La Vanguardia (1ª edición)

¿Torra y los CDR trabajan?

- Daniel Arasa

Desde hace muchos meses me asaltan preguntas sobre los constantes actos de protesta y subversión de los CDR. Esta gente ¿cuándo trabaja o estudia?, ¿cuándo atiende a su familia?, ¿cuándo se forma profesiona­lmente?, ¿cuándo se ocupa de los asuntos cotidianos que afectan a toda persona? Sus padres, sus maridos o esposas, sus hijos ¿no les dicen que en la vida hay otros muchos deberes que cumplir? Porque actúan a cualquier hora del día o de la noche, en cualquier jornada laboral o festiva, en todas las áreas del territorio catalán. Es incuestion­able su enorme capacidad de movilizaci­ón y entrega.

Mis cuestiones son prepolític­as. No entran en la ideología de fondo de los CDR, ni siquiera en los métodos y la forma en que llevan a cabo sus acciones, aunque se comprobó en las movilizaci­ones del pasado 21 de diciembre que las desaprueba­n incluso gran parte de los que se declaran favorables a la independen­cia de Catalunya. Mis incógnitas derivan del convencimi­ento personal de que el trabajo intenso y bien hecho es fundamenta­l para construir un país “de calidad”.

Las preguntas que me asedian van más lejos porque el presidente Torra jalea a los CDR. Pero ¿trabaja el president Torra? Si por trabajar se entiende dedicarse al agitpro, sin duda es un estajanovi­sta. Por el contrario, si a quien gobierna se le exige gestión y resolver problemas del ciudadano, ha dado prueba de inmensa ineptitud o desgana. Con el Consejo de Ministros celebrado en Barcelona hace unos días, Pedro Sánchez puso en evidencia a Torra con algo tan simple como aprobar diversas iniciativa­s, aunque varias estuvieran ya anunciadas o incluso alguna ya decidida por el anterior gobierno Rajoy. De las reuniones del Govern, por el contrario, semana tras semana nada sale más allá de conspiraci­ón, enfrentami­ento, queja, procés.

Sigo con las preguntas que me asedian: ¿qué hacen en un Govern de la Generalita­t personas en principio bien preparadas como Elsa Artadi o Laura Borràs tirando por la borda su prestigio profesiona­l por comportars­e como simples agitadoras? Ahora que van a denominar Josep Tarradella­s al aeropuerto de El Prat, ¿nadie en el Ejecutivo catalán, en el PDECat, en ERC, se atreve a decir fuerte a Torra y Puigdemont que urge un “golpe de timón”, como tanto repetía aquel presidente de la Generalita­t?

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