Bolsonaro afronta su primera gran crisis de seguridad en Brasil
Grupos narcos lanzan una ofensiva en Ceará con un centenar de ataques
Jericoacoara está considerada una de las mejores playas del mundo, un paraíso turístico de Brasil con calles de arena en que está prohibido circular en coche y donde sólo se puede llegar en todoterreno desde el pequeño pueblo de Jijoca. A pesar de su remota ubicación, a casi 300 kilómetros de Fortaleza, Jijoca de Jericoacoara fue, con el incendio de un autobús escolar el sábado, uno de los 22 municipios de Ceará afectados por la ola de violencia con la que bandas de narcotraficantes han decidido lanzar un pulso a las autoridades de este estado brasileño coincidiendo con el inicio del año.
La ofensiva criminal se inició el 2 de enero y ya se contabilizan un centenar de ataques, en la que constituye la primera crisis de inseguridad que afronta el flamante presidente Jair Bolsonaro, un ultraderechista que ganó las elecciones en gran parte gracias a su discurso de mano dura contra narcotraficantes y delincuentes.
La mayoría han sido ataques incendiarios provocados con cócteles molotov contra autobuses y edificios públicos, pero los grupos organizados llegaron incluso a hacer estallar una bomba junto al pilar del viaducto de una carretera “con riesgo de derrumbe inminente”, como relató el propio Bolsonaro en las redes sociales.
El mandatario afronta el envite junto al nuevo ministro de Justicia y Seguridad, el exjuez anticorrupción Sérgio Moro, que ordenó el traslado a Ceará de 300 agentes de la Fuerza Nacional de Seguridad Pública, organismo que integra distintos cuerpos policiales federales. Hasta ayer se habían practicado 103 detenciones de sospechosos de provocar los incendios, una tercera parte adolescentes.
Aunque no se conocen a ciencia cierta los motivos de este levantamiento vandálico, se considera que es una demostración de fuerza ordenada por los jefes narcos desde las cárceles, después de que el Gobierno del estado decidiera recientemente endurecer el régimen penitenciario en las prisiones que gestiona para acabar justamente con las actividades delictivas de los líderes criminales, que siguen dirigiendo sus negocios aun estando recluidos, como sucede en casi todos los presidios brasileños.
El presidente dice que “a pesar de tener un gobernador del PT jamás abandonaríamos al pueblo cearense”
El gobernador de Ceará, Camilo Santana, es miembro del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), denostado por Bolsonaro. Sin embargo, al anunciar el despliegue de fuerzas federales, el presidente se vio en la necesidad de aclarar que “a pesar de que el estado de Ceará es del PT y realizar fuerte oposición contra nosotros, jamás abandonaríamos al pueblo cearense en este momento de caos”. Bolsonaro reiteró que “nunca haremos oposición al pueblo de cualquier estado”.
Con capital en Fortaleza, quinta ciudad más poblada de Brasil, Ceará es históricamente uno de los feudos petistas del nordeste brasileño. En el estado operan tres grupos narcos, que supuestamente se habrían aliado para realizar esta ofensiva y que tienen mandos intermedios encarcelados: el Comando Vermelho –dirigido desde Río de Janeiro–, el Primer Comando de la Capital –con sede en São Paulo– y los Guardianes del Estado, una banda local.
Los ajustes de cuentas entre estos grupos son frecuentes en Ceará. Hace justo un año, en enero del 2018, un tiroteo entre narcos provocó 16 muertos en una discoteca de Fortaleza, en una acción propiciada por los Guardianes del Estado para marcar territorio ante el Comando Vermelho.