Al menos 30 personas mueren en una mina ilegal en Afganistán
Al menos una treintena de personas, cuarenta según algunas fuentes, murieron ayer en la provincia afgana de Badajshan cuando se derrumbó la mina en la que buscaban oro en la orilla de un río. Al parecer, un desprendimiento de tierra originó una inundación repentina que resultó mortal para la mayor parte de las 50 personas que se encontraban en el lugar.
Las autoridades aclararon que las víctimas eran personas que buscaban oro de forma ilegal y que no se trataba de un proyecto del Estado. El portavoz del Gobierno provincial, Nek Mohamed Nazari, declaró que los aldeanos habían cavado un agujero de hasta 60 metros, donde les sorprendió el derrumbamiento del túnel. Si bien no está clara la relación entre esta actividad minera y el fatal desenlace, Mohamed Nazari afirmó que “no eran profesionales”. “Estas personas han estado involucradas en este negocio durante décadas sin ningún control gubernamental sobre ellas”, agregó el portavoz, que explicó que “los aldeanos pobres tratan de compensar sus ingresos durante los inviernos mediante la minería ilegal y cavan túneles para acceder a las minas”.
Ayer por la tarde, las autoridades mandaron un equipo de rescate a la zona, donde según el jefe de la policía de Badajshan, Sanualah Rohani, había siete personas heridas en situación crítica. Badajshan es una remota y empobrecida provincia montañosa –fronteriza con China, Tayikistán y Pakistán– propensa a los deslizamientos de tierra, especialmente en los meses más fríos, cuando la nieve cubre la región, y rica en recursos minerales, muchos de los cuales son explotados ilegalmente incluso por los talibanes.
Afganistán cuenta con enormes reservas de cobre, hierro, mercurio, oro y plata, entre otros minerales, y las minas se encuentran dispersas en diferentes provincias del país, pero aun así el Estado no ha podido llevar a cabo inversiones ni establecer una industria de extracción próspera.
El año pasado, el Gobierno afgano firmó dos contratos para explorar yacimientos de cobre y de oro en las provincias del norte del país con el objetivo de evitar la minería ilegal y de poder superar la dependencia extranjera mediante la explotación de sus recursos naturales. Sin embargo, el aislamiento de la región y la falta de estabilidad y de control oficial desalientan a las compañías mineras internacionales de operar en la zona.
Los más pobres explotan la tierra sin el control del Estado, que es incapaz de establecer una industria extractiva