Almodóvar en Phoenix
La policía investiga la violación de una paciente en coma que ha dado a luz un bebé en Arizona
El estreno de Hable con ella en el año 2002 no dejó a nadie indiferente. ¿Qué era aquello? ¿un drama, una tragicomedia, un melodrama?, se preguntaban los críticos y los espectadores mientras la película cosechaba más de 30 premios nacionales e internacionales, entre ellos un Oscar al mejor guion original. La realidad a veces parece imitar a la ficción, incluso la salida de la mente de Pedro Almodóvar, aunque para contar lo ocurrido en una residencia de enfermos de Estados Unidos no se puede tirar de recursos poéticos como un cortometraje de cine mudo, como hizo el director manchego para narrar la violación de una paciente en estado de coma, interpretada por Leonor Watling, por su enfermero, el actor Javier Cámara.
Ha ocurrido en Phoenix (Arizona), en una residencia de enfermos. Una mujer en estado vegetativo desde hace al menos 14 años dio a luz a un niño el pasado 29 de diciembre. Aseguran que el embarazo había pasado desapercibido para el personal del centro, que supuestamente sólo se dio cuenta de lo que estaba pasando cuando la paciente se puso de parto, ha revelado AZFamily.com, el portal de noticias de las cadenas de televisión locales 3TV y CBS 5.
La mujer “se puso a gemir y no sabían qué le pasaba”, ha explicado la fuente de la historia. Una enfermera del centro atendió el parto. Y a diferencia del bebé de la bailarina de Almodóvar, el niño nació vivo y sano, aseguran, aunque no han trascendido más detalles sobre su estado de salud. Los médicos consideran casi un milagro que el parto llegara a buen puerto, dado que la madre no había recibido ningún tipo de cuidado prenatal ni podía empujar para ayudar a la salida del bebé. Aunque en coma, se cree que sí sintió el dolor.
La policía de Phoenix ha abierto una investigación para esclarecer los hechos. Se desconoce la identidad de la mujer o si tiene familia o algún tutor legal. No hay por el momento ningún detenido ni pistas sobre la identidad del agresor. La mujer, que según algunos medios quedó en coma después de casi morir ahogada, precisaba cuidados continuos, y gran número de personas tenían acceso a su habitación. El Departamento de Asuntos Sociales de Arizona también ha abierto una investigación y ha exigido al centro que aumente la presencia de personal en las interacciones con los pacientes y refuerce las medidas de seguridad con las visitas. Desde la semana pasada, la residencia (Hacienda Healthcare) ha cambiado los protocolos de actuación de su personal y ahora cada vez que un empleado varón entra en la habitación de una paciente debe hacerlo acompañado por una mujer.
La residencia de enfermos ha calificado de “profundamente inquietante” el incidente y asegura que está colaborando con las investigaciones en marcha “de forma abierta y transparente” para llegar al fondo del asunto y conocer la verdad de un caso “sin precedentes” para la institución, que lleva cinco décadas abierta. El historial de la empresa, que tiene a más de 2.500 pacientes en todo el estado, sin embargo, no está tan limpio como dan a entender. Una investigación del Departamento de Salud de Arizona reveló en el 2013 que un empleado había sido despedido después de que varios colegas aseguran haberle oído hacer comentarios sexuales inapropiados sobre los pacientes y le acusaran de mirar a los pacientes mientras se masturbaban o terminar el baño a un enfermo con una “mañana feliz”. El año pasado, un enfermo se quejó de que los empleados entraran y salieran del baño mientras se duchaba.
La realidad, afirma Tasha Menaker, portavoz de la oenegé Azcadv, es que los enfermos con discapacidades son tres veces más proclives a sufrir abusos sexuales que el resto. J.J. Rico, del Arizona Center for Disability Law, lleva 17 años defendiendo a este colectivo y ha visto informes de muchos abusos sexuales, pero “nunca había oído que alguien diera a luz un bebé”. Ambas oenegés se han ofrecido a defender a la víctima y esperan que la policía obligue a los empleados del centro a hacerse pruebas de ADN para identificar al agresor. Temen, como muchos familiares de residentes del centro, que haya más víctimas. “La confianza está rota”, ha declarado la madre de un paciente.
El personal del centro no supo que la mujer estaba embarazada hasta que se puso de parto