El Barça marca distancia en la Liga y deja al Madrid a 10 puntos
El Barça recurre al sufrimiento para someter a un duro Getafe y amplía su ventaja en la Liga
A falta de una jornada para la conclusión de la primera vuelta, el Barça se ha proclamado campeón de invierno, ha incrementado a cinco puntos su ventaja sobre el Atlético y distancia al Madrid a unos humillantes diez puntos. La repercusión de la victoria del líder en Getafe con goles de Messi y Luis Suárez en la primera parte es tremenda, pero tuvo que masticar el carbón de los Reyes Magos el equipo de Valverde para sobrevivir a un segundo acto no apto para corazones delicados.
Si existe un equipo competitivo, pragmático y disciplinado, es el Getafe, el ejército de Bordalás. La distancia filosófica entre Barça y Getafe es tan extrema que salió un partido previsto, pero con dos mitades contrapuestas. Inicialmente, con un porcentaje descomunal de posesión por parte de los de Valverde frente a un adversario que no desea el balón más que para salir a la contra. Después, con las fuerzas igualadas por la tensión y la agresividad locales, que pusieron en cuestión la victoria del líder.
La ausencia de Busquets, que el viernes no se entrenó a consecuencia de un cuadro de malestar general y vómitos, fue la sorpresa de una alineación en la que Sergi Roberto recuperó el lateral derecho después de varias semanas de baja. Se evidenció que Ernesto Vaverde había examinado con detenimiento al conjunto de Bordalás cuando Rakitic no hizo exactamente de Busquets. El croata ejerció prácticamente como tercer central para reforzar la contención frente a las avalanchas locales, en tanto Arthur administraba en la medular.
En un Coliseum atestado, una enorme pancarta con el lema “Seguimos cabalgando entre gigantes” mostraba el orgullo de una afición que llevaba seis jornadas sin lamentar una claudicación. Pronto se llegó a la conclusión de que el Getafe iba a proponer, más que un partido, una batalla, con presiones al hombre, faltas, interrupciones habituales y mucho juego subterráneo. Antunes cosió a patadas al bueno de Sergi Roberto, mientras el banquillo azulgrana protestaba con cajas destempladas. Alba, por su parte, jugó con fuego con sus quejas al árbitro cuando se había cargado con una amonestación muy prematura.
En un escenario como el Coliseum la concentración y la constancia son los principales factores del éxito. Los episodios de relajación mental pueden ser suicidas porque el Getafe, aunque pueda no parecerlo, siempre está activado.
Un gol invalidado a Mata por una leve falta previa de Ángel fue la primera advertencia del peligro azulón, que volvió a manifestarse con una cesión de enemigo de Vidal a Ter Stegen que el portero tuvo que controlar con el pecho bajo palos y presionado por un rival. Afortunadamente para el Barcelona, Messi mantenía la cabeza fría y el instinto afinado y sus apariciones eran pura delicia. El argentino realizó un alarde de picardía al capturar un rechace en el área y driblar al portero para convertir en gol el primer intento sobre la meta de David Soria.
El Getafe acusó el golpe. El Coliseum quedó en silencio y los jugadores entraron en una fase de deriva que facilitó diversas oportunidades al Barça. Soria desvió un remate de Suárez originado en una asistencia prodigiosa de Messi, a continuación desbarató un remate a bocajarro de Piqué y, de nuevo Suárez, envió una rosca que salió ligeramente desviada. Nada pudo hacer el portero cuando en el 38 Suárez empalmó una volea espectacular desde la media luna que tuvo aire de sentencia.
Pero el Getafe no se rindió y repitió la jugada del gol anulado, un centro al segundo palo de Antunes des-
Messi y Suárez marcaron en la primera parte y después el partido enloqueció
de la izquierda bajado al césped por Ángel y convertido en gol por Mata. Un gol que colmó de oxígeno a la legión de Bordalás para llevar la segunda parte al manicomio. Pudo empatar Ángel en la reanudación, pero cruzó un centímetro de más ante Ter Stegen, y el portero alemán dio lo mejor de sí para desviar un testarazo de Cabrera en un córner. Y Bordalás añadió pólvora a la fórmula con la inclusión del delantero Jorge Molina. Definitivamente, el Barça, arrastrado a los bajos fondos por el estilo agresivo e incansable del Getafe, había perdido el control y jugaba a la ruleta rusa en medio de un correcalles. Tuvo que trabajar para sobrevivir.
La situación, alarmante, obligó a Valverde a introducir a Busquets en lugar de Vidal para aplicar un poco de orden. El decorado, sin embargo, apenas experimentó ningún cambio. Persistieron la fricción y el intercambio de golpes. Messi, muy sereno a pesar de la enajenación general, tuvo un par de oportunidades que Soria consiguió abortar para sustentar la intriga hasta el último segundo.