El 70% de las mujeres que se drogan suman depresión y violencia de pareja
Un estudio en 6 países muestra el mismo patrón: no llegan al sistema sanitario
Las mujeres que se drogan, especialmente las que consumen heroína, metadona o morfina, suman a la drogadicción enfermedades mentales importantes y violencia de género en el 70% de los casos. Por esa acumulación de males, apenas acuden a centros asistenciales especializados, mucho menos que los hombres adictos. Expertos de varios países que han participado en un estudio europeo llegan a la conclusión de que apenas ven la punta del iceberg de esta desastrosa situación y que los sistemas sanitarios han de adoptar con urgencia la perspectiva de género para planear una asistencia más eficaz.
El estudio lo ha liderado el equipo de Marta Torrens, experta en adicciones del hospital del Mar, y se ha llevado a cabo además en Escocia, Inglaterra, Austria, Italia y Polonia. Sin grandes diferencias en los resultados.
Han estudiado a 226 mujeres con una edad media de 33 años y doce de consumo: toda su juventud. El 87% de las que se pinchan tienen por lo menos una enfermedad psiquiátrica añadida: 76%, depresión; 54%, ansiedad; 52% estrés postraumático. ¿Estrés postraumático? “En el 70% de los casos estudiados había también violencia de género, íntimamente relacionado con este diagnóstico”, aclara Marta Torrens.
“Y se trata de un aspecto de gran importancia a la hora de ofrecer tratamiento a estas pacientes. Cuando acuden a la visita médica, a menudo vienen acompañadas de la persona que las maltrata, así que el tema no sale salvo si lo buscas. Y tenemos que buscarlo, eludiendo esa presencia”.
Además, “ese maltratador es con frecuencia quien les explota sexualmente. En el estudio no hemos preguntado a las pacientes si se dedicaban o no a la prostitución, pero sabemos que es frecuente. Así que, de paso, su maltratador es la principal fuente de infecciones, porque con la pareja no utilizan preservativo y es a su vez consumidor de drogas y a menudo transmisor de múltiples infecciones. Ellas tienen también un riesgo mucho más elevado de sufrir enfermedades infecciosas”, explica la experta.
Cuatro veces más depresión que la población de mujeres de su edad; mucha más violencia de género, muchas más infecciones de sida y hepatitis B y una proporción muy inferior de tratamiento a su drogadicción. “Los hombres que consumen drogas ilegales son 4 por cada mujer. Pero entre los que llegan a tratarse, la proporción es 7-8 hombres por cada mujer. Nos las dejamos en la calle. Esta suma de enfermedades les impide enfrentarse a su propia vida”, reflexiona la coordinadora del estudio.
Las mujeres consumidoras que llegan a los centros de tratamiento de adicciones están mucho más enfermas que las que van a centros de reducción de daños, donde pueden consumir con más seguridad. Ocurre en los casos analizados en los seis países participantes. “Es ahí donde tenemos que hacer hincapié. Hay una subpoblación muy grave a la que tenemos que dar respuesta y poner alfombra roja y hay una etapa en la que la intervención evitaría mucha enfermedad”, apunta Torrens.
Aunque hay diferencias en las ofertas de tratamientos en los países que participan en el estudio, los resultados se repiten. Y la no asistencia, también. “Nosotros contamos con servicios adaptados a particularidades de los consumidores. Por ejemplo, entre quienes consumen metanfetamina se tiene en cuenta quienes lo hacen para trabajar más, como ocurre entre ciudadanos de origen filipino, y quienes lo toman para acelerar sus relaciones sexuales entre hombres. Adaptamos la atención a estas realidades diferentes. Con las mujeres, no”.
El estudio ha sido financiado por la Comisión Europea y se publica en la revista Archives of Women’s Mental Health. Y ha merecido el premio a una de las mejores investigaciones de este año en el campo de las drogas ilegales por el Observatorio Europeo de la Droga y las Toxicomanías de Lisboa.
En la investigación que lidera el hospital del Mar se reclama una perspectiva de género para ser más eficaces