La Vanguardia (1ª edición)

El primer lunes

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Los lunes, es sabido, tienen mala fama. Empieza la semana laboral –o al menos la de la mayoría– y son los días de la luna, es decir, lunáticos. Y el primer lunes de enero, que es el primer lunes del año, tras la tópica resaca de las fiestas navideñas, es hoy. Siete de enero, por más señas y no sé si peor augurio. El siete, ese día raro que era como una propina que se les daba a los niños, en sus vacaciones escolares, para que pudiesen disfrutar de los juguetes que los Reyes les habían traído el día seis. Un día. El día después de Reyes, cuando ya no había que cumplir visitas ni acompañar a los padres. Con suerte, los regalos sufrían su bautismo de juegos la tarde del seis, tras el roscón y demás, y a ese tiempo breve se le añadía el día siete; eso era todo lo que disfrutába­mos con una sensación próxima a la borrachera de los juguetes recién adquiridos. No hablemos ya de los libros, que nunca faltaron en mis Reyes y que la impacienci­a te llevaba a empezar uno, dos o tres, mientras elegías con cuál de ellos continuaba­s, en qué historia te ibas a sumergir. Pero sólo tenías un día, el siete de enero, un absurdo después de las dos semanas de vacaciones y de haber pasado todas las fiestas: Nochebuena, Navidad, Sant Esteve, los Santos Inocentes, Nochevieja y al fin la cabalgata y la mañana de Reyes, y tan poco tiempo para volver a la escuela y a sus rutinas. Sí, claro, estaba el tió y su pequeña compensaci­ón, casi un entremés, de alguna golosina y regalos “prácticos”: calcetines, bufandas, guantes, esas cosas. Y a veces caía algo por Navidad, aunque no existía, cuando fui niño, toda esta moda de Santa Claus, Papá Noel o como quieran llamarlo. En mi familia,

Bienvenido­s a otro año, que puede ser peor; pero ojalá que salga algo mejor que el que se fue, y que nos sea leve a todos este largo lunes

los regalos los traían los Reyes. De hecho, sigue siendo así. Y no hagan lecturas políticas, por favor, ni me repitan ese chiste supuestame­nte feminista que dice que se sabe que son personajes de fantasía porque nunca han coincidido tres hombres sabios en un mismo tiempo y lugar. O el que afirma que tienen el mejor puesto laboral del mundo, porque trabajan sólo un día al año y además es mentira. En fin, algo hay en esos tres reyes que empezaron siendo las tres edades del hombre (mozalbete, hombre maduro y anciano) para acabar afinando ese cruce entre muchas tradicione­s y simbolismo­s, Oriente y Occidente, paganismo y cristianis­mo, oro, incienso y mirra.

El caso es que hoy, perdón por traer malas noticias, empieza de verdad el año. En este lunes que es festivo en Madrid, pero que aquí nos enfrenta ya a algunos de nuestros miedos y peores previsione­s. Porque a la crisis política ya enquistada se le puede añadir una nueva crisis económica que los pesimistas consideran inevitable y hasta inminente. Y porque desde hoy habría que, por fin, conseguir pasar de las protestas a las propuestas. Y de la conllevanc­ia a la convivenci­a, ese concepto tan de actualidad y que se ha convertido en otra pelea afirmar o negar su existencia. No les aburro más. Bienvenido­s a otro año, que puede ser peor. Pero ojalá que salga algo mejor que el que se fue. Y que nos sea leve a todos este largo lunes.

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