persistier­on la fricción y el intercambi­o de golpes. Messi, muy sereno a pesar de la enajenació­n general, tuvo un par de oportunida­des que Soria consiguió abortar para sustentar la intriga hasta el último segundo.

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DANI DUCH Un golazo Luis Suárez convirtió el segundo gol del Barcelona con esta sensaciona­l volea con la pierna derecha que entró como un rayo en la portería

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