El impulso de las energías renovables
LA futura ley de Cambio Climático y Transición Energética que prepara el Gobierno marcará el objetivo de lograr que el 70% de la electricidad sea renovable en el 2030. El Plan Nacional de EnergíayClima2021-2030debedefinir,enparalelo,laestrategia con la que se persigue una economía libre de emisiones para el 2050, de acuerdo con las directrices europeas de lucha contra el calentamiento global del planeta. Todo ello configura una revolución energética y tecnológica de enorme dimensión para el país. Lo que sorprende es que, pese a su enorme importancia, apenas haya debate, ni en el ámbito político ni en el social, sobre este reto.
Conseguir que el 70% de la electricidad sea renovable dentro de once años, a partir del 40% actual, comporta un gran despliegue de medios técnicos y financieros que exige sincronizar una compleja maquinaria de acción. Hay que tener en cuenta que si se prescindiera del carbón y las nucleares para el 2030, como se pretende, se necesitaría instalar cada año unos 4.800 MW de origen renovable, lo que supone un considerable esfuerzo.
Junto a los medios financieros y tecnológicos que hay que movilizar será preciso incrementar la investigación con objeto de resolver la dificultad de almacenamiento de la electricidad producida por las energías renovables, con el desarrollo principalmente de baterías de nueva generación, que hasta ahora se importan del extranjero. Por el momento las energías renovables se gestionan con el respaldo de centrales de carbón y de ciclos combinados de gas natural, que cubren los momentos de ausencia de sol o de viento. La mejora de las interconexiones eléctricas con el resto de lsa redes europeas es una asignatura pendiente que podría contribuir a equilibrar, asimismo, los picos de demanda y de oferta de las renovables.
El impulso a las energías renovables, en cualquier caso, es imparable. Constituye un factor de innovación tecnológica, de lucha contra el cambio climático, de mejora de la competitividad y de apuesta por un nuevo modelo energético con importantes oportunidades de negocio y de creación de empleo de calidad. Pero, de entrada, en España se necesita una regulación energética eficaz, que ponga fin al caos regulatorio existente y que ofrezca un escenario de seguridad jurídica para evitar los errores del pasado. Ello es fundamental para poder generar la inversión necesaria que permita financiar el proceso de transformación energética. Por ello es urgente que ese escenario regulatorio se defina cuanto antes sobre la base del consenso político, dado que se trata de una cuestión estratégica para el futuro del país. Pero de momento, como hemos dicho, falta debate energético en profundidad para poder llegar a definir las mejores opciones.